Nuevo interrogante ante las políticas de austeridad

Nuevo interrogante ante las políticas de austeridad

Después de más de un lustro, seguimos inmersos en la peor crisis económica de los últimos tiempos. Una crisis con nombre y apellido —la Gran Recesión— que nadie parece saber cómo abordar, aunque seguro que, dentro de unos años, los libros de texto contarán con sesudos análisis de brillantes economistas que desmenuzarán hebra a hebra las causas y mecanismos de la ahora, para nosotros, torpes seres del presente, inescrutable recuperación. La coyuntura, con la imprescindible colaboración de nuestros dirigentes, ha dado lugar a las políticas de austeridad más duras y más discutidas —y discutibles— que han conocido las últimas generaciones de europeos.

 

Los argumentos esgrimidos con mayor frecuencia por los defensores de tales políticas —no así en España, donde los argumentos son un lujo que no lucen en pantalla de plasma— han sido los resultados publicados en 2010 por Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff en el paper Growth in a Time of Debt (Crecimiento en tiempos de deuda). En dicho estudio, los investigadores analizan las economías de una veintena de países a lo largo de periodos de tiempo que oscilan entre los 60 y los 200 años. El principal resultado que arrojan sugiere que los países con un valor de deuda superior al 90 % de su PIB, de media, no presentan un crecimiento sostenible de su economía. De hecho, esta media se sitúa en un valor negativo de crecimiento.

Muchos gobernantes han visto en este dato la justificación perfecta para imponer unas políticas de reducción del endeudamiento extremadamente agresivas, a pesar de las objeciones que suscita. La primera y más obvia pasa por cuestionar la representatividad de la media, dado que los propios investigadores afirman que la mediana se sitúa solo un 1 % (literalmente, aunque sospecho que querían referirse a “un punto porcentual”) por debajo de los casos con un nivel de deuda inferior. La segunda objeción consiste en invertir la entendida causalidad (aunque los autores señalen que solo han establecido una asociación): tal vez sea la desaceleración en el crecimiento la que provoca el aumento del endeudamiento. O tal vez no pueda establecerse una relación causal en absoluto debido a que ambos factores van de la mano y son consecuencia de un tercero (o múltiples terceros).

 

El hecho es que este estudio ha sido tremendamente influyente y, sin embargo, no ha podido ser replicado; hasta este mismo lunes. En un nuevo estudio titulado Does High Public Debt Consistently Stifle Economic Growth? A Critique of Reinhart and Rogoff (¿Una elevada deuda pública ahoga consistentemente el crecimiento económico? Una crítica de Reinhart y Rogoff), Thomas Herndon, Michael Ash y Robert Pollin consiguen replicar los resultados del anterior y, en este proceso, han encontrado importantes errores e irregularidades cometidas por el original. Principalmente tres, según estos investigadores:

  • Exclusiones selectivas. De los datos sobre países con un nivel de deuda superior al 90 %, Reinhart-Rogoff suprimen del análisis 14 años de los 110 disponibles sin ofrecer ninguna explicación. Casualmente, estos datos pertenecían a países que mostraban un crecimiento sólido a pesar del endeudamiento.
  • Ponderación poco convencional. Todos los países tenían el mismo peso en el promediado final a pesar de que el promediado individual se realizó con una cantidad de datos muy variable.

Error en la hoja de cálculo. La hoja de cálculo suministrada por Reinhart-Rogoff contenía un error que excluía completamente del análisis a cinco países.

Los resultados corregidos por Herndon-Ash-Pollin muestran una discrepancia crucial con el artículo original que afecta precisamente a la categoría con un endeudamiento superior al 90 %. La nueva media muestra un crecimiento todavía inferior a las otras categorías, pero positivo y palpablemente superior al obtenido por Reinhart-Rogoff. Así, el último gran pilar de la austeridad más agresiva queda severamente dañado.

Ahora, solo queda la pregunta que todos tememos: ¿contarán los economistas del mañana cómo una celda de Excel sin actualizar prolongó innecesariamente una crisis histórica?

 

FOTO:
NACLE2

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