Julio César: 30 años buceando en las aguas negras de la Ciudad de México

Julio César: 30 años buceando en las aguas negras de la Ciudad de México
  • Se sumerge en aguas negras por un espacio de 20 minutos a 5 horas

 

  • Un 40 por ciento de los factores de riesgo para las inundaciones proviene de coladeras obstruidas con objetos sólidos, sobre todo PET

 

México D.F.-En una tarea única, sale de la rejilla que lo descendió entre cinco y siete metros en lo profundo de la Ciudad de México; su trabajo, inspeccionar el nivel de azolve y rastrear sólidos de gran tamaño  que se encuentran en el fondo de las plantas de bombeo, algunas coladeras y drenaje profundo.

 

Es Julio César Cu Cámara, buzo del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), quien suma 30 años realizando esta labor. En la oscuridad se sumerge en aguas negras por un espacio de 20 minutos o hasta cinco horas –dependiendo de la tarea encomendada- donde encuentra desde una bolsita de papas, hasta troncos, partes de carros, llantas, electrodomésticos, colchones, alfombras, desperdicios de PET, bolsas con basura, entre otros objetos que son arrojados.

 

De acuerdo a cifras de SACMEX, un 40 por ciento de los factores de riesgo para las inundaciones, proviene de coladeras obstruidas con objetos sólidos, sobre todo PET.

 

Su labor es importante para el desalojo de las aguas negras en la Ciudad de México, pues debe sacar los objetos de mayor tamaño para evitar el taponamiento de las plantas de bombeo encargadas de expulsar el agua que se desecha en los hogares y la que se acumula con  motivo de una lluvia.

 

“Yo no saco la basura pequeña, lo que saco son objetos grandes con ayuda de una rejilla que los transporta a la superficie. Puede ser una llanta, un colchón o partes de un auto. Cuando son estos casos una grúa de 45 a 75 toneladas se emplea”, señala.

 

“Es parte de mi trabajo revisar que todo esté bien. La gente se sorprende, cuando les digo que soy buzo, luego, luego piensan, que en el mar. ¡Qué padre! O en alguna plataforma marina. Pero, yo les digo que buceo en el drenaje de la Ciudad de México”, comenta mientras se viste con su traje de buzo.

 

Aunque su labor la realiza de manera individual y a oscuras a varios metros de profundidad, su equipo de trabajo se encarga de controlar el ascenso y descenso desde la superficie; supervisa la cantidad de aire que respira; checa que la comunicación sea permanente, identifica el punto donde se ubica dentro del agua y transmite las instrucciones al manipulador de la grúa.

 

“Yo permanezco dentro del agua y mi compañeros que están afuera están al pendiente de mí, a través de una radio que sirve para comunicarnos”. Ellos monitorean mi estado de salud, el estatus de mi  respiración y mi ubicación, así como la cantidad de azolve, el rastreo de sólidos y en caso de que tenga lugar, el hallazgo de objetos de gran tamaño.

 

“A los diez centímetros que entro, ya no veo nada. Lo que yo hago –reitera— es concentrarme en la radio cuando me están hablando y en las cosas que voy a hacer. Aprende uno a trabajar a oscuras”, dice al comentar que se guía por el tacto.

 

Destacó que su equipo de colaboradores está integrado por José Hernández que lleva 16 años trabajando en el Sistema; Víctor Carrera Rojas, con una antigüedad laboral de 23 años; Agustín Chávez Hernández, con un año y medio; y Ángel Juárez, dos años y medio, a estos dos últimos trabajadores los entrena para ser los próximos buzos de aguas negras.

 

Para sumergirse Cu Cámara, emplea la escafandra – casco de metal cerrado, con un cristal al frente, conectado a la superficie mediante una manguera para suministrar el aire que respira durante su inmersión- y un traje para buceo de origen noruego poco común en México.

 

Se trata de un equipo especial herméticamente sellado. Esos trajes –añade— son usados normalmente en aguas muy frías en los mares del norte de Noriega y en la Ciudad de México se comenzaron a utilizar para labores en el drenaje.

 

El traje y la escafandra son lavados con agua y jabón en cuando están en la superficie y posteriormente son desinfectados con químicos quirúrgicos, manifiesta Julio César minutos antes de sumergirse en las aguas negras de la Planta de Bombeo Aculco.

 

Para el ingreso a la Planta de Bombeo, una vez colocado el equipo completo se introduce en una rejilla anclada al brazo de la grúa; se verifican los últimos detalles respecto al suministro del aire y comunicación, y  baja a oscuras, en el agua, el buzo sale de la rejilla y se mueve un metro alrededor de ella y con ayuda de un gancho intenta llegar a la base para determinar qué cantidad de azolve existe.

 

Sube a la superficie y apenas se retira la escafandra asegura  que es lo que le gusta hacer. “Ya llevo 30 años haciendo esto. Para mí es satisfactorio siempre hacer mi trabajo. Hasta ahorita afortunadamente todo ha salido muy bien”, finaliza con la sonrisa de haber terminado la encomienda de ese día en la Planta de Bombeo de aguas negras Aculco-Cerro de la Estrella.

 

Anualmente el SACMEX tiene la meta de desazolvar 6 mil kilómetros de redes de drenaje, 238 mil accesorios del drenaje que se componen por coladeras, pozos de visita, bocas de tormenta, rejillas y coladeras pluviales, todo con el objetivo de evitar inundaciones.

