Vanessa Carral Portilla, terapeuta con delfines.
El Escorial.-El empleo de animales marinos y concretamente de delfines se ha revelado como una herramienta de primer orden para mejorar el estado de pacientes con graves deficiencias neurológicas y motoras, autismo y otras dolencias. De ello habló Vanessa Carral Portillo, psicóloga y terapeuta del centro Dogtor animal, especializado en estos tratamientos. El inconveniente viene dado por el alto coste que suponen estos tratamientos y las distancias que hay que recorrer para recibirlos. Reconoce que cuando expresó su deseo de aplicar sus conocimientos psicológicos a las terapias con animales, “me tomaron poco menos que por loca y decidí irme fuera”.
Vanesa Carral ha recorrido todo el mundo visitando diferentes centros especializados en terapias asistidas con animales marinos. Desde Australia a Estados Unidos, ha tomado contacto con las distintas técnicas de adiestramiento y de aplicación de las terapias con pacientes, en muchos casos niños, afectados de las más diversas enfermedades. Esto le ha permitido acuñar su propio método.
Ha destacado que en este campo existen dos tipos de terapias, las intensivas y las de largo plazo; las primeras generan “picos de conducta” con resultados aparentemente muy espectaculares, pero que a falta de continuidad en el tiempo, si se recuperan al cabo del tiempo, pierden eficacia. Las terapias a largo plazo, oscilan entre los nueve meses y varios años de duración, integrando las técnicas de aprendizaje y son las que ofrecen mejores resultados.
La valoración del estrés generado en el animal terapeuta fue objeto de atención en la primera jornada, como nos explica Ignacio de Gaspar Simón, profesor de la Facultad de Veterinaria de la Universidad Complutense y secretario del curso, nos explica que esto se realiza a través de la medición de una hormona el cortisol, esta a su vez está vinculada a una serie de descargas fisiológicas, basadas en las catecolaminas, o esto sonará más, en la adrenalina”.
Las terapias con delfines se realizan normalmente con dos animales. Esto no es un capricho, sino que responde como todo aquí, a una estudiada planificación, para asegurar en todo momento, la seguridad de la intervención. El empleo de dos delfines está orientado a mejorar la lateralidad de los pacientes e intervienen, además de los delfines y el paciente, un adiestrador y un profesional sanitario que diseña la terapia que ha de tener el paciente. “Entre estos cuatro actores hay todo un mundo de interacciones y de trabajo. Cada vez más vamos a cosas multidisciplinares”, nos dice el profesor Gaspar Simón. Una regla de oro es que entre el animal y el adiestrador nunca debe interponerse nadie. Es el encargado de premiar las acciones del delfín mediante el premio de la comida y el silbato. No hay que olvidar que el animal colabora voluntariamente, llegando en casos especiales, como nos confiesa Vanessa, a un alto grado de implicación y de complicidad con el paciente.
Si respetas ciertas normas mínimas de aproximación al mismo, el éxito está casi asegurado contando con los cuidados profesionales adecuados.
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