El uranio confirma 20.000 años de arte rupestre en Altamira

El uranio confirma 20.000 años de arte rupestre en Altamira

CGP/DICYT Un equipo multidisciplinar de científicos liderado por la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) ha publicado en la prestigiosa revista americana Journal Archaeological Science un trabajo titulado Uranium series dating reveals a long sequence of rock art at Altamira Cave que prueba que las primeras fases del arte paleolítico de la cueva de Altamira (Cantabria) fueron realizadas, al menos, por los primeros grupos de Homo sapiens que poblaron Europa y, que estas muestras artísticas se dilataron en el tiempo, por lo menos, 20.000 años (entre al menos, 35.000 y 15.200 años), lo que implica que son más antiguas de lo que se pensaba.


Dirk Hoffmann, investigador del Programa de Geocronología del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh), ha realizado la datación por series de Uranio no de la propia pintura, sino de las costras de calcita que se sitúan por encima de las figuras pintadas.


Este nuevo método no tiene las limitaciones que impone la prueba del carbono 14 AMS, utilizada frecuentemente en las dataciones, y que solo es aplicable a un reducido número de motivos rupestres realizados con materia orgánica. Gracias al procedimiento de series del Uranio no hay perjuicios para la conservación de las pinturas, ya que no hace falta extraer materia colorante alguna de las imágenes; basta con un poco de calcita para proceder al análisis. En consecuencia, no afecta al arte rupestre, como ocurre con la técnica del carbono 14 AMS, y se garantiza su integridad, según han informado a DiCYT fuentes del Cenieh y la UPV.


Como ha explicado el autor principal de la investigación, Marcos García Díez, profesor del Departamento de Geografía, Prehistoria y Arqueología de la UPV/EHU y miembro del Grupo Consolidado y de Alto Rendimiento en Prehistoria del Gobierno Vasco, “obtener dataciones tan antiguas en el Techo de los Policromos, cercanos a los 35.000 años o más, nos permite subrayar que los lugares de habitación que utilizaban las gentes de Altamira, estaban a escasos metros del lugar en el que se practicaba la actividad simbólica, llegando a convivir ambas actividades en el tiempo, en algunos momentos entre 36.000 y 20.000 años”.


De este modo, “se destierra la idea tradicional de que el ámbito de los simbólico-religioso se llevaba a cabo en la oscuridad de la cueva y, el día a día, al aire libre o en la entrada de la cavidad”. De este modo, “una parte importante del arte de Altamira, y la simbología y creencias que tras él se esconden, no es algo privado, sino vinculado a la cotidianeidad, al grupo humano”, añade el investigador.


Estudio colaborativo


Además de la Universidad del País Vasco y el Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) de Burgos en este estudio han participado el Museo y Centro de Investigación de la cueva de Altamira, la Universidad de Barcelona (ICREA), la Universidad de Bristol y la Universidad de Southampton.

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