dimitió más de la mitad del Comité de Lactancia Materna de la Asociación Española de Pediatría (AEPED) como protesta ante la aparición del siguiente anuncio a página completa en la contraportada de la revista de la asociación, y con el sello de la asociación en el propio anuncio.
El pasado mes de junioEl anuncio nos advierte de que los niños nacidos por cesárea (1 de cada 4) tienen más riesgo de infección gastrointestinal, y que se puede reducir considerablemente ese riesgo si se le alimenta con su leche de fórmula enriquecida con un probiótico (bifidobacterium lactis o BL), cuya eficacia clínica ha sido reconocida por una sociedad científica especializada:
“La Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica reconoce la eficacia del BL para la prevención de las infecciones gastrointestinales con una reducción del 46% del riesgo”
No hay nada falso en estas afirmaciones. Las empresas se cuidan mucho de no mentir en la publicidad y este anuncio viene incluso con referencias bibliográficas. Entonces, ¿por qué han dimitido en bloque más de la mitad de los pediatras del Comité de Lactancia de la AEPED? Como suele suceder en la publicidad, el pecado no está en lo que se dice, sino en lo que no se dice. Y lo que no se dice es:
- (1) que dar el pecho reduce ese riesgo en mayor medida 1
- (2) que, al contrario que con el pecho, las evidencias sobre la eficacia del probiótico no son aún concluyentes2.
- (3) que la propia Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica (ESPGHAN) recomienda que los bebés sean alimentados con lactancia materna3.
- (4) que la cesárea no impide dar el pecho4.
Conviene recordar también que, tal y como nos recuerdan en SINA, los beneficios sobre la salud de la lactancia materna son tan claros, que están expresamente prohibidos los anuncios de leche de fórmula que insinúen o hagan creer “que la alimentación con biberón es equivalente o superior a la lactancia materna” 5.
OCULTANDO EL GRUPO DE CONTROL
Lo primero que llama la atención de la publicidad es su ambigüedad: reduce las infecciones un 46%, pero ¿con respecto a qué alternativa? Ante el silencio, el lector tiende a pensar que es con respecto a cualquier alternativa, o con respecto a la mejor alternativa, típicamente dar el pecho. Sin embargo, si acudimos a la revisión de la ESPGHAN que el propio anuncio cita como fuente2 y echamos un vistazo a los tres ensayos clínicos que revisan sobre este tema3, 4, 5, veremos que esta reducción es una comparación únicamente con bebés alimentados con leches de fórmula estándar (no enriquecidas con el probiótico estudiado) de modo que, incluso tomándonos la molestia de acudir a su fuente original seguimos sin saber si esta leche de fórmula llega a ser más preventiva que dar el pecho.
“En la mayoría de los ensayos incluidos, los investigadores utilizaron una fórmula infantil o de continuación estándar.”
COMPARÁNDOLO CON LA MEJOR ALTERNATIVA
Entonces, ¿qué le damos al recién nacido por cesárea? ¿Leche de fórmula con BL o pecho? Las referencias incluidas en el anuncio no nos dan la respuesta, pero la propia ESPGHAN tiene un documento sobre lactancia materna6 en el que nos informa de que la revisión de 14 estudios de cohortes realizada por Chien y Howie en 2001 encontró que dar el pecho reducía la razón de posibilidades de infecciones gastrointestinales en un 64%.
“La razón de probabilidades cruda resumen de los 14 estudios de cohortes para el desarrollo de infecciones gastrointestinales en bebés amamantados fue de 0,36 (IC 95% 0,32–0,41)”
SOLIDEZ DE LAS EVIDENCIAS
Como nos recordaba Rinze, ningún estudio aislado demuestra nada, sino que las hipótesis se demuestran a base de acumular evidencias con diferentes estudios. Por eso existen clasificaciones con diferentes niveles de evidencia jerarquizados que reflejan cuánto de sólidas son las evidencias que respaldan una declaración o recomendación médica. Así pues, independientemente de la cuantificación del efecto que hemos visto antes (y que favorece a la lactancia materna), ¿es la fiabilidad de las evidencias que respaldan una y otra alternativa la misma? No he encontrado una calificación estructurada, pero basta con ver la contundencia con que se expresa la propia ESPGHAN en uno6 y otro caso:
“Dar el pecho está también asociado a un impacto demostrable en la morbididad infantil en países industrializados, por ejemplo, una reducción de las infecciones gastrointestinales [...]”
Mientras que en el caso de la leche enriquecida con BL se pronuncia sobre su eficacia con mucha más cautela2:
“Existe alguna evidencia de los ensayos combinados que sugiere que la suplementación de formula infantil con B lactis (aisladamente o combinada) está asociada con una reducción del riesgo de infecciones gastrointestinales no específicas en niños.”
Para aquellos que no estén familiarizados con la jerga clínica, “alguna evidencia” (“some evidence”) significa que esa evidencia no se considera concluyente.
Es también por esto, supongo, que el documento de la ESPGHAN ni siquiera dice que el probiótico reduzca las infecciones en un 46%, pues no se atreve a cuantificar el efecto con un nivel de evidencia tan bajo. Este numerito sale del Material Complementario, donde, entre muchas otras cosas, se calcula cuál sería el resultado combinado de los efectos medidos en los tres ensayos sobre el tema que han revisado3, 4, 5. Sin embargo, la ESPGHAN decidió no incluir esta cuantificación en el documento, cabe suponer que porque no la considera fiable.
