Entrevista a Alejandra Araya de la Universidad de Chile y Soledad Abarca de la Biblioteca Nacional
UNESCO Press/Santiago.-Recientemente reconocida como parte del registro “Memoria del Mundo” de la UNESCO, La Lira Popular Chilena es la más fiel representante de la denominada “literatura de cordel”. Publicada en Chile entre 1850 y 1930 aproximadamente, fue impresa en pliegos sueltos, que luego formaron cuadernillos de diversas extensiones y eran vendidos a muy bajo precio.
La “literatura de cordel” recibe su nombre de la forma en cómo eran publicitadas: colgadas de cordeles entre dos árboles, postes o muros. Su gran formato se debía a la escasez de un material diferente y a la visibilidad a distancia que provocaba, logrando que la mayor cantidad de personas pudieran ver sus grabados. Generalmente estaban escritas en cinco o seis composiciones en décimas, glosadas por una cuarteta y cada pliego contaba con entre cinco y ocho poesías de un mismo poeta.
Para conocer más sobre estos tesoros documentales, conversamos con dos de las personas claves en la presentación de los expedientes al Programa Memoria del Mundo de la UNESCO (MOW): Alejandra Araya (AA), jefa del Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile y Soledad Abarca (SA), Jefa del Archivo de Literatura Oral y Tradiciones Populares de la Biblioteca Nacional de Chile.
--¿Qué valor tiene que la Colección de la Lira Popular Chilena haya sido inscrita en el Registro Memoria del Mundo de la UNESCO?
AA: Tiene mucho valor en niveles de distinto espesor y obviamente imbricados. Por una parte, la Lira es el tercer registro de Chile en el programa Memoria del Mundo y da cuenta de la forma en que nuestro país puede leerse desde la memoria de la humanidad. Esto es, la memoria de las dictaduras del Cono Sur con el registro de los Archivos de Derechos Humanos, en la llamada primera modernidad y el proceso de globalización con el registro de los Archivos Jesuitas.
El registro de la Lira como tercera inscripción en los registros de la Memoria del Mundo es una muestra de la experiencia de la creación humana en un tiempo específico, una manifestación de un “hacer” que es posible sólo en el espesor de una larga tradición y de una apropiación de saberes de diversa naturaleza en un formato único y particular. La Lira Popular Chilena está inserta dentro del género de la literatura de cordel con un sello particular que podríamos calificar de "chileno", pero sólo si es reconocido como parte de una cultura latinoamericana y como nuestra experiencia del mundo para la Memoria del Mundo.
Este reconocimiento supone un paso más en nuestra toma de conciencia sobre el valor del patrimonio documental en la construcción de la memoria y de la cultura, pero además amplía las nociones que tenemos sobre los documentos como artefactos culturales más complejos e insertos dentro de sistemas culturales mayores como la cultura popular, los medios de comunicación de masas y los imaginarios visuales.
SA: Además, este reconocimiento es muy significativo para la historia. La Lira Popular es un objeto frágil y de carácter efímero, y los pioneros en recolectarla y resguardarla fueron estudiosos contemporáneos a ella. Ellos fueron visionarios y luego nuestras instituciones, tomaron el relevo y cumpliendo con su mandato han conseguido proyectarla hacia el futuro. Con ello nos aseguramos que las futuras generaciones puedan compartir, analizar y comprender los valores históricos, literarios y estéticos que sirvieron de contexto para la creación de la Lira Popular.
--¿Qué desafíos u oportunidades implica para Chile este reconocimiento?
AA: El principal desafío es hacer de esta inscripción un buen motivo para continuar abordando las políticas públicas respecto del patrimonio cultural, desde la pregunta sobre cómo nuestra legislación asume las definiciones internacionales sobre protección del patrimonio y, más aún, el concepto de patrimonio. Nosotros no tenemos ley de patrimonio, si no que de monumentos nacionales y esto claramente no permite valorar el patrimonio documental de manera compleja en su inseparable relación con las instituciones que los producen, los espacios que los acogen y la vida social que les da sentido. La Lira Popular tiene la fuerza, como decía Neruda, de esos oscuros poetas populares que nos dan su luz.
