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Las condiciones bajo las cuales, ante diversos problemas digestivos, los ovinos pueden aprender a automedicarse son analizadas por un grupo interdisciplinario de investigadores del Centro de Recursos Naturales Renovables de la Zona Semiárida (CERZOS) y del departamento de Agronomía. Es así que agrónomos, veterinarios, bioquímicos, y psicólogos trabajan en el tema para lograr estrategias sustentables y económicas de manejo del ganado.
Muchos recordarán a perros o gatos eligiendo tipos particulares de hierbas ante un supuesto malestar digestivo. En mayor o en menor medida, las especies animales han evolucionado en su continua lucha contra los parásitos, y los ovinos no son la excepción. Existen especies vegetales que contienen compuestos secundarios capaces de reducir la carga de parásitos en ovinos, y estos animales pueden aprender a consumir esas especies.
“Es necesario definir el concepto de automedicación asociado al comportamiento animal. Lo que el animal realiza es seleccionar plantas que contienen compuestos químicos secundarios y que resultan beneficiosas para su salud. Uno de estos compuestos secundarios son los taninos condensados. Para la investigación usamos un tanino que se obtiene del quebracho colorado. Las experiencias muestran que los corderos consumen este tipo de tanino ante diversos malestares como, por ejemplo, la presencia de parásitos en sus sistemas digestivos” explicó a InfoUniversidades Hebe T. Fernández, integrante del CERZOS.
Otro de los efectos conocidos de los taninos condensados es la facultad de unirse a las proteínas y formar complejos a nivel ruminal que resisten la degradación microbiana. De esta manera, mejoran la eficiencia de utilización de la proteína al aumentar la tasa de pasaje de ésta hacia el intestino delgado y, por lo tanto, favorecen la absorción de aminoácidos y la ganancia de peso.
Uno de los objetivos de esta investigación es determinar si las ovejas son capaces de aprender las consecuencias benéficas medicinales de la ingesta de taninos cuando consumen dietas con alto contenido de proteína degradable en rumen. “Nuestro interés es estudiar las condiciones que facilitan o dificultan ese aprendizaje, de manera de poder utilizar ese conocimiento para desarrollar prácticas de producción económica y ecológicamente sustentables, que faculten a los ovinos para automedicarse de manera estratégica, eficiente y autónoma” indicó Fernández.
La evidencia demuestra que, cuando un animal se encuentra con parásitos, incrementa el consumo de tanino, y es de esperar que cuando los niveles proteicos de la dieta son normales disminuya la ingesta de este compuesto. En este sentido, la investigadora señaló: “Un componente clave a tener en cuenta en el proceso de aprendizaje es la secuencia y el momento en el que el animal realiza la ingestión del compuesto secundario. Cuando el animal se encuentra enfermo (parasitado o con exceso de proteína), consume el compuesto secundario y experimenta una mejoría. Los efectos beneficiosos de este comportamiento quedan aprendidos y así, la posibilidad de repetir la conducta en el futuro estará fortificada. En un mismo sentido, si consume la ‘medicina’ (compuestos secundarios) en lapsos irregulares o en una secuencia no adecuada, es probable que no logre, o tarde mucho, en aprender los efectos curativos beneficiosos de esa ingestión”.
Los resultados que se logren permitirán obtener pautas de manejo para intercalar en forma estratégica plantas en el medioambiente, o bien suplementar a los animales con tanino u otro tipo de compuesto secundario cuando se encuentran parasitados o pastoreando en un verdeo con alta concentración de proteína bruta
foto: Infouniversidades