Eficaz y desconocida Policía científica española

Eficaz y desconocida Policía científica española

Santander.-En el encuentro ‘De la escena del crimen al tribunal de justicia’ se explican los pasos de la cadena de custodia, eje de un protocolo conjunto de la Comisaría General de Policía Científica, el Servicio de Criminalística de la Guardia Civil y el Instituto de Toxicología y Ciencias Forenses

En 1910, Edmond Locard sentó las bases de la labor de la Policía Científica. Más de cien años después, la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP) profundiza en este ámbito gracias al curso Policía Científica. De la escena del crimen al tribunal de justicia.

 

Organizado por la Policía Nacional y dirigido por Pilar Allué, jefa de la Comisaría General de la Policía Científica, el curso se basa en “dar idea de lo que está haciendo la Policía Científica en estos momentos”, según ha explicado la propia Allué. Eso sí, no se trata de ofrecer una visión similar al CSI de Bruckheimer, sino de “hacer llegar la realidad”, ha matizado.

 

Así, a través de diversas sesiones, que van desde La cadena de custodia a la Infografía forense, expertos en diferentes ámbitos mostrarán el camino que siguen los indicios desde que son recogidos por las fuerzas de seguridad en la escena de un crimen o el cuerpo de una víctima hasta los juzgados. El director general de la Policía Nacional, Ignacio Cosidó, clausurará el encuentro este viernes.

Allué ha asegurado que el objetivo del encuentro pasa por “ofrecer una imagen del Cuerpo Nacional de Policía en su aspecto científico, su alcance universitario y de colaboración internacional en ámbitos de investigación para conseguir el objetivo final: ofrecer a los juzgados las pruebas en hechos sólidos y fundamentos científicos para que puedan utilizarlas”.

 

Protocolo de la cadena de custodia

 

La cadena de custodia tiene como fin garantizar la seguridad de las pruebas. Carmen Figueroa, profesora titular de Derecho Penal de la Universidad de Alcalá de Henares, ha explicado que actualmente existe cierta falta de regulación normativa y, por ello, “se está desarrollando un protocolo donde decimos qué cautelas y qué medidas deben adoptarse en cada una de las fases de la cadena”, ha subrayado.

Y es que “su importancia es total porque si se duda de la validez de una prueba que accede a un juicio oral, los jueces no pueden valorarla y por tanto absolverán al sujeto imputado si no hay otra prueba condenatoria”, ha asegurado.

 

Para asegurar aún más este procedimiento, el Instituto Universitario de Investigación en Ciencias Policiales de la Universidad de Alcalá de Henares ha trazado un protocolo en el que intervienen la Comisaría General de Policía Científica, el Servicio de Criminalística de la Guardia Civil y el Instituto de Toxicología y Ciencias Forenses.

La cadena de custodia ha sido protagonista, a veces involuntaria, de muchas crónicas de tribunales. En los últimos meses, los casos de José Ortega Cano y José Bretón han vuelto a ponerla en el candelero. En el primero, su ruptura jugó en favor del torero ya que “en el juicio se consideró que no se podía valorar” la muestra de sangre extraída a Ortega Cano después del accidente porque “no se pudo garantizar que alguien tuviera acceso y la manipulara”.

 

En cuanto al caso de José Bretón, Figueroa ha asegurado que es “distinto” porque la defensa ha recurrido en dos ocasiones la admisión como prueba de los restos óseos hallados en la finca de Las Quemadillas. De hecho, la profesora de Derecho Penal ha explicado que tanto la Audiencia Provincial de Sevilla como el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía coinciden en señalar que “consta perfectamente acreditada la cadena de custodia”.

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