Por SINC.-Que la actividad industrial humana puede inducir movimientos sísmicos no es algo nuevo, pero un estudio publicado en Science confirma que la inyección de aguas residuales para producir energía geotérmica está relacionada con el aumento de los seísmos. Un segundo estudio revela que el fracking aumenta la probabilidad de que las ondas de un terremoto lejano causen otro en el área explotada.
La inyección de aguas residuales bajo tierra aumenta la probabilidad de que se produzcan terremotos, ya que incrementa el estrés sísmico de la zona. Estas conclusiones se desprenden de dos estudios publicados hoy en Science sobre la implicación de las actividades humanas en la generación de terremotos.
Investigadores de la Universidad de California en Santa Cruz han descubierto que las instalaciones de energía geotérmica pueden inducir terremotos, y han encontrado una alta correlación entre actividad sísmica y la producción de este tipo de energía, que implica inyectar agua en el subsuelo.
Los geofísicos estudiaron el número de terremotos producidos entre 1981 y 2012 en la región de Salton Sea (California), y cruzaron estos datos con los de la actividad de las plantas geotérmicas.
Hasta 1986, cuando había poca actividad geotérmica, el nivel de terremotos se mantuvo bajo. Tras 2001, tanto la producción de este tipo de energía como la actividad sísmica se dispararon.
Para separar los terremotos directamente producidos por la industria, los investigadores desarrollaron un método estadístico. “Podríamos predecir los terremotos generados por la actividad humana, a partir de los datos del agua que entra y sale del suelo”, explica Emily Brodsky, geofísica de la universidad de California y autora principal del estudio.
Los expertos se preguntan qué podría pasar con las plantas geotérmicas situadas cerca de la falla de San Andrés
En la región analizada, la mayoría de los seísmos inducidos fueron pequeños, pero los expertos se preguntan qué podría pasar con las plantas geotérmicas situadas cerca de la falla de San Andrés. “Es difícil saber el efecto que estas plantas pueden tener sobre la falla, pero parece plausible pensar que podrían interaccionar”, opina Brodsky.
Al límite de estrés
“Los líquidos están llevando las fallas a un punto crítico”, explica Nicholas van der Elst, investigador de la Universidad de Columbia en Nueva York y autor del segundo estudio publicado en Science.
Según su trabajo, la inyección de aguas residuales puede generar un alto estrés sísmico en las zonas explotadas y hacerlas vulnerables a los grandes terremotos que provocan temblores en otras partes del globo. Este efecto precursor ya se conocía, pero es la primera vez que se relaciona el fenómeno natural con actividades humanas.
Los seísmos inducidos por la inyección de agua en la tierra son especialmente importantes, ya que la fracturación hidráulica (fracking) ha permitido la obtención de gas y petróleo de zonas que hasta entonces no eran productivas.
“Las olas sísmicas producidas por terremotos lejanos son como un test de estrés”, explica Heather Savage, coautor del estudio. “Si el número de pequeños terremotos se incrementa, puede indicar que las fallas se están ‘estresando’ de manera crítica y que podría producirse un terremoto mayor”.
De esta forma, terremotos de gran magnitud como los de Chile en 2010 (8,8 grados en la escala de Ritcher), Sumatra en 2012 (8,6) o Japón en 2011 (9,0) fueron responsables de otros seísmos en zonas tan alejadas como Praga, Colorado o Texas, en áreas sometidas a un alto estrés sísmico provocado por las inyecciones de aguas residuales.
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La actividad de las plantas geotérmicas también pueden inducir terremotos. / Scott Ableman