Belmonte.-Durante el pasado mes de julio y las primeras semanas de agosto, un equipo de investigadores y estudiantes universitarios dirigidos por los arqueólogos asturianos Margarita Fernández Mier (Universidad de León) y David González Álvarez (Universidad Complutense de Madrid) ha realizado excavaciones en el entorno de Vigaña, localidad situada en el municipio asturiano de Belmonte de Miranda. Estos fructíferos trabajos se han desarrollado en cuatro espacios de esta población y se enmarcan en la campaña estival de trabajo de campo del proyecto de investigación «La formación de los paisajes del Noroeste peninsular durante la Edad Media». Este proyecto está dirigido por la doctora Fernández Mier y está financiado por la Secretaría de Estado de I+D+i del Ministerio de Economía y Competitividad.
La línea prioritaria de investigación de este equipo de especialistas trata de conocer la evolución del paisaje de las áreas montañosas de la Cordillera Cantábrica entre la Prehistoria y nuestros días. Intentan así valorar la relevancia de las actividades cotidianas de los grupos humanos que habitaron este territorio durante los últimos milenios en la construcción cultural del paisaje. Por ello, este grupo de arqueólogos se interesa por conocer las prácticas agrícolas y ganaderas desplegadas en este territorio por las comunidades que poblaron el valle del río Pigüeña en distintas épocas. Para ello, llevan realizando excavaciones desde 2010 en campos de cultivo, terrazas agrarias, lugares de hábitat o necrópolis de cronologías diversas.
Fruto de esta intensa labor investigadora, la tranquila localidad belmontina de Vigaña destacaba recientemente en la crónica periodística regional al confirmarse el hallazgo del primer asentamiento neolítico al aire libre localizado hasta el momento en Asturias. Tal noticia era hecha pública ante la opinión general en el transcurso de las II Jornadas de Arqueología y Patrimonio “El estudio del medio rural desde la Arqueología del Paisaje” que los investigadores organizaron en colaboración con el Ayuntamiento de Belmonte de Miranda y el Aula Valdés-Salas de la Universidad de Oviedo. Estos descubrimientos no han pasado desapercibidos entre la comunidad investigadora, siendo numerosos los especialistas que se han interesado o acercado hasta el valle del Pigüeña para conocer de primera mano tales hallazgos. Entre ellos, destaca la visita del prehistoriador de la Universidad de Oviedo Adolfo Rodríguez Asensio, actual director general de Patrimonio Cultural del Principado de Asturias, quien valoró muy positivamente los avances investigadores producidos en Vigaña gracias a los novedosos planteamientos aplicados por el equipo coordinado por Margarita Fernández Mier y David González Álvarez. La implementación de la denominada “Arqueología del Paisaje” ha supuesto un importante revulsivo para la investigación arqueológica asturiana. Como resultado de ello, en Vigaña se conoce actualmente una secuencia ocupacional prácticamente ininterrumpida que abarca unos 2.500 años entre la Edad del Hierro y la actualidad, además de las referencias más distantes de los grupos nómadas del Neolítico que poblarían este territorio en una horquilla comprendida entre hace 6.000 y 5.000 años. Algo excepcional en el panorama investigador regional.
Las excavaciones en Vigaña sirven como prácticas de campo para estudiantes de Arqueología e Historia de distintas universidades españolas. En la imagen, trabajos de laboratorio en las viejas escuelas de Vigaña (Foto: David González Álvarez)
La labor de campo de la presente campaña se ha centrado en dos espacios ya explorados previamente. Se trata del poblado fortificado de El Castru, habitado entre la Edad del Hierro y la época altoimperial romana, y la iglesia parroquial de San Pedro de Vigaña, en cuyo entorno se ha excavado extensamente una necrópolis medieval con indicios de ocupaciones desde época romana. Además, los arqueólogos han realizado sondeos en áreas no exploradas hasta el momento como Entelaescuela, en el interior del pueblo, y la ermita de L.linares, en las proximidades de la localidad vecina de Castañera. En ambos casos, los trabajos supervisados por el arqueólogo César Martínez Gallardo han ofrecido datos de interés que completan la secuencia conocida para la ocupación de este territorio.
