El calor abre el abanico de favoritos en Hungaroring

 El calor abre el abanico de favoritos en Hungaroring

Se esperan temperaturas cercanas a los 40 grados, un valor que solo se ha superado cuatro veces en 63 años de F-1 y para el que los monoplazas no están preparados

 

“Lo primero, sorpresa, después satisfacción, pero la pole no significa mucho para esta carrera”. La frase es de Lewis Hamilton, el hombre más rápido de la calificación, el tipo que liderará una parrilla en la que todos temen al calor. El pronóstico anuncia temperaturas a la sombra de 38 grados, algo que no se vivía en F-1 desde Barhein 2005, una de las cuatro ocasiones en 63 años de F-1 que se superaron los 40 grados. Esa es la barrera. “Los coches, todos los coches, están diseñados, construidos y prepararos para soportar hasta 40 grados, a partir de ahí todo puede pasar”, advierte Remy Taffin, ingeniero jefe de motores de Renault.

 

“El calor hace imposible un pronóstico, hay posibilidades para todos porque nadie sabe muy bien lo que ocurrirá”, advierte Stefano Domenicali, satisfecho porque el quinto puesto de Alonso muestra que Ferrari “ha recuperado el camino tras perdernos un poco en las dos últimas carreras”. Nadie sabe tampoco cómo se “comportarán los neumáticos, porque no se ha probado nunca con esta temperatura”, avanza Alonso, sabedor de que hoy, la temperatura se elevará cuatro o cinco grados. “Las escuderías diseñan coches pensando en temperaturas por debajo de 40 grados, porque es muy, muy raro que se sobrepasen. Hacer otro diseño con más refrigeración llevaría aparejado una perdida de prestaciones en todas las carreras, así que no se contempla. Por eso, en esta carrera entramos en una zona desconocida en la que todo puede sobrecalentarse, el motor, el alternador, la caja de cambios, la electrónica, el KERS, todo...”, advierte Taffin.

 

“En estas situaciones, el mayor peligro es la entrada de un coche de seguridad porque reduce la velocidad y con ella la refrigeración”, explica Jou Ramírez, jefe de mecánicos de McLaren durante más de 20 años. Estaba en la escudería inglesa en aquel GP de EEUU en el circuito urbano de Dallas de 1984, una de las cuatro veces junto a Barhein 2005, Francia 1959 y Argentina 1955 que se sobrepasaron los 40 grados. “El asfalto se derritió porque estaba recién echado, se bacheó entero, hubo muchísimos abandonos”, desvela Ramírez. “Pero fue peor para los pilotos. Muchos sufrieron desmayos, cometieron errores, como Senna o Mansell”, recuerda el mexicano. Ganó Keke Rosberg con un Williams, la única escudería que disponía de un circuito de agua refrigerada dentro del casco para mantener fría la cabeza del finlandés y su compañero Laffite.

 

“Ahora no ha ningún sistema así”, advierte el representante de Bell, unos de los suministradores de cascos de la parrilla, entre ellos Kimi Raikkonen. “Estamos ultimando un tejido refrigerante, que quizá esté listo este año, pero ni nosotros, ni el resto de fabricantes, tienen homologado algo más ahora que abrir los conductos de ventilación de aire al máximo”. “El calor no te hará ganar una carrera, pero sí es más fácil que en los últimos 45 minutos, existan ligeras pérdidas de concentración, casi de visión, que te hagan hacer un trompo, salirte por la hierba, o comerte la chicane”, advierte Fernando Alonso, uno de los mejor preparados, si no el mejor, físicamente de la parrilla. Suyo fue el triunfo en la última carrera que sobrepasó los 40 grados, en Barhein 2005.

 

Pero más que un desmayo en su gran rival al título, Sebastian Vettel, sabe Alonso que el Red Bull es, como asegura Taffin, es “el coche con un diseño más agresivo, más radical en cuanto a refrigeración, y por eso también es el más eficaz aerodinámicamente”. La caja de cambios del RB9 del alemán dijo basta en el reciente GP de Gran Bretaña, algunas vueltas después de la entrada del coche que tanto daño puede hacer a la refrigeración de los monoplazas en Hungaronring. Pero no serán los únicos en sufrir, porque la barrera de los 40 grados supone terreno desconocido para todos.

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