SA: Necesitamos aprovechar esta tremenda oportunidad para hablar de los temas patrimoniales, del área de los documentos y promover su rescate, valoración, preservación y acceso, como también su apropiación para comprender las historias y memorias de las comunidades. Estamos seguros que todos los cultores de la poesía popular se sienten muy orgullosos y conectados con la Lira Popular, un patrimonio muy vivo que genera cada vez más interés por los jóvenes.
--¿Qué es lo especial que tiene La Lira Popular?
AA: Las temáticas de la Lira Popular son excepcionales, ya que es uno de los pocos documentos existentes que muestran los sentimientos y pensamientos del segmento popular de la población chilena de mediados del siglo XIX y de las primeras décadas del siglo XX. Los temas principales son de interés internacional y nacional como fiestas, tópicos religiosos, crímenes, asaltos, ejecuciones, fenómenos naturales, contrapuntos (especie típica de la composición) y eventos fantásticos, entre otros. También acompaña a los textos un fenómeno artístico relevante de las artes gráficas por medio de los grabados que se hacían en relación al escrito y el diseño en la diagramación de los grabados y poesías en el pliego.
La Colección Lira Popular de la Universidad de Chile fue conformada por el bibliófilo Raúl Amunátegui. Está compuesta por 890 pliegos publicados entre 1860 y 1920, los que están divididos en tres tomos. Entre los poetas que publicaron se puede encontrar a Daniel Meneses (ca.1855), con más de 100 pliegos; Rosa Araneda (ca.1861), de quien se guardan más de 73 pliegos; Adolfo Reyes (ca.1870) con más de 87 impresos; Juan Bautista Peralta (ca.1876) con cerca de 30 pliegos reconocidos; Hipólito Cordero (ca.1851) con alrededor de 33; y Nicasio García (ca.1829) de quien se cuentan más 42 pliegos.
SA: Las dos colecciones de la Lira Popular de la Biblioteca Nacional conforman en total 679 pliegos. La primera colección que llegó a la Biblioteca fue donada por el profesor alemán Rodolfo Lenz y luego a fines de los años noventa se adquirió la colección de Alamiro de Ávila que fue repatriada desde Argentina.
La Colección Rodolfo Lenz se destaca por su amplitud temporal: abarca desde 1880 a 1920, es decir, prácticamente todo el período de existencia de la Lira Popular. Esta particularidad posibilita el estudio de este fenómeno en su aspecto evolutivo, desde la conformación de sus características propias, reflejadas en la “época de oro” de la Lira (1890-1910), hasta su disgregación producto tanto de la desaparición de los más importantes poetas, como también por la irrupción de otras formas de comunicación que atrajeron a las masas populares.
Respecto a los poetas que se pueden encontrar en esta colección, además de los anónimos, contiene pliegos de 55 autores, entre los cuales se cuentan los más destacados de esta manifestación: Bernardino Guajardo, Daniel Meneses, Rosa Araneda, Adolfo Reyes, Juan Bautista Peralta, José Hipólito Casas Cordero. Una característica que confiere aún más valor a la colección son las anotaciones, timbres y números de folio que presentan algunos pliegos. Muchos escritos se pueden atribuir a Lenz, en tanto que los números y códigos reflejan su pertenencia tanto al investigador como a la Biblioteca Nacional de Chile.
En la Colección Alamiro de Ávila predominan los pliegos publicados desde 1890 hasta 1910. Se encuentran pliegos de anónimos de unos 42 poetas, entre los que se cuentan: Bernardino Guajardo, Daniel Meneses, Adolfo Reyes, Juan Bautista Peralta, José Hipólito Casas Cordero. Destaca en esta colección la producción del poeta Juan Bautista Peralta, quien diera el nombre de “Lira Popular” a sus publicaciones. Además las numeró, existiendo desde el número 1 hasta el 95, con muy pocos faltantes, por lo que se pueden hacer estudios concernientes a la periodicidad con la que los poetas realizaban sus pliegos.