El entorno de la iglesia parroquial de San Pedro de Vigaña ya había recibido la atención de los investigadores en 2011. Aquel año se había detectado el límite norte del cementerio medieval, documentando ocho tumbas de lajas con hasta nueve difuntos cuyos restos óseos se encontraron bien conservados. En esta ocasión, la excavación se ha centrado en el ámbito inmediato a la iglesia bajo la dirección técnica de Pablo López Gómez. Se ha documentado una amplia secuencia de enterramientos medievales y modernos con hasta cuatro fases distintas de uso de la necrópolis. Han sido identificadas más de 35 tumbas con distintas tipologías constructivas que, sin duda, ampliarán el conocimiento de la población campesina que habitaba Vigaña a finales de la Edad Media. Lamentablemente, el estado de conservación de los restos antropológicos recuperados no ha sido tan favorable como en la anterior campaña. Esto es debido a la reiteración en el uso de este espacio como lugar de enterramiento, junto a las afecciones derivadas de las sucesivas remodelaciones de la iglesia a lo largo de las últimas centurias. Pese a todo, el estudio osteológico de los restos, a cargo de la especialista en Antropología física Candela Martínez Barrio, ofrecerá una buena lectura paleodemográfica de la población allí enterrada. Igualmente, las excavaciones en la iglesia permitirán solucionar algunos problemas de humedad que arrastra este edificio. Así, la restitución a su estado original del espacio excavado incluirá la instalación de materiales aislantes. Estos trabajos serán acometidos con la colaboración del Ayuntamiento de Belmonte de Miranda.
El poblado castreño de El Castru se ha situado como el segundo foco principal de la campaña de excavaciones de 2013, continuando los trabajos iniciados el pasado año. La superficie excavada hasta el momento ha permitido a los investigadores reconocer parcialmente dos cabañas y un espacio metalúrgico para el trabajo del bronce. Los resultados de estas investigaciones tienen gran interés para el conocimiento arqueológico de este período de la Historia regional. Por un lado, el sustrato geológico del poblado ha permitido que algunos materiales, como los elementos metálicos o los restos óseos, se hayan conservado de manera excepcional.
Trabajos exploratorios en el entorno de la capilla de L.linares, cerca de la localidad de Castañera (Foto: David González Álvarez)
Con lo que podrán derivarse interesantes investigaciones referentes a la elaboración artesanal de utensilios metálicos o al estudio de la cabaña ganadera y los patrones de consumo de carne de los habitantes de este castro, que será conducido por la arqueozoóloga del CSIC Marta Moreno-García. Por otro lado, las informaciones recuperadas en El Castru constituyen un hito destacado en la investigación castreña regional, pues frente al excelente conocimiento de los poblados castreños del extremo occidental de Asturias, el área montañosa del centro de la región constituye un vacío informativo que investigadores como David González Álvarez o Carlos Marín Suárez consideran urgente llenar con nuevos datos como los obtenidos en Vigaña. Los resultados de las primeras dataciones radiocarbónicas efectuadas sobre elementos orgánicos recuperados en 2012, junto al estudio de los materiales cerámicos documentados en ambas campañas, permiten vislumbrar una compleja secuencia de ocupación de este poblado con distintas fases que arrancarían en la Edad del Hierro y se prolongarían hasta el período altoimperial romano.
Concluido el trabajo de campo, se inicia ahora el análisis de los datos obtenidos y la elaboración de las interpretaciones. A lo largo de este invierno los investigadores confían en recibir una nueva tanda de dataciones radiocarbónicas, así como distintos informes emitidos por especialistas en distintas disciplinas que permitirán densificar las narrativas arqueológicas generadas por estas investigaciones. Y también comienza la fase de debate, fomentado por la presencia de diversos miembros del equipo en foros nacionales e internacionales de especialistas, en los que sin duda la localidad belmontina de Vigaña tendrá un lugar protagonista en las discusiones de los expertos.
Del mismo modo, los resultados obtenidos en Vigaña tienen su relevancia más allá del nivel puramente investigador. La lectura histórica del paisaje rural ha de situarse como un punto fuerte de cara a la gestión de este territorio. Las nuevas políticas agrarias y ganaderas no pueden obviar las prácticas productivas del pasado, que pueden servir de referentes para la elaboración de nuevas planificaciones territoriales. Igualmente, los resultados de investigaciones como las desarrolladas en Vigaña pueden constituir un recurso útil para estas zonas con tan alto índice de despoblación. El Patrimonio cultural que albergan estas montañas puede ofrecer oportunidades de desarrollo para sectores como la educación o el turismo.
Por desgracia, los prometedores resultados de estas investigaciones se ven empañados por la incertidumbre que envuelve a este grupo de arqueólogos. Los problemas en la financiación de la Ciencia y los severos recortes en investigación básica impiden que por el momento los investigadores conozcan si podrán proseguir son sus excavaciones el próximo año. Los retrasos en las convocatorias estatales para proyectos de investigación hacen hoy casi imposible que se cuente con recursos suficientes para afrontar una nueva campaña de excavaciones en Vigaña el próximo verano. Por ello, el equipo coordinado por Margarita Fernández Mier trabaja ya en distintas alternativas que pudieran asegurar la continuidad de los trabajos, que necesariamente pasarían por el apoyo de las administraciones locales y regionales.
FOTO PORTADA:
El entorno de la iglesia parroquial de Vigaña se encuentra densamente ocupado por tumbas medievales (Foto: Candela Martínez Barrio)