Uno de los puente más singulares de Madrid Río, conocido con el nombre de y griega por su diseño con tres brazos, pasa a llamarse desde hoy Principado de Andorra. El alcalde de la capital, Alberto Ruiz-Gallardón, que ha asistido hoy al bautizo de esta infraestructura, ha señalado que con este gesto Madrid responde al homenaje que recibió la capital hace poco más de tres años, cuando un puente del Principado de Andorra recibió su nombre. "Un acontecimiento -ha dicho- como ahora éste, que no hace más que poner de manifiesto los estrechos vínculos culturales, sociales y económicos que unen a ambos territorios".
Ruiz-Gallardón también ha destacado la relevancia del lugar en el que se ubica. "Esta iniciativa con la que el nombre de este pequeño Estado de 468 kilómetros cuadrados -frente a los 600 que alcanza el término municipal de Madrid- pasa a formar parte de nuestro paisaje urbano en un entorno del que nos sentimos especialmente orgullosos y que se ha convertido en una nueva referencia para el ocio y el encuentro".
El intercambio recíproco de nombres es un paso más que refuerza las relaciones de la Ciudad de Madrid con el conocido como País de los Pirineos. Una cercanía que también se ha materializado en otros hechos, como la incorporación de Andorra La Vella como miembro nato y de pleno derecho de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI). "Su ausencia, a pesar de su condición de capital de Estado, nos privaba de la valiosa experiencia que aporta quien es el principal núcleo urbano de un destino muy apreciado por sus innumerables atractivos turísticos, comerciales, naturales o deportivos".
Un puente entre culturas
El alcalde ha señalado que comprender todo lo que significa este puente para Madrid exige volver la vista atrás "a un tiempo cercano en el que en el lugar donde nos encontramos estaba invadido por un tráfico que alcanzaba los 200.000 vehículos diarios, que generaban una alta contaminación acústica y ambiental, y que aislaban a los ciudadanos de su querido Manzanares".
Esta obra arquitectónica, firmada por los autores del proyecto Madrid Río y en la que también han participado los ingenieros Juan Luis Bellod y Peter Tanner, está muy cerca de alguno de los mejores elementos del patrimonio histórico madrileño, como son los puentes de Toledo o Segovia y simboliza, en palabras de Gallardón, "la voluntad de esta ciudad por fusionar lo clásico con lo contemporáneo". "No en vano -ha añadido- evoca la forma de los pontones ferroviarios del siglo XIX, precursores de esa revolución de los medios de transporte que ha cambiado nuestras vidas".
Todo ello favorecido por un paisaje que, con el tiempo, adquirirá un aspecto poco frecuente en el corazón de una ciudad al estar rodeado de los frondosos árboles que dan nombre al Salón de Pinos.
Además, este puente, que facilita la comunicación a los más de 400.000 vecinos que residen en los distritos de Arganzuela y Latina, constituye en sí mismo una pieza con carácter propio dentro de ese amplio corredor ambiental en que se integra Madrid Río y que se extiende entre el monte de El Pardo por el Norte y la Caja Mágica por el Sur. Su diseño de tres brazos, que suman más de 100 metros, permite admirar la bella perspectiva que ofrece desde su interior, al mismo tiempo que sus dos balcones se convierten en miradores desde los que disfrutar de las vistas de todo el entorno, incluido el cauce del río en el que se refleja su imagen tanto de día como de noche, gracias a su iluminación monumental.
"Todo ello -indicó¬- hace de este puente expresión de esa vocación por la modernidad y la sostenibilidad que esta ciudad comparte con un Estado con el que nos unen unas mismas metas"