Por Yassin Swehat.-Los crecientes enfrentamientos en el noreste de Siria abren un nuevo capítulo, que puede ser el más largo y peligroso, entre los kurdos y los árabes. Las luchas se están librando entre las Fuerzas de Defensa Popular, que pertenecen al Partido de la Unión Democrática Kurda –rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán- y grupos armados kurdos por un lado; y el Estado Islámico de Iraq y Siria (Da’esh) y otras brigadas y batallones islámicos por otro. Estos enfrentamientos comenzaron hace meses en varios puntos de las zonas rurales del norte de Hassake, para volverse más intensos en las últimas dos semanas, con la extensión del dominio de las fuerzas kurdas sobre Ra’s al-Ayn. Con el traslado de los enfrentamientos directos a Tel Abyad, el centro del área rural meridional de Raqqa, no parece que esto vaya a terminar. La situación sobre el terreno indica que ninguna de las partes es capaz de vencer a la otra, y que no hay posibilidad de llegar a una solución política intermedia, teniendo en cuenta, en primer lugar, que ambos contendientes no hacen caso de los políticos y tampoco cuentan con ellos, y en segundo lugar porque no hay ningún mediador capaz de reunir una mesa de diálogo seria.
La Coalición Nacional, y con él los líderes del ESL, se han limitado a emitir un comunicado que previene contra dichos enfrentamientos y los califica de “lucha fratricida”, y considera que los mismos son “alimentados por el régimen criminal principalmente, y que por desgracia algunos caen en ellos por consideraciones políticas o por intereses inmediatos y a corto plazo arrastrados por algunos individuos y grupos o movimientos que portan ideas y agendas que se ajustan a sus aspiraciones e intereses exclusivamente, o algunos grupos desorganizados cuyas ideas son ajenas al pueblo sirio”. La realidad apunta a que un comunicado como este es lo máximo que estas dos partes pueden hacer en el marco de su inexistente peso en la zona de la Yazira siria, y la ausencia de un mecanismo de presión (o incluso de comunicación) sobre las partes contendientes que se reparten la fuerza militar influyente en las zonas liberadas de la Yazira.
Estos enfrentamientos reflejan la lucha entre dos proyectos de entidades que aspiran a imponerse por la fuerza. El Partido de la Unión Democrática Kurda propuso, hace unos días, un proyecto de Constitución para las zonas bajo su dominio para conformar un autogobierno. El Estado Islámico de Iraq y Siria, que nació de las diferencias entre los líderes del Frente de Al-Nusra y el Estado Islámico de Iraq está adquiriendo cada vez más influencia a costa del Frente de Al-Nusra y propone un corte total con los métodos del Frente en medio de una confusión política, anunciando sin ambages su avidez de poder en las zonas en que se encuentra, y de dominar las sociedades que ahí viven. Se habla mucho en los medios de comunicación y en los círculos políticos de la posibilidad de que esta organización anuncie la creación de su propia entidad en las próximas semanas. “Da’esh” goza de buenas relaciones con las brigadas islámicas sirias, como Ahrar al-Sham, pero el futuro de estas relaciones, que hasta ahora se han limitado a la coordinación militar contra las milicias kurdas, no está claro mientras la sed de poder y dominio de “Da’esh” aumenta.
La falta de confianza mutua -por desgracia- entre los actores políticos opositores árabes y sus homólogos kurdos, ha complicado el derribo del gran muro de separación esencial y cultural entre ambos, pues las acusaciones de arribismo y de que los kurdos han ido en todo momento a obtener logros nacionales se enfrentan en contrapartida a un discurso radical kurdo contrario a todo lo árabe-islámico que culpa a los árabes (todos los árabes) de la injusticia cometida contra los kurdos durante décadas, y ve en los islamistas una nueva cara de ese aflaqismo [1] de cuya discriminación han sido víctima. Una voz que demoniza al otro, que domina cualquier discurso, lleva a un escenario demente: que los activistas kurdos, que han sufrido la persecución y represión de las milicias kurdas de Defensa Popular (que no quieren que se les llame “shabbihas kurdos”) intercambien acusaciones e insultos con los activistas árabes que se oponen al proyecto de “Da’esh” con ferocidad y que luchan contra él.
Es un paso más hacia la total “balcanización” de Siria, y llega justo en los días en que se celebra el décimo octavo aniversario de la masacre de Srebrenica en Bosnia… ¿Se hará un verdadero último esfuerzo por no seguir ese camino suicida?
[1] Relativo a Michel Aflaq, fundador del Baaz.
Publicado por Traducción por Siria