Un equipo dirigido por el egiptólogo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) José Manuel Galán ha hallado en Luxor (Egipto) un depósito de más de 80 figurillas de barro pintadas de unos 3.000 años de antigüedad. Las estatuillas, denominadas shabtis, pertenecieron probablemente al ajuar funerario de un sacerdote y tenían como fin acompañar al difunto en el Más Allá, concebido como un paisaje de campos de cultivo y canales de regadío, para realizar en su nombre tareas agrícolas. La importancia del hallazgo reside en que la zona está intacta desde época antigua.
En una rueda de prensa a la que han asistido la ministra de Ciencia e Innovación, Cristina Garmendia, y el presidente del CSIC, Rafael Rodrigo, Galán ha detallado hoy martes, 12 de julio, los principales hallazgos de la X campaña del Proyecto Djehuty en la necrópolis Dra Abu el-Naga, en la orilla occidental del Nilo en la antigua Tebas. Las excavaciones, que tienen como objetivo explorar el área donde se encuentran las tumbas de Djehuty y Hery, dos altos dignatarios de la corte egipcia entre el año 1500 y 1450 a. C., fueron interrumpidas por el estallido de la revuelta popular.
Los shabtis, que representan al difunto momificado, sujetan dos azadillas para labrar y portan a la espalda un pequeño saco de semillas. Algunos de ellos se distinguen por adoptar la apariencia de capataces o rais, ya que en la mano llevan un flagelo o pequeño látigo con el que dirigir a sus trabajadores. Una inscripción, escritas en vertical sobre sus piernas juntas y estiradas, identifican al propietario por su nombre, Su-en-amon, que vivió durante la dinastía XXI, hacia el año 1000 a. C.
“Este hallazgo nos está indirectamente indicando que la zona está muy poco alterada desde época antigua, hace al menos 3.000 años, y que los ladrones y egiptólogos del siglo XIX y principios del XX que pasaron por aquí no tocaron el terreno. A medida que profundicemos en la excavación, nos esperan estratos más antiguos en relativo buen estado”, destaca Galán, investigador en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales del CSIC.
Los arqueólogos descubrieron el depósito de estatuillas durante las excavaciones al suroeste del patio de entrada a la tumba de Djehuty, supervisor del Tesoro y supervisor de los artesanos de la reina Hatshepsut, una de las pocas mujeres del antiguo Egipto que ejerció de faraona en torno al año 1470 a. C. La tumba de Djehuty y sus tres pozos funerarios ya han sido totalmente excavados, pero ya han comenzado las tareas de restauración de las paredes y la recomposición de las inscripciones y escenas talladas en relieve en la misma roca de la colina.
El pozo funerario de Hery
Durante la X campaña, los trabajos han alcanzado el pozo funerario de Hery, propietario de una de las tumbas vecinas de Djehuty. Vivió 50 años antes que éste y su monumento funerario es uno de los pocos decorados que se conservan de esta época. Según los arqueólogos, Hery estuvo emparentado con la familia real, quienes construyeron el imperio egipcio extendiendo su influencia política, económica y cultural sobre Nubia, Palestina y Siria.
“La tumba de Hery presentaba la misma dificultad que años atrás la tumba de Djehuty: la cámara más interna estaba llena hasta arriba de escombros que caían a través de dos agujeros en el techo. Tras resolver el problema, a las tres semanas descubrimos la entrada al pozo funerario de Hery. Fue un hallazgo inesperado”, destaca el investigador del CSIC.
Los egiptólogos esperan seguir profundizando en este pozo durante la próxima campaña para descubrir el estado de su enterramiento y ajuar funerario. Toda la información que recojan servirá para reconstruir la vida social y religiosa de un periodo relevante en la historia del antiguo Egipto.
Un cementerio con momias animales
La X campaña del proyecto ha supuesto también el hallazgo de un gran santuario y cementerio animal de época grecorromana. Los arqueólogos han descubierto en la falda de una colina, unos metros más arriba de la tumba de Hery, una gran galería subterránea con media docena de habitaciones, algunas con altos techos y con pilares en el centro, que contiene numerosas momias de ibis, halcones y otros animales.
Además de las momias, los arqueólogos han hallado restos de vasijas de cerámica y dos graffiti escritos en tinta roja con caracteres demóticos (la escritura cursiva egipcia del momento). Uno de ellos está fechado en el año 43 de Ptolomeo VIII, que equivale a los años 128 y 127 a.C.
“Esta peculiar costumbre de depositar como exvotos momias de animales queda perfectamente documentada en la necrópolis de la antigua Tebas. Lo relevante del descubrimiento es que toda la colina de Dra Abu el-Naga se convirtió en una auténtica catacumba al unirse unas tumbas con otras rompiendo una o más de las paredes que las separaban. Hemos encontrado momias de animales desde casi las primeras campañas, pero lo interesante de esta galería es su gran tamaño y su aspecto de hipogeo o de santuario, además de poder fechar ahora con precisión esta práctica funeraria”, explica Galán.
Diez años en Luxor
Los 10 años de excavaciones e investigaciones en Luxor han servido para que los arqueólogos se hagan una idea más precisa de los secretos que esconde esta gran necrópolis de la antigua Tebas, dominada en el extremo norte por la colina de Dra Abu el-Naga. En el centro y a los pies de la colina es donde los arqueólogos decidieron situar su área de excavación. Hasta ahora han logrado documentar enterramientos desde el año 2000 a. C hasta época romana y han sacado a la luz objetos arqueológicos de gran valor.
Entre los hallazgos más destacados del proyecto destaca La tabla del aprendiz, un singular “pizarrín de escuela” utilizado por un estudiante para aprender a manejar el pincel, a escribir y a dibujar. El dibujo supone el primer retrato frontal conocido de un faraón del antiguo Egipto, o un ajuar funerario de 3.400 años de antigüedad descubierto en la tumba de un matrimonio de nobles del antiguo Egipto.
La VII campaña, en 2008, destapó, medio metro por debajo del nivel del suelo, el enterramiento intacto de un arquero que vivió 500 años antes de Djehuty. En el interior de esta tumba de 4.000 años de antigüedad se encontraba el cuerpo momificado de este guerrero, llamado Iqer, acompañado por tres bastones de mando, dos grandes arcos y cinco flechas. Durante la campaña de este año, los arqueólogos han concluido la restauración de su ataúd.
Los egiptólogos llegaron en 2009 hasta la cámara sepulcral de Djehuty, de 3.500 años de antigüedad y ubicada a 12 metros de profundidad, un hallazgo que les maravilló por la decoración, ya que el monumento tenía las paredes y el techo escritos con pasajes del Libro de los Muertos. Los trabajos de documentación, estudio y restauración de esta cámara se prolongarán algunos años.
Según los arqueólogos, las tumbas se disponen en la necrópolis unas al lado de otras, casi formando calles en la ladera de la colina, con caminos y escalones de acceso al os patios de entrada de las tumbas. Los investigadores están documentando dos mil años de utilización y reutilización de esta necrópolis, donde los enterramientos de distintas épocas se superponen.“Creemos que nos esperan enterradas más de una docena de tumbas nuevas desconocidas hasta la fecha. Es posible que no todas se conserven en buen estado, pero con que sólo la mitad tengan parte de su decoración original, el proyecto tiene por delante años de investigación prometedores y emocionantes”, afirma el director del proyecto