"En nuestro cerebro tenemos miles de millones de neuronas que se conectan mediante sinapsis y se cree que las memorias se guardan en las conexiones sinápticas situadas en regiones específicas del cerebro. Cada neurona se conecta hasta con 10.000 neuronas mediante 10.000 sinapsis", explicó a Fabricio Ballarini, becario posdoctoral del Conicet.
El investigador precisó que a raíz de descubrimientos en roedores en los que se veía que "distintos tipos de memoria mejoraban a partir de la asociación con una actividad novedosa", decidió estudiar "si esos mismos hallazgos podían observarse en humanos" y, en ese caso, "lo útiles que podrían resultar para el sistema educativo".
"Lo que no estaba claro era cómo hacía la neurona para guardar esos recuerdos o sostener una conexión sináptica en el tiempo, por lo que elaboramos la hipótesis de `etiquetado conductual`, que trata de explicar de qué manera se pueden guardar los recuerdos", dijo.
Ballarini, de 34 años, quien actualmente trabaja en el laboratorio de Memoria de la Facultad de Medicina de la UBA, agregó que "cuando la novedad se da a tiempos lejanos (4 horas antes o después) no se notan mejoras" y precisó además que tiene evidencias de que este mecanismo funciona en distintas edades.
"Sólo hay que encontrar el efecto novedoso adecuado para que sea acorde con la edad", aseguró. Y explicó que para que los recuerdos perduren se necesita la síntesis de proteínas dentro de las neuronas.
"Una memoria que dura pocas horas puede ser reforzada por otro evento novedoso que le brinde esas proteínas, y transformarse así en una memoria duradera o a largo término. En otras palabras, la novedad ayuda a consolidar ese recuerdo que de otra manera se perdería", precisó.
A partir de estos descubrimientos, Ballarini se propuso realizar experimentos en alumnos de escuelas primarias.
"Dado que nuestra hipótesis estaba relacionada con los efectos de la novedad sobre un aprendizaje, razonamos que los niños se sorprenden más fácil que los adultos", aseguró.
Cuestionarios realizados a 1600 estudiantes de segundo a cuarto grado de ocho escuelas primarias de la provincia de Buenos Aires permitieron inferir que la memoria de largo término puede ser mejorada mediante la experiencia de una clase novedosa de unos 15 minutos de duración, brindada una hora antes o una hora después del aprendizaje.
"Las actividades novedosas que probamos fueron dos, una clase de ciencia o una clase de música de entre 15 y 20 minutos. Al otro día se tomó un examen y descubrimos que los alumnos que presenciaron el evento novedoso memorizaron mucho más efectivamente que quienes no lo presenciaron", comentó Ballarini.
Y añadió: "Nosotros realmente estamos fascinados por los resultados, ya que cuando analizamos los datos observamos que la proporción de chicos que respondía correctamente aumentaba un 200% en aquellos que habían tenido una novedad".
"Entonces mediante esta simple y breve estrategia y sin ningún tipo de esfuerzo extra, los alumnos mejoraban su memoria", remarcó.
El investigador consideró que "es fantástico que la novedad pueda aplicarse una hora antes o una hora después del aprendizaje que uno quiere mejorar" por lo que la indicación que se les puede dar a las maestras es que "cuando sepan que existe un contenido dificultoso para los alumnos, deberían generar una actividad novedosa que los saque de la rutina".
"Lo que pretendemos es no sólo demostrar que el fenómeno es aplicable a cualquier edad y a cualquier aprendizaje, sino que los docentes lo puedan emplear y que el sistema educativo sea consciente de la facilidad y las ventajas que tiene nuestra estrategia", concluyó.
Hechos novedosos actúan como "proteínas" que fortalecen la memoria
Científicos argentinos descubrieron que para que los recuerdos permanezcan durante mucho tiempo en la memoria deben estar asociados a un evento novedoso una hora antes o después del hecho, lo que proporciona a las neuronas "una síntesis de proteínas" extra que hace que la memoria sea más duradera.