Por Carlos Cuesta Calleja
Su muerte fue un mazazo indescriptible, aun sabiendo su mal respiratorio que arrastraba con precaución desde hacía años. Hace unos días todavía estábamos preparando proyectos viajeros y culturales, aunque a sus resortes corporales-algo extraño- le faltaban ánimo y fuerza para la respuesta decidida, firme y afirmativa como siempre. Hoy no es un día cualquiera, es una fecha oscura y trágica en momentos estivales- por una desaparición física no entendible-, la misma que este hombre bueno y decidido escogía para llevar a su grupo cultural de Arte por Concejos a lugares cargados de cultura, amistad y tertulia. Y así durante muchos años recorriendo Asturias y España con la sana intención de conocer y acercar a sus amigos y compañeros en esta aventura de lo atrayente por los vericuetos del arte, la historia y la sorpresa.
Ceferino Salat-cabeza visible de una tienda notable de ultramarinos- cabalgó por esta vida como un vaquero muy bien organizado que controlaba perfectamente sus pasos y buscaba lo práctico y esencial de la existencia, siempre a caballo entre lo intelectual y lo natural. Y lo suyo era hacer el bien y disfrutar del momento con sus próximos. Siempre tan dispuesto para la ocasión, y lo mejor de todo es que se ajustaba con ideales humanos a hacer felices a los demás a través de sus contactos para encontrar el camino recto a sus pretensiones. Era un activista de la cosa sencilla y amena.
Todo un organizador y una persona cabal que concitaba la voluntad de todos por su forma de ser y su bonhomía a ras de piel… Los viajes a Luarca a conocer el Jardín Botánico con José Manuel y disfrutar de los buenos platos de Casa Consuelo,con tus amigos Álvaro y Ramón, a Taramundi a recorrer la tierra de los mazos, a Illas a celebrar el aniversario de La Tenada, a Avilés a la presentación del cómic sobre el Adelantado de la Florida Pedro Menéndez de Avilés o a los rincones de la Aldea Perdida de Palacio Valdés en Laviana… son historias que marcaron un tiempo y son viejas citas en los anaqueles de la memoria, de nuestra memoria.
Mañana estaban programados más encuentros culturales y lúdicos que difícilmente tendrán el componente amistoso y eficaz sin tu presencia. Entre albariños, tu vino esencial, y buenos palos de sidra con los pinchos soberbios de Casa Ramón, hablábamos de proyectos animosos y visitas obligadas a la Villa Romana de la Olmeda en Saldaña (Palencia) o el encuentro próximo a Cabranes para recoger unos libros sobre pintores de la Sidra. Había mucho entusiasmo en tu afán vital y aprovechabas los minutos con fruición y las horas con pasión para colaborar con cualquier causa noble y de servicio a la colectividad… Eras así, un hombre agarrado a la solidaridad y al amor al prójimo y siempre con el norte de la amistad por bandera en unos tiempos poco aptos para ese tipo de acciones.
No me salen las palabras para rendirte un apasionado panegírico, pues sólo con tu estilo y carácter me has ganado para lanzarte glosas verdaderas y sencillas, y en estas horas veraniegas de sol juliano, todo ello unido a mi torcido estado de ánimo, me atrofia la mente. Gracias Ceferino por compartir contigo muchas horas de ensueño, amistad, culinaria, catas vinateras, charlas turísticas y viajes imposibles en el entramado de Arte por Concejos, Amigos de los Museos, La ASPET y La Pegarata… que alimentaron nuestro espíritu, nuestro afecto y nuestra verdad cultural.
La muerte nos aleja en lo físico y no habrá más encuentros con la razón y el Carpe Diem, pero recuerda que te llevaré secularmente en mi corazón, por tu singularidad, tu hedonismo, tu altura de miras, tu ejemplaridad y tu sapiencia a la hora de compartir momentos. Y Mari, tu querida esposa, te añorará en sueños inolvidables y en alguna que otra discusión por tu abnegación con lo tuyo. Y después llegaba tu canción preferida: “Chalaneru, Chalaneru… que lleves en la Chalana, llevo roses y claveles y el corazón de una xana, si pases el puente nun caigas al agua que los mios amores son de la Chalana…” Mañana a la misma hora…