 

  • Se sumerge en aguas negras por un espacio de 20 minutos a 5 horas

 

  • Un 40 por ciento de los factores de riesgo para las inundaciones proviene de coladeras obstruidas con objetos sólidos, sobre todo PET

 

En una tarea única, sale de la rejilla que lo descendió entre cinco y siete metros en lo profundo de la Ciudad de México; su trabajo, inspeccionar el nivel de azolve y rastrear sólidos de gran tamaño  que se encuentran en el fondo de las plantas de bombeo, algunas coladeras y drenaje profundo.

 

Es Julio César Cu Cámara, buzo del Sistema de Aguas de la Ciudad de México (SACMEX), quien suma 30 años realizando esta labor. En la oscuridad se sumerge en aguas negras por un espacio de 20 minutos o hasta cinco horas –dependiendo de la tarea encomendada- donde encuentra desde una bolsita de papas, hasta troncos, partes de carros, llantas, electrodomésticos, colchones, alfombras, desperdicios de PET, bolsas con basura, entre otros objetos que son arrojados.

 

De acuerdo a cifras de SACMEX, un 40 por ciento de los factores de riesgo para las inundaciones, proviene de coladeras obstruidas con objetos sólidos, sobre todo PET.

 

Su labor es importante para el desalojo de las aguas negras en la Ciudad de México, pues debe sacar los objetos de mayor tamaño para evitar el taponamiento de las plantas de bombeo encargadas de expulsar el agua que se desecha en los hogares y la que se acumula con  motivo de una lluvia.

 

“Yo no saco la basura pequeña, lo que saco son objetos grandes con ayuda de una rejilla que los transporta a la superficie. Puede ser una llanta, un colchón o partes de un auto. Cuando son estos casos una grúa de 45 a 75 toneladas se emplea”, señala.

 

“Es parte de mi trabajo revisar que todo esté bien. La gente se sorprende, cuando les digo que soy buzo, luego, luego piensan, que en el mar. ¡Qué padre! O en alguna plataforma marina. Pero, yo les digo que buceo en el drenaje de la Ciudad de México”, comenta mientras se viste con su traje de buzo.

 

Aunque su labor la realiza de manera individual y a oscuras a varios metros de profundidad, su equipo de trabajo se encarga de controlar el ascenso y descenso desde la superficie; supervisa la cantidad de aire que respira; checa que la comunicación sea permanente, identifica el punto donde se ubica dentro del agua y transmite las instrucciones al manipulador de la grúa.

 

“Yo permanezco dentro del agua y mi compañeros que están afuera están al pendiente de mí, a través de una radio que sirve para comunicarnos”. Ellos monitorean mi estado de salud, el estatus de mi  respiración y mi ubicación, así como la cantidad de azolve, el rastreo de sólidos y en caso de que tenga lugar, el hallazgo de objetos de gran tamaño.

 

“A los diez centímetros que entro, ya no veo nada. Lo que yo hago –reitera— es concentrarme en la radio cuando me están hablando y en las cosas que voy a hacer. Aprende uno a trabajar a oscuras”, dice al comentar que se guía por el tacto.

 

Destacó que su equipo de colaboradores está integrado por José Hernández que lleva 16 años trabajando en el Sistema; Víctor Carrera Rojas, con una antigüedad laboral de 23 años; Agustín Chávez Hernández, con un año y medio; y Ángel Juárez, dos años y medio, a estos dos últimos trabajadores los entrena para ser los próximos buzos de aguas negras.

 

Para sumergirse Cu Cámara, emplea la escafandra – casco de metal cerrado, con un cristal al frente, conectado a la superficie mediante una manguera para suministrar el aire que respira durante su inmersión- y un traje para buceo de origen noruego poco común en México.

 

Se trata de un equipo especial herméticamente sellado. Esos trajes –añade— son usados normalmente en aguas muy frías en los mares del norte de Noriega y en la Ciudad de México se comenzaron a utilizar para labores en el drenaje.

 

El traje y la escafandra son lavados con agua y jabón en cuando están en la superficie y posteriormente son desinfectados con químicos quirúrgicos, manifiesta Julio César minutos antes de sumergirse en las aguas negras de la Planta de Bombeo Aculco.

 

Para el ingreso a la Planta de Bombeo, una vez colocado el equipo completo se introduce en una rejilla anclada al brazo de la grúa; se verifican los últimos detalles respecto al suministro del aire y comunicación, y  baja a oscuras, en el agua, el buzo sale de la rejilla y se mueve un metro alrededor de ella y con ayuda de un gancho intenta llegar a la base para determinar qué cantidad de azolve existe.

 

Sube a la superficie y apenas se retira la escafandra asegura  que es lo que le gusta hacer. “Ya llevo 30 años haciendo esto. Para mí es satisfactorio siempre hacer mi trabajo. Hasta ahorita afortunadamente todo ha salido muy bien”, finaliza con la sonrisa de haber terminado la encomienda de ese día en la Planta de Bombeo de aguas negras Aculco-Cerro de la Estrella.

 

Anualmente el SACMEX tiene la meta de desazolvar 6 mil kilómetros de redes de drenaje, 238 mil accesorios del drenaje que se componen por coladeras, pozos de visita, bocas de tormenta, rejillas y coladeras pluviales, todo con el objetivo de evitar inundaciones.

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