La mayor aportación de Gabriel Vargas (Tulancingo, Hidalgo, 5 de febrero, 1915- Ciudad de México, 25 de mayo, 2010) a la cultura mexicana es el hecho de que fue un gran cronista popular e hizo de la historieta una especie de cinematógrafo muy eficaz, expresó en entrevista con Conaculta el cartonista Rafael Barajas El Fisgón, a propósito de que este 25 de mayo se cumplen tres años del fallecimiento del dibujante e historietista autor de La Familia Burrón.
Sin lugar a dudas ahí comenzó la vida ascendente de uno de los maestros de la crónica que destacó por su capacidad de retratar a la gente que vivía en las vecindades y su lenguaje, refirió el caricaturista e investigador El Fisgón, quien publica sus cartones en el diario La Jornada y la revista El Chamuco.
En tanto, también en entrevista con Conaculta, el caricaturista Trino consideró que “en sus obras, Gabriel Vargas adaptó muy bien la vida de vecindad y en donde existían personajes muy de ciudad con los cuales cualquier persona se podría identificar. Fueron historias estéticas que muestran elementos esenciales: el vocabulario popular y que a todos sus personajes les puso nombres y apellidos rimbombantes”.
“Algo –agregó Trino– que al menos intento seguir yo a la hora de poner los nombres en mis tiras, ya que me gusta la forma en que él hacía hablar a los protagonistas y cómo estructuraba los diálogos. Eso se me hace un elemento de Gabriel Vargas y es difícil de imitarlo, incluso creo que nadie lo puede igualar en la vida”.
Gabriel Vargas Bernal nació en Tulancingo, Hidalgo, el 5 de febrero de 1915, donde estuvo pocos años, ya que al morir su padre, Víctor Vargas, de forma sorpresiva durante una operación de garganta a los 38 años, se mudó con su madre en 1921 a la calle de Moneda, en la Ciudad de México. Allí, doña Josefina Bernal instaló una tienda de abarrotes que años después quebró.
Gabriel Vargas fue un niño inteligente con talento nato para dibujar. Su madre le inculcó el amor por la lectura y los libros clásicos, ya que creía que él no debería terminar como ella, siendo una trabajadora asalariada.
Por eso le prohibió dibujar y lo “obligó” a leer desde pequeño textos que lo educarían: los clásicos griegos y latinos, y obras del Siglo de Oro de España, destacando uno que influyó de forma decisiva en el trabajo del historietista: El Quijote de la Mancha.
Gabriel Vargas estudió la primaria y no terminó la secundaria porque no se sintió atraído por las materias que se le impartían, “ya que su destino estaba marcado por el trazo y la intuición artística. Esto lo decidió una noche que dibujaba debajo de su cama, iluminado por una vela y en un descuido el colchón comenzó a incendiarse.
“Estuvo a punto de provocar una conflagración que por suerte no pasó a mayores. Así defendió su vocación por el arte: dibujando sin cesar”, narra Agustín Sánchez González, en Gabriel Vargas. Una historia chipocluda, editado en 2010 por la Dirección General de Publicaciones del Conaculta.
Primeras obras
Los primeros dibujos de Gabriel Vargas fueron sobre la vida cotidiana en el Zócalo y Xochimilco: Construcción de la Catedral de México y El día del tráfico, desde los cuales el artista mostró sus dotes no sólo en el manejo del trazo, sino también para imaginar situaciones y retratar personajes cotidianos que a pesar de vivir en las peores situaciones tienen sueños.
Gabriel Vargas inició a los 15 años su trabajo profesional colaborando en diversos medios, entre ellos Revista de Revistas, Paquito y Jueves de Excélsior en donde ilustró artículos, anuncios y pequeñas tiras. Además de Últimas noticias, El Sol de México, Esto y Novedades este último medio fue donde realizó su primera historieta: La Vida de Pancho Villa.
A esta siguieron Sherlock Holmes; Frank Piernas Muertas; El Caballero Rojo; Episodios de la guerra en España; Virola y Piolita; Los Superlocos; Pepín; El Caballero Jilemón; Paquito; Purita Vaca; Los del Doce; Poncho Lópes y la de mayor importancia en su carrera La Familia Burrón.
Una comedia humana con muchos personajes
Para el escritor, periodista e investigador Agustín Sánchez González, Gabriel Vargas fue un genio del arte mexicano, el único capaz de crear una comedia humana inmersa en la tragicomedia mexicana.
“En donde había rostros caricaturizados de una sociedad que logra salvar lo mejor de sí misma al mirarse en un espejo, al reírse y descubrir lo que es. Pero también en donde vemos una crítica social, una observación de la vida cotidiana y en el retrato de los mexicanos”, refiere el investigador e historiador.
La obra de Gabriel Vargas se caracterizó por mostrar diversos personajes que retrataban a los distintos estratos de la sociedad mexicana: Cuataneta, una sirvienta; Nepomuceno, un gringo; el argentino Chaya Pistache; el mexicano Aniceto; el teporocho Fofoy; Purita Vaca una heroína rubia, guapa, seria y Máxima, una mujer populachera y arrebatada.
También a Cuaco Pollo, el Pato Loco, Gaudencio Bedolla y Pipiole, animales que actúan y se comportan como seres humanos; a Gudelia, una secretaria que mantiene con su trabajo a su familia; Leontino Buchaca, un hombre desobligado y Poncho López, un cacique. A ellos se sumarían alrededor de 60 personajes que dieron vida a La Familia Burrón, entre éstos: Regino Burrón, Borola Tacuche, Regino Chico, Macuca y Foforito, protagonistas que se identificaron por vivir en una vecindad, tener lenguaje plagado de dichos y frases populares, ser moradores sin casa, por tener penas, preocupaciones, dolores, alegrías y felicidad.
“Estos personajes –añadió El Fisgón– nos permiten conocer cómo Gabriel Vargas fue un gran narrador con un humor muy delirante, negro, fantasioso y muy mexicano que tiene mucho que ver con el sin sentido el cual tuvo repercusiones en otros historietistas. Estoy convencido de que Rius y Bolaños se inspiraron en él y eso se puede ver al revisar el trabajo de ellos”.
“Pero también –destacó Trino– cómo fueron personajes de una obra costumbrista, totalmente del México que ya no es y del México, podríamos decir, inocente y padre que ya se perdió. Eran protagonistas que mostraban cosas como la corrupción, los políticos mexicanos de siempre que querían ver por los pobres y al contrario, se quedan con la lana”.
Entre los premios que Gabriel Vargas recibió destacan: el Premio Nacional de Periodismo (1983); el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones Culturales (2003); la Medalla José Vasconcelos (2004).
Otros reconocimientos que le fueron otorgados son: Gran Orden de Honor Nacional al Mérito Autoral (2005); Doctor Honoris Causa por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo; La Catrina en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (2006) y Ciudadano Distinguido por parte del Gobierno del Distrito Federal (2007).
“Sin embargo el mayor homenaje o reconocimiento que se le podría hacer es una exposición en donde se recuperen, exhiban y expliquen todos sus trabajos originales e incluso también una serie de televisión en caricatura en donde se puede adaptar o presentar toda la historia de La Familia Burrón”, concluyó Trino.
Mientras que El Fisgón, destacó que además de estos premios es necesario “un primer homenaje nacional que sería una reedición de sus historietas y hacer que algunas de ellas pasen a formar parte de los libros de texto”.