Por Adriana Pujol/Ethic.-Con motivo de su último trabajo documental, el fotógrafo francés Yann Arthus-Bertrand comparte con Ethic su visión sobre la la naturaleza y la defensa de un planeta gravemente amenazado por un concepto nihilista del desarrollo económico.
«El océano se ve tan grande que ha falsificado nuestra visión de un mar sin fin… Pero todo en el planeta tiene una capacidad limitada y por ello tenemos que aprender a manejarlo. Todo el mundo lo sabe, aunque a veces tendemos a olvidarlo: compartimos un planeta, el planeta azul».
Este razonamiento, tan cabal y tan acuciante, es el eje que vertebra la obra del fotógrafo Yann Arthus-Bertrand.
Nacido en París en 1946, es decir, en una Europa resquebrajada que empezaba a sacar cabeza de los horrores de la guerra, Arthus-Bertrand aprendió desde pequeño a apreciar la belleza y la grandeza de un planeta amenazado por del concepto de desarrollo surgido tras las revoluciones industriales.
«Mucha gente no quiere ver el daño que estamos haciendo», explica a Ethic este conservacionista cuya bandera no es otra que el sentido común. «El mundo en el que vivimos es increíble. Cuando yo nací éramos 2.000 millones de personas. Ahora somos 7.000 millones. Es un crecimiento abrumador. Deberíamos ser conscientes de nuestro impacto sobre el planeta. El de una sola persona ya es enorme», añade.
En 1967, con solo 21 años, el fotógrafo galo ya dirigía una reserva natural en su país de origen y diez años después se instaló con su esposa Anne en Kenia, en la reserva del Masai Maram, donde durante 3 años estudió el comportamiento de una familia de leones. Fue en ese momento cuando empezó a utilizar una cámara fotográfica para ilustrar sus observaciones escritas. Poco después, empezó a impartir clases de globo aeroestático para completar los ingresos familiares. Así nacía su vocación: plasmar la espectacularidad de la naturaleza en imágenes tomadas desde el aire. Para Arthus-Bertrand, este trabajo es un medio para concienciar sobre la necesidad de defender las naturaleza.
La película
Respecto al estreno de su nueva película en formato documental Planet Ocean, Arthus-Bertrand reflexiona: «Podemos hacer algo por nuestro planeta. Quería enseñar la belleza de los océanos, la diversidad, su utilidad, pero también las amenazas a las que se enfrentan hoy y las soluciones potenciales que el hombre puede aportar. El océano es ese sopa primigenia, que billones de años atrás, hizo posible el florecimiento de la vida y en última instancia, nuestra evolución. Esta es la conexión que quise mostrar en la película. En efecto, el hombre es la causa y el remedio a su enfermedad».
Para el fotógrafo, los océanos son el centro de la vida. «Nos aportan el oxígeno que todos respiramos, nos proporcionan un gran porcentaje de lo que comemos y nos permiten mejorar la conectividad en nuestro comercio».
Aunque desde el aire la mayor parte de los océanos no se observan sucio, el agua de nuestros mares contiene, en mayor o menor medida, partículas casi imperceptibles de plástico. Se trata de basura erosionada por la potencia de las olas, desperdicios arrojados al agua por los seres humanos y arrastrados por las corrientes por todo el planeta. Esas pequeñas partículas acaban siendo digeridas por peces y aves, penetrando así en la cadena alimentaria en la que el ser humando se encuentra en última fase, tal y como advierte la Organización Mundial (OMS).
«Debemos reflexionar sobre la vida que nos rodea. Nuestro mayor aliado es la inteligencia, nuestro sentido común. Es tan simple como eso. Será necesario que todos trabajemos juntos para cambiar el mundo». El fotógrafo se detiene en una fuente de riqueza natural amenazada por el hombre: los arrecifes de coral. Apenas cubren un 0,1% de la superficie de la Tierra, pero albergan un 34% de la vida marina. Un 20% de ellos han desaparecido como consecuencia de los impactos de la acción del hombre.
A pesar de haber dedicado su vida a la defensa de la naturaleza, Arthus-Bertrand se aleja de los dogmatismos y los discursos radicales. No considera que su trabajo sea «dar lecciones a nadie» e insiste en su mensaje: ¿Por qué no ponemos freno a lo que está ocurriendo si sabemos que las consecuencias serán catastróficas?