Parlamento Europeo.-Durante los diez últimos años, la UE ha apoyado la producción de combustible a partir de cultivos alimentarios para reducir las emisiones de CO2 del transporte. El año pasado, la Comisión Europea propuso limitar la cantidad de biocombustibles derivados de alimentos al ponerse en duda su utilidad para reducir las emisiones. La eurodiputada liberal francesa Corinne Lepage, encargada de la cuestión, nos explica los problemas de la actual política de biocombustibles de la UE y cómo solucionarlos.
Corinne Lepage asegura que la promoción de los biocombustibles producidos con cultivos alimentarios, conocidos como de primera generación y entre los que se encuentran la colza y el aceite de palma, tuvo un impacto negativo en los países en desarrollo. Por un lado, aumentó los precios de los alimentos. Por otro, hizo que la tierra cambiara de uso y se dedicara a producir biocombustibles, lo que conlleva la destrucción de bosques y humedales. El resultado es que las emisiones de CO2 aumentaron en lugar de reducirse.
“Es necesario poner límites a la primera generación de biocombustibles, pero no de la forma indiscriminada que la Comisión propuso”, dijo la eurodiputada, que urgió a distinguir entre un mejor y un peor rendimiento de biocombustibles derivados de alimentos.
Cálculo de emisiones
“Propongo incluir las emisiones relacionadas con los cambios del uso de la tierra en el cálculo de reducción de las emisiones de gases con efecto invernadero atribuidas a los biocombustibles, para estimular la producción de biocombustibles como el etanol, que son muy beneficiosos para el clima”, afirmó Corinne Lepage. Y recordó que el Parlamento, ya en 2008, reclamó que se contemplara el cambio de uso de la tierra.
“Ignorar estos problemas podría minar la credibilidad de la UE en la lucha contra el cambio climático y la legitimidad del apoyo financiero a la industria”, añadió. Este apoyo financiero se eleva a alrededor de 10.000 millones de euros al año provenientes de los presupuestos de los Estados de la UE.
La eurodiputada dijo que la actual insistencia en la austeridad podría dificultar la justificación de los elevados subsidios hasta 2020. Y añadió que las “inversiones existentes deberían estar protegidas y la industria debería tener varios años para continuar produciendo combustibles de primera generación para recuperar las inversiones y preparar el cambio a biocombustibles avanzados”, producidos con fuentes no alimentarias como los desechos o residuos de materias primas.
La votación de la comisión parlamentaria de Medio Ambiente está prevista este 11 de julio. Y el voto en el pleno de la Eurocámara, el 10 de septiembre.