Con motivo de cumplirse en 2013, cuarenta y cinco años del fallecimiento del pintor Julio Martín-Caro, mañana, viernes, tendrá lugar en el Museo de Navarra un concierto en el que se interpretará obras compuestas por Ignacio Fernández Galindo y Urtzi Iraizoz.
La audición, que llevará por título “Música visible. Homenaje a Julio Martín Caro (1933-1968)”, estrenará, con la participación de alumnos y profesores del Conservatorio Superior de Navarra, cinco obras musicales inspiradas en los lienzos de Martín Caro que se exhiben en el propio Museo de Navarra.
Fernández Galindo ha escogido cuatro pinturas (“Autoconciencia”, “Sentimiento trágico”, Apología interna” y “El muro”), mientras que Urtzi Iraizoz se ha basado en “El vendedor de periódicos” de la serie de tintas, dentro de un proyecto de creación y difusión del arte contemporáneo a través de la denominada música programática, un género en el que la inspiración y aportación del creador tiene fuentes extramusicales, como la pintura en este caso. Este proyecto cuenta con el apoyo y colaboración de la familia Martín-Caro. El hermano de Julio Martín-Caro se ha desplazado desde Venezuela, lugar donde reside, para asistir al estreno de este concierto homenaje.
La ejecución de estas obras musicales será realizada por nueve intérpretes, todos estudiantes de grado superior en el Conservatorio Superior de Navarra, coordinados en grupos de cámara por las profesoras Francesca Croccolino y Nekane Iturrioz. Los músicos son: Iñigo Mikeleiz (acordeón), Maite Martínez de San Vicente (piano), Juan Cazcarra (acordeón), Ander Percaz (guitarra), Mikel Auzmendi (guitarra), Enric Martí (saxofón soprano), Adrián Hernández (clarinete), Irene Ruiz (flauta) y Gabriel Atienza (oboe)
Las cinco obras inspiradas en el arte pictórico del artista son: Sentimiento trágico (piano), Apología interna (dúo de guitarras), Bihurrikeritan, inspirada en “el vendedor de periódicos” de la serie de tintas sobre papel, (acordeón y guitarra), Autoconciencia (saxofón soprano y acordeón), y El muro/klavierquartett (piano, clarinete, oboe y flauta). El programa se completa con dos obras pertenecientes a proyectos del Centro de Música Contemporánea Garaikideak: Oroitzapenak (acordeón), del proyecto “Música inaudita”; y Argirantz (acordeón), inspirada en la escultura “homenaje a Sáenz de Oiza” de Jorge Oteiza.
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Ignacio Fernández Galindo, profesor de CTL Escuela de Imagen y Sonido, y Urtzi Iraizoz, profesor del Conservatorio profesional “Francisco Escudero” de San Sebastián, forman parte del Centro de Música Contemporánea Garabideak, una iniciativa privada sin ánimo de lucro creada en Pamplona en 2010 con el objetivo de promover, estudiar y difundir obras de nueva creación.
La entrada será gratuita, previa retirada de invitaciones esa misma tarde a partir de las 17:00 horas en la taquilla del Museo de Navarra. Además, con motivo de este concierto homenaje, el público interesado en acceder a la sala 4.4 del Museo de Navarra, para disfrutar de la obra de Julio Martín-Caro allí expuesta, tendrá la entrada gratuita entre el 19 de abril y el 5 de mayo.
Julio Martín-Caro Soto (Pamplona, 1933 - Madrid, 1968)
Pintor navarro clasificado dentro de la Nueva Figuración española que, a principios de 1960, supuso una reacción ante el Informalismo. Trabajó paisajes, retratos y naturalezas inertes y sobre todo la figura humana dolorosamente plasmada. Contemporáneo de Saura, Barjola, Vento, Fraile, etc. se sitúa como ellos en el arte de vanguardia con un expresionismo al que se entrega sobre todo en los diez últimos años de su vida, truncada prematuramente por una vasculopatía que condiciona dolorosamente su existencia.
De familia de comerciantes toreros y músicos, mitad castellana y mitad navarra, tuvo una inclinación apasionada por la música y la literatura. En 1953 dejó sus estudios de ingeniería para ingresar en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando (Madrid), donde fue alumno, entre otros, de Pancho Cossío y Carlos Pascual de Lara, con quien colaboró en las pinturas murales del Teatro Real.
Asiduo visitante del Museo del Prado, estudió con detenimiento al Greco, a Zurbarán y a Goya, cuya serie negra le impacto poderosamente. Le atrajo el Postimpresionismo, con influencia de la expresión cromática de Van Gogh y la simplificación de volúmenes y planos de Cézanne, y se interesó también por la pintura descarnada de Gutiérrez Solana.
En 1959 obtuvo una beca extraordinaria de la Institución Príncipe de Viana para ampliar estudios de pintura al fresco en la Escuela de Bellas Artes de Venecia cuyo director y célebre muralista Bruno Saetti, le propuso como adjunto de su cátedra.
La relación con Saetti fue trascendental pues por un lado profundizó en las técnicas de pintura mural que harían ganar expresividad a su obra y por otro el fuerte patetismo del maestro -que deformaba la figura hasta rozar el arte abstracto- le inclinó aún más al expresionismo, que en esos años venían impulsando artistas como Bacon, Dubuffet y De Kooning cuya obra había admirado en Londres y París.
El expresionismo de Martín-Caro buscaba la sugestión escultórica de la figura en el espacio, de ahí que también se le considere dentro del Espacialismo, según el cual la forma debe proyectarse en el espacio tanto como éste dentro de aquélla.
Los viajes le sirvieron para inspirar su obra y realizar profundos estudios: la pintura renacentista en Italia, de la de Brueghel el Viejo en Viena, donde convivió con Antonio Baciero, las últimas vanguardias en Londres y París. También le sirvieron para darse a conocer en Europa y América, de modo especial en Francia, Italia, Venezuela y Estados Unidos.
El interés plástico de su pintura se centra en el valor dado a la composición de las figuras, a las texturas y al color. En un principio se sirve de la mancha espesa para definir la forma, después éstas se licúan y se enfrían sus gamas cromáticas en grises, blancos y ocres, se potencia un trazo gestual vehemente, en la misma progresión temperamental del autor hacia el existencialismo.
Utilizó procedimientos técnicos personales; además del óleo empleó el gouache y tintas, estampó magníficas litografías, de apariencia pictórica y trazo expresionista. Martín-Caro alcanzó el Premio del Ayuntamiento de Madrid (1955), el Ciudad de Pamplona (1962) y el Maestre de Pintura de Italia (1960). Su obra se conserva en importantes museos y colecciones nacionales y extranjeras.