Se trataba de un macho juvenil de unos 2.800 kilos que presenta una delgadez importante
Ayer en la playa riosellana de Vega varaba un ejemplar de cachalote aún con vida a las 11 de la mañana, aunque a los pocos minutos moría. Se trata de un macho juvenil de unos 2.800 kilos que presenta una delgadez importante y que a nivel epidérmico tiene varias marcas de lampreas de considerable tamaño, así como de fijaciones de ventosas de calamar gigante.
La fijación de lampreas nos da a entender que sus nataciones eran lentas. Aunque se sabe de fijaciones de éstas o de rémoras o incluso algunas especies de tiburones a los cuerpos de estos y otros cetáceos, ser tan abundantes es significativo en cuanto a su estado, ya que tanto los parásitos como estas especies aprovechan sus cuerpos para traslados y/o sustentos alimentarios.
El ejemplar de 6 metros carece externamente de afectación alguna y hoy se procederá a la necropsia por CEPESMA en las instalaciones del Parque de la Vida en Luarca.
En estos últimos 15 años es el primer ejemplar juvenil que vara en aguas asturianas y el tercero de su especie, ya que otros dos ejemplares adultos fueron localizados uno en el 2002 en Gijón y otro en Peñas en el 2010.
La zona de Varamiento, casi al oeste absoluto de la playa de Vega, hizo necesaria la utilización de un tractor que a pesar de su importante fuerza motor, a duras penas pudo sacarlo del arenal remolcándolo hasta el lugar en el que se procedió a cargarlo en un camión con destino a la localidad valdesana.
Esta especie, se alimenta en su mayor parte de cefalópodos, teniendo al calamar gigante como alimento predilecto, ya que puede alcanzar con facilidad los 2.000 metros de profundidad y en el caso de las aguas asturianas presumiblemente abunda este gran cefalópodo, sin embargo los cachalotes no son precisamente abundantes en nuestras aguas.
Esta circunstancia esta debida supuestamente a la difícil orografía subacuática donde habitan los Architeuthis y que la localización de los mismos por este cetáceo es más compleja que en otras zonas en las que sí existen poblaciones estables de estos depredadores, caso de Azores, Sudáfrica, Japón o Nueva Zelanda.