Este ha sido un invierno largo y lluvioso en Asturias. Tal vez por eso el párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta, en su discurso tras la bendición de las aguas, le pidió al patrono de la ciudad que deje atrás las nubes y dé protagonismo al astro rey. Antes hubo misa mayor, presidida por Javier Fernández Sangrador, vicario general de Asturias, a la que asistieron miembros de todos los grupos de la corporación municipal excepto Izquierda Unida, y en la que se entregó el premio de la parroquia a Cáritas por su apoyo a las familias. La mañana terminó con el canto del “Gijón del alma” a cargo del coro “Voces de Cimadevilla”, el himno oficioso de la ciudad al que se unió todo el público presente, que abarrotaba el Campo Valdés.
Por B. SOLÍS/AM Gijón.-Misa mayor, bendición, discurso y canciones. Así transcurrió la mañana de San Pedro en Gijón junto a la iglesia que lleva el nombre del patrón de la ciudad. Una mañana muy soleada y que llenó de gente tanto la sacristía como los jardines del Campo Valdés.
La misa, concelebrada, fue presidida por el vicario general de Asturias, Jorge Fernández Sangrador, que en su homilía hizo alusión a los fuertes lazos que unen al santo con la ciudad: “Pedro fue un pescador, un hombre de mar, y en él los gijoneses reconocen claramente sus señas de identidad”. También hizo referencia al océano como medio de difusión del cristianismo: “San Pedro y San Pablo dejaron el mar de Galilea y surcaron el Mediterráneo, y por mar llegó la evangelización a nuestras tierras. Gijón es una ciudad cosmopolita, que abarca formas muy distintas de expresarse, y todas ellas han quedado unidas por la fe católica”.
Tras la celebración litúrgica el párroco de San Pedro, Javier Gómez Cuesta, se unió a la alcaldesa Carmen Moriyón en la bendición de las aguas del Cantábrico y, acto seguido, el sacerdote tomó la palabra, refiriéndose en primer lugar a las pancartas que portaban miembros del colectivo Asturias Laica en protesta por la presencia institucional en actos religiosos: “Vivimos en una ciudad libre y tolerante”.
Ya entrados en faena, don Javier aseguró que “la mar es el alma de Gijón” y, parafraseando al papa Francisco, aseguró que “los gijoneses huelen a mar, a sardinas, a congrios, a bocartes… Porque San Pedro era pescador y olía a mar, y ese es un aroma que se reconoce perfectamente en esta ciudad”.
En materia de ruegos, el sacerdote pidió la ayuda del patrón para que Gijón pueda disfrutar del verano: “Este año pedimos a San Pedro que no nos bendiga con más agua. Que escampe, que hemos pasado un invierno muy largo y nos van a salir aletas. Que nos bendiga con rayos de sol y que la mar no se lleve la arena de la playa de San Lorenzo y nos deje poner las casetas, porque Gijón es una ciudad nómada que en verano acampa junto al Piles”.
Finalizó el sacerdote con una llamada a políticos y ciudadanos para que asuman su responsabilidad de cuidar la villa: “Tenemos que dejar a las próximas generaciones un Gijón donde dé gusto vivir y donde no haya que emigrar por obligación. Y mejor con el Sporting en primera división”.
Tras la alocución, seguida con sonrisas por el público que abarrotaba el Campo Valdés, el coro “Voces de Cimadevilla” cantó la Salve Marinera y el himno oficioso de la ciudad, “Gijón del alma”, al que se unieron todos los allí presentes.