La asociación Hijos de Las Caldas coordinará las visitas guiadas que se prolongarán hasta el 15 de septiembre
Las cavidades fueron descubiertas en 1979 y son reconocidas por sus grabados parietales
La consejera de Educación, Cultura y Deporte del Principado, Ana González, ha anunciado hoy la reapertura el próximo sábado 15 de junio de las Cuevas de La Lluera (Oviedo), durante una visita a las cavidades, junto con el director general de Patrimonio Cultural, Adolfo Rodríguez Asensio.
Las cuevas, gestionadas por Patrimonio Cultural y que llevan cerradas desde finales de 2008, permanecerán abiertas hasta el 15 de septiembre. La asociación Hijos de Las Caldas será la encargada de coordinar las visitas guiadas que tendrán un tiempo de duración de aproximadamente hora y media, que incluye un recorrido de 20 a 30 minutos por senderos. Para realizar la reserva se ha habilitado un teléfono de contacto (615 298 615). El precio por persona asciende a 5 euros.
Campañas arqueológicas
Los grabados parietales de las Cuevas de la Lluera fueron reconocidos en 1979, y tras el descubrimiento se realizaron diversas campañas arqueológicas centradas en el estudio del arte y en la excavación de la galería oriental de la cueva. Los trabajos permitieron la identificación de varios niveles arqueológicos con restos materiales líticos y óseos con clara filiación Solutrense, contemporánea a una parte de las representaciones gráficas, junto con restos de una ocupación del Magdaleniense Superior final.
Una de las particularidades del arte de La Lluera (I) es que las representaciones son todas grabados que se disponen en el espacio correspondiente al vestíbulo de la cueva y que alcanzan hasta el umbral de penumbra, lo que permite definir su arte como un Santuario Exterior. Los grabados paleolíticos se localizan exclusivamente en las paredes laterales de la galería occidental de la cueva, organizándose en varios paneles de difícil lectura iconográfica junto a otros de excelente grado compositivo.
Pared izquierda
En la pared izquierda, las representaciones dan comienzo con la figura de un caballo localizado en la zona próxima a la entrada actual y a cuya figura se asocian varios signos lineales. A escasa distancia, pero en un ángulo distinto de la misma pared, aparece un panel con multitud de trazos que se entrecruzan y en donde se reconocen figuras de uro, caballo, cierva y macho cabrío. Es el Panel de Entrada. Junto a éstas, destaca la presencia de varias líneas cérvico-dorsales a modo de contornos inacabados de cierva.
A continuación, la pared se curva formando una hornacina cóncava que acoge el conjunto más singular y mejor organizado de la cueva: la Gran Hornacina. En su parte central destaca la presencia de seis uros de distintos tamaños (de muro a techo y de mayor a más pequeño) y colocados en oblicuo, siguiendo las líneas de fuga que coinciden con una fisura en la propia pared. Este recurso, tan poco frecuente en el arte paleolítico, contribuye a dotar al conjunto de una sensación de perspectiva.
Tanto su disposición como el distinto modelado del surco del grabado muestran cada una de las representaciones, especialmente las que se encuentran en primer término, favorecen la presencia de una posible escena de marcha de manada. En el espacio que queda libre entre los bóvidos pueden verse las figuras de varias ciervas que transmiten sensación de movimiento, y un caballo. La continuación de la pared de la hornacina ofrece un espacio en el que se reconocen, en la zona central, dos figuras de bisonte y en un pequeño friso superior, trazos no figurativos, una cierva y un pequeño bisonte.
Pared derecha
En la pared derecha, las representaciones se articulan en tres bandas o frisos horizontales; el superior presenta una confusa malla de grabados en los que pueden identificarse alguna cierva; el friso medio se estructura en tres zonas que coinciden con relieves topográficos de la pared y, aunque muestra idéntica confusión de líneas grabadas, pueden distinguirse varias ciervas que disminuyen de tamaño desde la boca de la cueva hasta el interior. Tiene especial importancia el grabado de una gran cierva que muestra en su pecho un surco profundo con moldeado en su labio interno. También destacan dos pequeñas ciervas localizadas en el umbral de penumbra que se caracteriza por presentar un grabado más fino y menos profundo que el resto de las representaciones de la pared.
Por último, en el friso inferior y dentro de una pequeña oquedad u hornacina aparecen diversos signos junto con una posible representación de mamut. Por lo que respecta a la Lluera II, las escasas representaciones se reducen a signos triangulares de distintos tamaños y dispuestos alrededor de la representación de una pequeña cierva.