CSIC/DICYT Los modelos de predicción del cambio climático prevén un aumento de temperatura que podría convertir en hostiles las zonas donde actualmente se concentran los esfuerzos por reintroducir al lince ibérico (Lynx pardinus), según se desprende de una investigación liderada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). El trabajo, publicado en la revista Nature Climate Change, describe cómo la selección de nuevos hábitats hacia la mitad de este siglo para la conservación de esta especie podría dar lugar a un aumento de su población de hasta casi 900 ejemplares para comienzos del siglo que viene.
Actualmente se estima que sólo entre 250 y 300 individuos de lince ibérico sobreviven en libertad, distribuidos en dos poblaciones diferentes. Ambas se localizan en el suroeste de la Península Ibérica donde, además, se concentran los esfuerzos por reintroducir a la especie.
Según el artículo, debido a los efectos del cambio climático, “un manejo intensivo sin reintroducciones podría provocar la extinción de esta especie dentro de unos 50 años”. Si estas medidas se combinan con la estrategia de reintroducción actual solo se lograría el mantenimiento del número de ejemplares durante el presente siglo. Por el contrario, la implementación de programas de reintroducción que incluyan los efectos del cambio climático podría suponer un aumento de la población de linces de hasta casi 900 individuos repartidos entre 25 y 31 subpoblaciones distintas.
El investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC Miguel Bastos Araújo, que ha dirigido la investigación, explica: “Los planes de reintroducción deberían replantearse más allá de las zonas asociadas históricamente a esta especie hacia otras regiones que, en el futuro, presenten las condiciones adecuadas para su viabilidad”. La investigación ha detectado más de 40 áreas climáticamente susceptibles de albergar al lince ibérico hacia la mitad del siglo XXI.
Además del clima, la abundancia del conejo de monte (Oryctolagus cuniculus) es otra de las variables que más influye en la supervivencia del lince, ya que esta es casi su única presa. El investigador de la Estación Biológica de Doñana del CSIC Alejandro Rodríguez, que también ha participado en la investigación, señala que “este es el primer modelo predictivo que combina las interacciones entre especies con los efectos del cambio climático”.
El equipo de investigación ha tardado cinco años en integrar las variables que más afectan al lince ibérico. La última tenida en cuenta está relacionada con las alteraciones en los usos del suelo.
La falta de conectividad entre los hábitats ocupados por la especie también supone una amenaza para su supervivencia. Por ello, a pesar de haber detectado más de 40 futuras áreas adecuadas para la especie, el investigador de la Universidad de Adelaida (Australia) Damien Fordham, primer firmante del artículo, asegura que “si no se llevan a cabo las medidas de gestión pertinentes, la desconexión entre estas zonas reducirá la viabilidad de las poblaciones reintroducidas”.
Según el artículo, el aumento reciente en el número de individuos de lince ibérico indica que las medidas actuales de conservación funcionan, al menos, a corto plazo. Sin embargo, el reducido número de sus poblaciones implica una alta vulnerabilidad frente a los cambios en la calidad del hábitat y en la abundancia de sus presas. Por ello, para Bastos Araújo resulta “necesario tener en cuenta los impactos previstos del cambio climático a la hora de planificar los programas de conservación de especies”.