Sakkinen es el enfant terrible del arte finlandés. Sus obras, a primera vista aparentemente ingenuas para el espectador no avisado, tienen contenidos altamente críticos, irónicos o cínicos. Su arrogancia, comienza ya como estudiante en la Academia de Bellas Artes. Por entonces se hizo pasar por un muy reconocido artista escandinavo respondiendo en una entrevista a las preguntas de la prensa. Después de que fuera publicada se descubrió el engaño, con el consabido escándalo. Desde entonces se ha convertido en una popular figura pública de la cultura finlandesa, requerido ampliamente para opinar en los medios -donde también es columnista- de los más diversos temas. Como los dadaístas, surrealistas o los situacionistas gusta de escandalizar o remover conciencias, no solo a través de su arte, sino también a través de su propia vida o al menos su actitud pública. Pronto será una estrella, pero como un pequeño Warhol, constantemente busca más y más minutos de fama.
Por su uso de imágenes inocentes trastocadas podríamos emparentar su obra con la de los norteamericanos Paul McCarthy o Mike Kelley, quienes muchas veces utilizan personajes de dibujos animados o crean sus propios aparentemente inocentes para darles luego nuevas lecturas en principio inesperadas. Aun así, podemos dar por seguro que el se siente más cercano al excesivo artista alemán Martín Kippenberger. Sakkinen comparte con él su gusto por las “travesuras” y por ser un artista transgresor que crea polémica o cuando menos da que pensar. En un momento en el que el arte se presenta muchas veces aletargado y falto de contenidos el habla del consumismo, de la prostitución, la violencia, el terrorismo, el racismo, la política nacional e internacional, los derechos de los trabajadores, y un largo etcétera. Como Kippenberger parece sumido en una obsesiva búsqueda de polémica.
Casi acabando, quiero fijar el punto de mira, en el hecho de que el trabajo de Sakkinen puede experimentar diferentes niveles perceptivos que permiten la lectura de su obra por todo tipo de público. No todos verán lo mismo, pero sí disfrutarán con su arte. Y finalizando decir que aunque en una primera mirada, pudiera no parecerlo, la obra de éste artista finlandés se presenta sumamente cuidado en cuanto a la técnica pictórica. Podríamos decir, aceptando el símil, que se trata de una cocina muy trabajada. Sus manchas, goteos pinceladas y brochazos, no están ahí porque sí. Para conseguir sus objetivos utiliza diversos materiales y acabados, en ocasiones alejados del mundo del arte, como bolígrafos, rotuladores para pintar camisetas, lijados,... de esta manera, como en su iconografía, se aproxima a la cultura popular, como las vallas publicitarias, la pintura infantil, etc.
Acercarse al trabajo de Riiko Sakkinen es una opción, en principio sencilla, pero que posteriormente nos exige una reflexión que no siempre estamos dispuestos a hacer. Aun así, nosotros tenemos la potestad de hacerlo o no. Un problema de conciencia.
Txema Aguiriano, Comisario de la exposición
de Riiko Sakkinen en Espacio AVAart.
Del 10 de agosto al 14 de septiembre de 2013
C/San Bernardo, 73. Gijón