Mucha gente se pregunta cómo Fernando Alonso no ha sido capaz aún de ganar un título con Ferrari; otros, desde otra perspectiva, se asombran al repasar cómo Ferrari pudo ser capaz de ganar los seis títulos que ha sumado en los últimos 33 años. Y puede que ambos tengan su parte de razón a la hora de enjuiciar a la más latina de las escuderías de Fórmula 1, capaz de lo mejor y de lo peor, con un poder de reacción enorme para volver a poner en la pista de Spa un coche competitivo, recortando de un plumazo tres décimas a sus rivales; capaces también de temblar como niños en el muro cuando la lluvia hace acto de presencia en una calificación.
Desde aquella crono en Malasia 2010, en la que dejaron los dos coches en el box en la Q-1 esperando que la lluvia cesara, cuando el resto salió a pista porque el agua iba a más, el castañeo de dientes casi se puede sentir a unos metros del box rojo. Y ayer, bajo la lluvia intermitente de Spa, no fue diferente. “El ´timing´ no fue bueno, y tampoco tuvimos suerte”, dijo Alonso para resumir los errores de estrategia y un cúmulo de circunstancias que dejaron a los Ferrari últimos en la Q-3. Pero sabe Alonso, y el resto de pilotos, incluido Lewis Hamilton, autor de la pole, que si hoy llueve durante la carrera, las posiciones en la parrilla, los errores o los aciertos en la crono, tienen poco valor. “Aún, pienso en la victoria”, dice el español.
Los nervios, las dudas, casi generan un desastre en Ferrari en la Q-1, cuando la pista se estaba secando y todo el mundo mejoraba tiempos. Sacaron a Alonso a pista con neumáticos mixtos nuevos en el último instante, por muy pocos segundos para acometer la última vuelta. Un estrés innecesario. Alonso respondió con el mejor tiempo, demostrando las posibilidades de un F138 “más competitivo, donde han funcionado las piezas nuevas que hemos traído”. Con la pista secándose, la Q-2 se desarrolló con neumáticos de seco en los dos intentos. Respiraban en el box de Ferrari sin tener que tomar más decisiones que las rutinarias: primero duros y después blandos. Alonso finalizó segundo, por detrás de Raikkonen, confirmando el potencial del coche que ya se había visto en los libres de la mañana (segundo por detrás de Vettel).
Pero en el arranque de la Q-3 volvió la lluvia, y con ella, los nervios. Alonso sugirió colocar neumáticos mixtos, pero le montaron seco, porque así lo hizo el resto de favoritos. En Ferrari aún pesa el ridículo de Malasia 2010. Esperaron a ver qué montaba la competencia, y los dos Ferrari se veían al final de la fila de diez en el pit lane esperando al semáforo. Todos tuvieron que entrar inmediatamente a cambiar ruedas para colocar intermedio. En el muro de Ferrari habían sacado demasiado tarde a pista a Alonso en la Q-1, y no aprendieron la lección para la Q-3, así que esta vez no le dio tiempo a dar una última vuelta que sí disfrutaron Hamilton, Vettel, Webber y Rosberg, para marcar los cuatro mejores tiempos aprovechando que la pista se secaba. Es verdad que el asturiano hizo un trompo en el penúltimo intento, pero perdió siete segundos respecto a los tiempos que en esa vuelta hicieron Raikkonen o Hamilton, los dos pilotos que tenía en pista por delante y por detrás en aquel momento. Y pasó con ocho segundos de retraso por meta para poder dar un giro extra al final.
Lewis Hamilton: “Red Bull y Ferrari son los más rápidos en seco, pero la lluvia ha sido una bendición para hacer
la pole; ojalá se repita en carrera”.