A lo largo de este mes de julio, un equipo investigador dirigido por los arqueólogos asturianos Margarita Fernández Mier (Universidad de León) y David González Álvarez (Universidad Complutense de Madrid) ha estado desarrollando una campaña de excavaciones arqueológicas en varios puntos del entorno de la aldea de Vigaña, en el municipio de Belmonte de Miranda. Estas fructíferas investigaciones están arrojando luz sobre períodos históricos hasta ahora poco conocidos de la Historia de Asturias, como el Neolítico o la Alta Edad Media. El proyecto, financiado por el Plan Nacional de I+D del Ministerio de Economía y Competitividad, trata de reconstruir la evolución del paisaje de espacios montañosos como el valle del Pigüeña a lo largo de los últimos milenios y calibrar la incidencia de las actividades humanas en su progresiva modelación.
Entre otros yacimientos, los arqueólogos han estado trabajando en el poblado castreño de El Castru, donde ya excavaron el año pasado. Este pequeño asentamiento fortificado habría sido ocupado durante la Segunda Edad del Hierro y los inicios de la romanización por una pequeña comunidad campesina. La intervención avanza a buen ritmo y son visibles ya los restos de una gran cabaña circular, además de indicios parciales de otras construcciones. Entre los restos exhumados, destaca por su singularidad un espacio de trabajo artesanal dedicado a la metalurgia del bronce. En lo alto del castro puede observarse una cubeta para la reducción del cobre construida con arcilla y bloques de piedra. Dicha estructura está rodeada por niveles con gran presencia de cenizas y carbones, así como suelos de arcilla fuertemente enrojecidos como resultado de la insistente actividad metalúrgica. Además, los arqueólogos han recuperado restos materiales relacionados con el trabajo de este metal, como escorias, recipientes cerámicos con adherencias de cobre y bronce, así como pequeños fragmentos de objetos metálicos que los habitantes de este poblado reutilizarían como chatarra para fundir nuevos objetos. Estas actividades se habrían desarrollado hace unos 2200 años, si atendemos a las dataciones radiocarbónicas obtenidas por los investigadores.
Si hay una característica especial de este castro que le haga destacar en el panorama castreño del área cantábrica es la excelente conservación de los materiales recuperados. Así, los objetos descubiertos por los arqueólogos constituyen excelentes indicios a partir de los cuales conocer los procesos técnicos que emplearon los metalurgos de este poblado del valle del Pigüeña. La buena conservación de los materiales también se extiende a los fragmentos de hueso recuperados en suelos y basureros. Estos restos son importantes, por ejemplo, para conocer con precisión la composición de los rebaños de los habitantes de El Castru, compuestos por vacas, cabras, ovejas y cerdos.
Las excavaciones en El Castru continuarán una semana más allá de las previsiones iniciales debido al gran interés de los descubrimientos realizados. Tras dos años de laborioso trabajo, el yacimiento belmontino muestra una gran potencialidad desde el punto de vista científico. Impresión compartida por el director general de Patrimonio Cultural del Principado de Asturias, Adolfo Rodríguez Asensio, quien visitó recientemente las excavaciones de Vigaña. Las informaciones recuperadas hasta el momento sirven para reforzar los conocimientos que hasta ahora se tenían de la metalurgia de la Edad del Hierro en el ámbito cantábrico, con referentes previos como La Campa Torres (Gijón) o San Chuís (Allande). La excavación del castro de Vigaña también sirve para rellenar un importante vacío geográfico en la arqueología regional de la Edad del Hierro. Por ello, todas las informaciones recuperadas en estas excavaciones contribuyen a refrescar los conocimientos disponibles sobre la Edad del Hierro. Un período trascendental en la Historia de la cornisa cantábrica al constituir el momento definitivo en la sedentarización de los grupos humanos y el punto de inicio del paisaje agrario compartimentado y territorializado que, unos siglos después, se consolidaría en época romana y altomedieval.