Por Elías Khoury.-Cuenta Paul Andrei en su libro “La montaña es una verdad sin misericordia” el shock que sufrieron las Fuerzas Libanesas en la montaña cuando los israelíes se retiraron. A Andrei, que trabajó como ayudante de Samir Geagea en la guerra de la montaña, le dio pánico ver cómo los israelíes se deshacían de sus pequeños agentes y les dejaban abandonados a su miserable destino: un apetecible bocado en manos de las fuerzas drusas, durante la llamada guerra de la montaña. Esa guerra, como todo el mundo sabe, fue una desgracia libanesa en conjunto, y con ella comenzó la caída definitiva del proyecto político maronita en Líbano.
La guerra de la montaña, que se inició en 1984, fue una gran lección. Lo más importante que se aprendió es que Israel no se parece al antiguo colonialismo, pues no está dispuesta a proteger a nadie. Cuando juega con las luchas sectarias fuera de sus fronteras, busca dos cosas: su interés securitario en primer lugar, y su supremacía militar sobre los enemigos en segundo lugar, nada más. La ocupación israelí, desde que acabó el tiempo de las guerras árabe-israelíes con la guerra de octubre de 1973 (Yom Kippur), decidió que su único objetivo estratégico era proteger su permanente ocupación de Palestina tragándose Jerusalén y el resto de Cisjordania. Todo lo demás ha de someterse a dicho objetivo. Por ello, no tiene alianzas permanentes en la zona, y su única alianza es con EEUU. En cuanto a las potencias regionales, ya sean Estados, sectas, hombres de religión o tribus, son meros trampolines.
Por eso, las declaraciones de Hasan Restanoui, como portavoz del ESL en el canal 2 de la televisión israelí, expresando la “enorme felicidad en los corazones de los revolucionarios sirios” tras el bombardeo israelí de Damasco resultan agrias, nauseabundas y dudosas. No sé quién es ese hombre ni en qué medida de representa a esos de los que dice ser portavoz, pero el mero hecho de hacer tales declaraciones es un indicio de bancarrota ética y política, y un indicador de que Israel tiene la intención de aprovechar voces sospechosas para jugar con Siria. En su comunicado, el ESL negó conocer a ese hombre, mientras que los comunicados de los Comités de Coordinación Local y la Coalición Nacional corrigieron la visión condenando el ataque israelí y al régimen que ha “convertido a Siria en una plaza de destrucción”.
Lo curioso es que el bombardeo israelí de Qassion se produjo al mismo tiempo que las dos salvajes masacres perpetradas por los shabbiha de la familia Asad en Al-Bayda y Baniyas. Las imágenes de ambas solo pueden recordar la masacre de Sabra y Shatila que llevaron a cabo los agentes de Israel con la total colaboración del ejército de la ocupación en 1982. Y llama la atención que el dirigente de la masacre de Shatila fue Elie Hobeika, que comenzó su vida como un agente israelí y la terminó como agente del régimen sirio, o como doble agente, a saber.
Lo que pasa en Siria preocupa, hace dudar y da miedo: un pueblo que lleva siendo asesinado ante la mirada del mundo durante más de dos años, y un régimen que se desploma y que recibe apoyo armamentístico y político de Rusia, y apoyo armamentístico de Irán, hasta el punto de que participan con él la Guardia Revolucionaria iraní y luchadores del Hezbollah libanés en una guerra abierta contra el pueblo sirio.
Las luchas militares que se desarrollan en Siria desde hace dos semanas en el eje de Quseir indican una intención implícita de provocar una división: unir Homs con la Bekaa libanesa por una parte, y mostrar indicios de limpieza sectaria cuyos rasgos han comenzado a verse en la costa siria, por otra.
Y ello en un momento de horrible sectarización que ha encontrado, por desgracia, su cobertura en el “partido de la resistencia” a quien no le ha bastado con participar en las luchas, sino que les ha ofrecido también una cobertura sectaria representada por la idea de defender el santuario de Sayida Zaynab y ¡el resto de santuarios chiíes! Con ello se han completado los rasgos sectarios de la lucha y su sectarismo, hasta llegar a la destrucción, resultado inevitable de cualquier lucha sectaria armada.
Tras las dos masacres de al-Bayda y Baniyas, Israel ha entrado en escena y ha resaltado la fuerza de su aviación en un enfrentamiento con un régimen que ha destrozado su ejército en la confrontación con su pueblo. Naturalmente, el régimen sirio ve que su único contrapunto hoy es con el pueblo sirio, y todo intento de llamar a este régimen a razonar no encontrará oídos que deseen escuchar entre la banda mafiosa que se aferra a las decisiones política y militar en Siria. Este régimen se inclina ante el enemigo y se envalentona frente al pueblo, y es el primer responsable de que Siria se haya convertido en el terreno de lucha de las fuerzas regionales e internacionales, porque es quien inició la intervención militar en siria, la pidió y se protegió con ella.
El golpe israelí tiene un objetivo principal, que es hacer más costosa la lucha en Siria y provocar a Irán y Hezbollah para que respondan, de forma que su respuesta sea el preludio de una guerra que Irán no quiere porque quiere conservar su proyecto nuclear.
Lo extraño es que la ceguera sectaria, que por desgracia está en todas partes y no solo en el lado iraní, esconde la realidad de que la decisión del régimen sirio de seguir imprudentemente en idea de zanjar la crisis militarmente, no significa más que una cosa: la destrucción de lo que queda de estructura de fuerza en Siria, para que el país salga del círculo de la lucha árabe-israelí, y eso si puede salir unida de este horno de destrucción. La apuesta israelí no es el interés del pueblo sirio y no lo será. Los israelíes han ofrecido a quien de entre los pequeños agentes se aliaron con ellos, lecciones inolvidables, porque su único objetivo es destruir la zona y paralizar su capacidad de resistencia contra su proyecto colonial.
No debemos perder el rumbo. Es cierto que presenciamos una falta de cohesión política en las filas de la oposición siria, e intervenciones que asustan por parte del bloque petrolero árabe, que quiere abortar las revoluciones árabes, en su obsesión con el peligro iraní. También vemos una decadencia ética en las filas de los que apoyan al régimen de los asesinos y los carniceros en Damasco. Pero a pesar de todo, a pesar de la prostitución del significado de la resistencia iniciada por el régimen sirio de la dictadura en los silenciosos y quietos Altos del Golán, inertes hace cuarenta años, la cuestión de la libertd no es divisible, y Palestina es el corazón de la cuestión de la libertad en el Bilad al-Sham y en el Levante árabe. Así ha sido y así seguirá siendo. En cuanto a la triste situación que ha permitido a la aviación israelí hacer una incursión en el sur libanés y el cielo de Damasco, esta debe finalizar y la condición para que cese es sacar a Siria de la lógica de haberse convertido en un lugar en que el régimen de la dictadura en proceso de desplome se refugia. ¿Es demasiado tarde?
Publicado por Traducción por Siria