[Imagen: Figura 1, apartado 1.6.5, del Material Complementario de Braegger et al 2011]
LO QUE RECOMIENDA LA ESPGHAN
Con todo lo que hemos visto, no es de extrañar que lo que nos dice la ESPGHAN sobre la alimentación infantil sea lo siguiente6:
Dar el pecho es el modo natural y recomendable de contribuir al crecimiento y desarrollo sano de los niños pequeños. Existen numerosos indicadores de los beneficios de dar el pecho en la salud infantil, tanto durante la infancia como más adelante en la vida; una reducción del riesgo de diarrea infecciosa y de otitis media aguda son los efectos mejor documentados.
Mientras que, en el documento que el propio anuncio citaba como fuente2, lo que concluye la misma ESPGHAN sobre la leche de fórmula con probióticos es lo siguiente:
3. La administración de unos pocos probióticos (aisladamente o combinados) añadida a formula infantil o de continuación y administrada más allá de la infancia temprana podría estar asociada a algunos beneficios clínicos, como una reducción del riesgo de infecciones gastrointestinales no específicas […]. Sin embargo, los estudios disponibles diferían en la calidad metodológica, los concretos probióticos estudiados, la duración de las intervenciones y las dosis utilizadas. El Comité considera que todavía hay demasiada incertidumbre para obtener conclusiones fiables de los datos disponibles.
5. En general, no se dispone de datos sobre los efectos a largo plazo de la administración de formulas suplementadas con probióticos [...]
6. Considerando lo anterior, el Comité no recomienda el uso rutinario de fórmulas suplementadas con probióticos en bebés.
CESÁREAS: RIESGO DE INFECCIÓN Y LACTANCIA MATERNA
El hecho de que hablen de que los nacidos por cesárea tienen mayor riesgo de infecciones gastrointestinales pero sin cuantificar ese mayor riesgo puede resultar alarmante para las madres que se ven sometidas a una cesárea. Conviene saber que, conforme al estudio que el propio anuncio cita como fuente para esto de las cesáreas9:
- (1) El aumento del riesgo de infecciones gastrointestinales de los bebés nacidos por cesárea es pequeño en términos absolutos (del 8% al cabo de un año) de modo que, incluso aunque la eficacia del probiótico estuviese demostrada y además fuese en el porcentaje que sale en el material complementario, ello supondría que tendría efecto en 4 de cada 100 bebés (los 96 bebés restantes tendrían o no la infección igual, independientemente de que tomasen o no el probiótico).
- (2) Es difícil saber cómo se aplicaría este porcentaje de aumento del riesgo de infección en cesáreas a los bebés alimentados con fórmula puesto que, en el estudio que dan como fuente, todos los bebés eran amamantados.
- (3) En ese estudio únicamente se incluyen bebés con una historia clínica familiar de alergias y, precisamente, otro de los resultados que miden (y que aumenta) es la incidencia de alergias alimentarias. Este podría ser un factor de confusión importante. Podría ser que los antecedentes parentales de alergias y la propia alergia alimentaria del bebé fuesen la causa de la mayor tasa de infecciones gastrointestinales (diarreas) cuando estos bebés nacen por cesárea.
Por otro lado, el anuncio menciona la cesárea porque es uno de los casos en los que la leche de fórmula tiene más penetración, puesto que se ha comprobado que se reducen los casos de lactancia materna10. Sin embargo, se oculta que“la mayoría de las dificultades que encuentran muchas madres para amamantar tras la cesárea no son debidas a la intervención sino a toda una serie de creencias erróneas y/o prácticas inadecuadas en el hospital que a menudo motivan que la lactancia termine antes de lo que la madre deseaba” 7. Estas prácticas evitables que dificultan la lactancia en casos de cesárea son fundamentalmente el retraso innecesario en la primera toma y la administración de biberones y el uso de chupetes en ese periodo que es clave para estimular el reflejo de succión y asentar la lactancia.
VALORACIÓN FINAL
La leche suplementada con bifidobacterium lactis puede llegar a presentar grandes ventajas para la salud de los niños alimentados con leche de fórmula, lo cual es una excelente noticia y un gran avance en el desarrollo de los sucedáneos de leche materna, que llegan a ser imprescindibles en algunas circunstancias. Sin embargo, es un fraude al consumidor el presentarla como si fuera la opción más saludable, ya sea en cesáreas o con carácter general. El consumidor tiene derecho a saber que la opción más saludable en casi todas las circunstancias, incluida la cesárea, sigue siendo la lactancia materna, y para no inducir a confusión sobre eso hubiera bastado con que el anuncio mencionase, aunque fuera con un simple asterisco y letra pequeña, que esa reducción es con respecto a las leches de fórmula estándar.
Si la AEPED, dueña de la revista y la que presta su logo al anuncio, lo hubiera exigido, quizá nos habríamos ahorrado tanto una publicidad engañosa como la renuncia de 7 pediatras que estaban realizando una gran labor sobre este tema. Como nos cuenta el Dr. José María Paricio, uno de los pediatras del Comité que renunció, aunque “este tipo de comportamiento [es] reiterado por pare de la AEP pese a las peticiones del Comité de Lactancia Materna”, las encomiables iniciativas que la AEPED está teniendo en este campo auguran que descuidos como este quedarán “para la historia, como quedaron los anuncios de cigarrillos en antiguas revistas médicas”.
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Este artículo nos lo envía Jesús Rosino divulgador de la ciencia tras el cambio climático, traductor en Skeptical Science y autor del libro El cambio climático antropogénico. Desde el nacimiento reciente de su hija está reorientando su labor de divulgación hacia el campo de la medina y la pediatría. Podéis encontrarlo en su blog o en su perfil de Google+