Una edición más de este relevante foro empresarial en la que se busca consolidar los contactos iniciados en ediciones anteriores, captar nuevos clientes potenciales para las empresas del sector, a la vez que seguir difundiendo el conocimiento de nuestro tejido industrial en todo el mundo, se mantendrán como objetivos estratégicos de este evento.

El martes pasado, hace justo una semana, viajé a Bruselas acompañado de los consejeros de Presidencia y Economía. Al día siguiente, me entrevisté con el comisario de Industria de la Unión Europea, Antonio Tajani. Comprobé, para mi agrado, tanto su conocimiento de la situación del Principado como su planteamiento sobre la necesidad de una potente política industrial común en la Unión Europea. Tratamos dos cuestiones importantes: la elaboración, ya iniciada, del Plan Europeo del Acero; y el problema que supone el hecho de que la industria asturiana compita en un mercado global con precios energéticos locales.

Hablamos de varios asuntos que tienen que ver con facilitar la actividad empresarial y de otros que no son estrictamente industriales, como, por ejemplo, los relacionados con los vuelos desde el aeropuerto. A este respecto, quería decirles que desde el Principado estamos planteando la posibilidad de recurrir ante la Comisión Nacional de la Competencia por un probable abuso de la posición dominante en este momento de la compañía que monopoliza los vuelos con Madrid.

Tranquilícense, que no les haré un relato completo de mis andanzas europeas. Si hago la referencia a Bruselas –como también podría hacerla a la reciente misión comercial que encabecé en Colombia, Panamá y México (de hecho, hoy están aquí representantes de algunas entidades con las que tuvimos relación: aprovecho para agradecerles su presencia)- es porque busco un subrayado. A la industria asturiana se la defiende aquí, a pie de obra; pero se la defiende también fuera de Asturias y de España; en Bruselas, en Iberoamérica y en el último rincón de una economía globalizada. Porque si no entendemos –y estoy seguro de que ustedes lo comprenden, ya que es el mundo real que habitan— que competimos en una geografía económica global, no entenderemos nada. Ensimismados y quejosos  no lograremos mejoría alguna. Hemos de pelear dentro, para hacer de Asturias un lugar confortable y propicio para la actividad industrial, para hacer competitivas, modernas y potentes nuestras empresas; pero, sobre todo, hemos de batallar fuera con todas las herramientas a nuestro alcance, porque ahí encontraremos los asideros necesarios para remontar la recesión.

Últimamente, se han acumulado varias noticias negativas relacionadas con la industria. Les hablo de la situación de la minería y, ya en el sector del metal, por citar dos, del cierre de Suzuki, de los planes para la fábrica de armas. Es cierto que también ha habido noticias positivas relacionadas con la construcción naval, por ejemplo,  y que no han tenido el eco que merecen. Pero no me lamento de que se les dé relieve a las malas noticias y se minusvaloren las positivas. Eso forma parte de las reglas del juego, y yo no voy a empeñarme en poner puertas al campo ni apuntar al mensajero.

Este Tercer Foro Sector Metal Asturias es una oportunidad espléndida para que ustedes reflexionen sobre qué está sucediendo. Aquí participan representantes de 48 empresas y 16 instituciones asturianas y, en conjunto, más de 170 empresas procedentes de más de 40 países. No voy a ser yo el osado que les explique cuáles son sus problemas y cuáles deben ser sus estrategias comerciales. No, porque mi Gobierno sabe bien que no puede sustituirles, ni debe intentarlo siquiera. La iniciativa empresarial privada, señoras y señores, es insustituible e indelegable, en el sector del metal y en cualquier otro. Sobre eso no hay debate. Sobre lo que debemos debatir es qué podemos hacer desde un Ejecutivo autonómico para favorecer su iniciativa empresarial. De eso es de lo que tenemos que tratar.

Intentaré resumirles mi planteamiento. El punto de partida es claro. Asturias sólo tendrá un futuro económico solvente si es capaz de consolidar y potenciar su base industrial. Ése es el corazón que debemos fortalecer para que su latido avive todo nuestro cuerpo económico. En ese objetivo no estamos en condiciones de prescindir de nada. Lo reitero: si hay un momento en el que debemos esforzarnos en preservar nuestra industria básica, es éste. Por eso son tan injustas, desproporcionadas y carentes de sentido común algunas de las decisiones del Gobierno central; por eso me incomoda tanto que el ministerio de Industria renuncie al diálogo, al entendimiento con los sindicatos y al apoyo a nuestras industrias.

Ese empeño en conservar lo que tenemos no lo impulsa la nostalgia, sino el puro razonamiento económico. Y, al mismo tiempo, hemos de apoyar el desarrollo de nuevas iniciativas. Ahí hemos de implicarnos con más fuerza si cabe. Para eliminar obstáculos y trabas innecesarias a la creación de las pyme, para impulsar que tengan mayor tamaño, para agilizar la respuesta de la Administración y, por supuesto, para facilitar su integración en el mercado global del que les hablaba al principio. Por eso tenemos tantas esperanzas puestas en la labor de Asturex y el aprovechamiento del enorme potencial que ofrece el nuevo puerto de El Musel. Me detengo un instante en este punto. A menudo se destaca que la carencia de comunicaciones lastra el apetecido despegue  regional. Permítanme que discrepe. No aprovechemos las malas noticias, que las hay y no las niego, para sacar conclusiones insostenibles que no tienen un pase en cualquier análisis riguroso. Es evidente que persisten problemas en nuestra red de infraestructuras, pero también es evidente que la repercusión de esas dificultades no impide el desarrollo económico. Hablemos seriamente de estas cosas, por favor. Y si hablamos seriamente, convendrán en la importancia de que la alta velocidad ferroviaria permita el tráfico mixto de mercancías y pasajeros, en la importancia de completar el desarrollo de la Zona de Actividades Logísticas y en diseñar una estrategia inteligente para sacar el mayor provecho a El Musel. A eso, precisamente, les convoco. A que ofrezcan sugerencias y planteamientos para saber sacar el mayor rendimiento posible a nuestras infraestructuras, en lugar de escondernos en el victimismo, que siempre, se lo aseguro, es un páramo yermo.

La elaboración del Plan Industrial, el fomento de la innovación y la investigación han de ser prioritarias. Miren, gobernar no se limita jamás a la gestión cotidiana de las cosas. Gobernar exige también –al igual que les ocurre a ustedes- innovar y arriesgar. Y, señores, este gobierno va a arriesgar por la industria. Quizá nos equivoquemos, pero ésa es nuestra diana: la confluencia de estrategias que permitan fortalecer el corazón industrial de Asturias. Ése es el objetivo al que el consejero de Economía dedica sus esfuerzos.

En ese planteamiento, el sector del metal tiene, lógicamente, un papel primordial. Les señalo sólo cuatro datos: aporta un once por ciento del PIB asturiano, el valor de sus exportaciones ascendió en 2012 a 2.383 millones  (cantidad que equivale al 61,81% de las exportaciones asturianas), suma 1.200 empresas y más de 25.000 empleos directos. ¿Cómo va a haber dudas de su importancia? Por eso me felicito y les felicito cada vez que hay una buena nueva relacionada con su sector, sea una nueva inversión, una iniciativa exportadora o un acuerdo laboral que aleje tensiones innecesarias.  Por eso les felicito también por haber tenido la voluntad y la capacidad para organizar este tercer foro sector metal. Éstas son las iniciativas que aplaudimos, porque son foros como éste los que nos desbrozan los caminos para consolidar la presencia asturiana en el exterior y abrir nuevos mercados, que es la exigencia ineludible de hoy para ser competitivos