--¿Cómo fue el proceso de postulación a este registro?
AA: Fue una experiencia muy interesante porque unir a dos instituciones tan emblemáticas e importantes como la Biblioteca Nacional y la Universidad de Chile es, en sí mismo, un gran logro y con miras a un trabajo necesario e indispensable de apoyo mutuo, pues nuestros objetivos, funciones y misiones son compartidos, nuestro horizonte es la sociedad de la que somos responsables.
La postulación en sí misma fue aprendizaje, un desafío, pues supuso sistematizar nuestros registros, poner en común la información, intercambiar materiales, concordar visiones, etc. Fue un trabajo largo, iniciado por Soledad Abarca y al cual nos sumamos con la total convicción de que ello significaría un aporte para la valoración de nuestro patrimonio, su democratización y su instalación en el ahora con renovados bríos.
SA: Concuerdo con que fue una experiencia riquísima, donde en cada una de las instituciones se realizaron procesos previos de conservación, restauración, digitalización y exhaustiva documentación e investigación de cada pliego. Además, quisimos darle un carácter multidisciplinario y transversal a la construcción del expediente, lo que generó una postulación muy sólida. Esto nos habla de una madurez en el tratamiento del patrimonio documental en algunas instituciones privilegiadas como lo son la Biblioteca Nacional y el Archivo Central Andrés Bello de la Universidad de Chile.
Hoy nuestra labor prioritaria es difundir este patrimonio y el trabajo que se ha realizado con él. En este punto es destacable que en el marco de la estrategia de puesta en valor, contamos con el apoyo de la Dirección de Asuntos Culturales del Ministerio de Relaciones Exteriores, para realizar una acción de difusión del legado de Rodolfo Lenz y la Lira Popular en el marco de la Feria Internacional del Libro de Leipzig en marzo del 2012. Allí se mostraron Liras facsimilares que contaban con información en inglés y alemán, lo que concitó mucho interés en el mundo académico alemán presente en el evento.
También contamos con el apoyo del Comité Nacional Memoria del Mundo con quienes sostuvimos intensas conversaciones que nos ayudaron a afinar el contenido del expediente.
--¿Cuáles son los pasos a seguir luego de esa denominación?
AA: Lo más urgente, que el Estado reconozca el valor de la Lira Popular protegiéndola, por ejemplo, declarándola Monumento Histórico Nacional pues la responsabilidad de su resguardo, protección, conservación y difusión no puede quedar sólo en las instituciones propietarias, que si bien son públicas, estatales y nacionales, cumplen funciones que exceden con todo los asuntos estrictamente patrimoniales. Esta misión debe ser nacional o un principio constitucional, tal como sucede en países como México, Ecuador y Colombia.
A ambas instituciones nos corresponde seguir trabajando juntas para que la Lira Popular siga siendo una creación de todos, pero que también se reconozca a sus autores, sus marcas en el imaginario visual y que se identifiquen sus aportes (su gráfica, por ejemplo) como pertenecientes a una creación cultural específica, pues lo popular no significa ausencia de nombres, o no respetar las correctas referencias de sus imágenes, cuyo uso debe ser respetuoso, ya que las Liras Populares producidas desde fines del siglo XIX y hasta las primeras décadas del siglo XX y no son un "dibujo" cualquiera. Esto supone tener criterios y políticas de acceso comunes, y una agenda de trabajo que potencie el trabajo de cada cual en su especificidad, pero generando programas que tengan un sentido nacional.
SA: A lo planteado por Alejandra, con lo que concuerdo plenamente, sólo me restaría agregar que tenemos proyectos concretos como la organización de una actividad académica donde invitaremos a todos los investigadores a nivel nacional e internacional dedicados al estudio de la literatura de cordel, que es el género al que pertenece la Lira, para ampliar aun más los diálogos en torno a estas colecciones y otras relacionadas. Además haremos una intervención urbana que sorprenderá en las calles de Santiago, al igual que lo hacía la Lira en sus tiempos.