Todo funciona como un reloj en Red Bull, todo, desde el cerebro y las manos de Sebastian Vettel, hasta las mejoras que Adrian Newey y sus ingenieros introducen en sus coches cada carrera. Ni el alemán comete errores, ni existe paso atrás en la velocidad del RB9 como sucede a sus rivales a menudo. Tic-tac, todo se sincroniza para que Vettel y el equipo austriaco caminen hacia su cuarto título. Nada chirría en el engranaje, tampoco en la estructura de cantera. Se va Mark Webber y toma su asiento Daniel Ricciardo, el siguiente en el escalafón. “La decisión está tomada y es buena para Australia”, confirmó ayer el australiano de Red Bull sobre su compatriota de Toro Rosso.

La disciplina prusiana que Helmut Marko , (“el doctor Marko” dentro del equipo) imprime a su programa de pilotos hace mirar hacia los siguientes para ocupar el lugar de Ricciardo en Toro Rosso. Y ahí aparecen dos nombres, Félix Da Costa, el portugués de casi 22 años (cumple el 30 de agosto) ahora enrolado en la Fórmula Renault 3.5 (World Series), y Carlos Sainz júnior, de 18. Y saben, ahora mismo es el hijo del bicampeón del mundo de rallyes, quien tiene más opciones. La prueba que hizo con Toro Rosso y Red Bull en los test de jóvenes pilotos y neumáticos de hace un mes en Silverstone enamoró al doctor Marko. Necesitaba redondearlo con una buena actuación en GP3 y Spa era el lugar indicado, como había sucedido con Fernando Alonso, 13 años atrás, cuando una pole y una victoria aquí, las únicas de esa temporada en F-3000, le granjearon un contrato en F-1. Carletes consiguió la pole con autoridad, tres décimas sobre el segundo, pero Jack Harvey se lo llevó por delante en las primeras vueltas.

Es parte del automovilismo. El Red Bull lo saben. Lo que es menos habitual es la reacción del pequeño Sainz cuando Harvey le pidió disculpas. “Son cosas que ocurren en las carreras. Todos cometemos errores alguna vez. Tenemos que pasar página”, le contestó con educación exquisita.

Si, Sainz encaja perfecto en la estructura de Red Bull, le gusta a todo el mundo, así que a nadie le extrañe si en unas semanas anuncian su llegada a la F-1, al asiento de Toro Rosso, al equipo filial de Red Bull, el mejor de la parrilla sin discusión alguna. Saben qué hacer en todo momento. “No voy pensando en el título, nunca lo hago, sé que eso se decide en la última carrera. Sé que el camino para ser campeón es preparnos a fondo para cada carrera, dar lo mejor de nosotros en cada momento, sin mirar más allá”, mantiene Vettel, el sólido líder que ha sumado su cuarto triunfo de la carrera.