Ipiales (Colombia) (Andes).- Al noveno día transcurrido desde el inicio del levantamiento indígena y campesino en Colombia, las mesas de diálogo abiertas por el gobierno no han dado resultados en el departamento de Nariño, que limita con Ecuador, y se vuelve más notoria la escasez de alimentos, alza de precios de productos básicos, y el descontento general de la ciudadanía de ambas fronteras.
Los manifestantes presentes en el sector de Las Cruces se han pronunciado pidiendo que a las mesas de diálogo se envíen "funcionarios con capacidad de decisión para llegar a acuerdos reales y no a más promesas para incumplir".
En el lado ecuatoriano del puente internacional Rumichaca, los locales comerciales están comenzando a cerrarse por la insuficiencia de clientes, sobre todo colombianos, que han dejado de transitar por esta vía desde hace ya algunos días.
La ciudad de Ipiales, entrada sureña del vecino país luce desierta, los comercios locales, grandes y pequeños, cierran sus puertas y las calles permanecen intransitadas.
La alcaldía municipal, mediante comunicado de prensa informó que, en coordinación de autoridades municipales y Fuerzas Aéreas Colombianas, se consiguió la disposición de dos Avionetas tipo Ambulancia para la evacuación de 7 pacientes críticos que permanecían recluidos en el Hospital Civil de Ipiales y que, por su condición de salud, requerían ser trasladadas a Pasto. Además del retorno a Santiago de Cali, de 80 adultos mayores que estaban detenidos en el Corregimiento de San Juan.
A pesar de la situación, el valor de cambio entre pesos y dólares no ha variado significativamente, manteniéndose el dólar, desde semanas anteriores, a un promedio de 1880 pesos a la compra y 1900 a la venta, tanto en el lado colombiano como en el lado ecuatoriano del puente. “Ha estado estable desde que ha iniciado el paro, también entre 1880 y 1900, pero los ingresos para nosotros no conseguimos ni para el pan”, comenta Enrique Inglan, perteneciente al Sindicato de Cambistas de la ciudad de Ipiales, quien además compara la situación actual, en que ha estado recibiendo un cliente por día, con un día normal de trabajo en que dice que cada cambista recibe un promedio de 20 personas.
En el mercado ipialeño son pocos los puestos de venta abiertos al público, las dependientas allí presentes argumentan que la mayoría de sus compañeros han salido a apoyar al paro, otro tanto decidió no salir de sus casas y ellas, para ganar el diario, han ubicado puestos alternativos a la entrada de la plaza comercial y están vendiendo los excedentes.
“Hay arveja, tomatico de lo que uno se compró anterior, no lo que ha entrado porque no ha entrado nada, tons eso es lo que estamos vendiendo aquí a cualquier personita que venga… Normalmente está más caro todo, pero la buena porque esto es lo que se llama rechazo”, dice María Cuarán, quien cuenta también que ha colaborado de buena gana con la gente levantada en paro enviándoles verduras de su propia mercancía.
Otro sector afectado es el turístico. En el cementerio de Tulcán, que día a día recibe a decenas de visitantes del vecino país, ahora no los hay, situación similar a la que se vive en el santuario de Las Lajas, a donde también llegan a diario decenas de ecuatorianos. Marcela Salazar dice que viaja todas las semanas a “darse una vuelta por Tulcán y visitar el cementerio” sin embargo ahora no puede hacerlo dada la irregularidad en el tránsito.
Andes intentó entrevistar a María Carreño de Ochoa, directora Seccional de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales de Colombia (DIAN), quien no quiso dar declaraciones y negó rotundamente la existencia de un paro, a pesar del notable decrecimiento en el flujo de personas, productos y capitales entre los dos países, que ha supuesto pérdidas cuantiosas para todos los sectores productivos de la zona.
Del lado de Ecuador los únicos beneficiarios del paro son los trabajadores del Ministerio de Transporte y Obras Públicas que trabajan en la ampliación de la vía Rumichaca – Ibarra. Fausto Lema, trabajador de la obra, dice que durante el tiempo que ha durado el paro, han logrado avanzar dos kilómetros de vía, distancia en que normalmente habrían tardado quince o veinte días debido al tráfico de transporte pesado que circula por la zona. Aun así, Lema insiste en su preocupación por el ambiente de escaso comercio que se respira en Tulcán por la ausencia de colombianos.