El presidente ha asegurado en el Congreso que las bases de actuación en la Unión Europea están consensuadas pero se precisa un ritmo más ágil en su implantación, "me hubiera gustado ver mayor intensidad en la puesta en práctica de los planes aprobados".
Mariano Rajoy ha informado en el Congreso de los resultados del último Consejo Europeo celebrado a mediados de marzo. En su intervención ha insistido en la idea de que Europa debe esforzarse para no quedarse atrás: "Es necesario, y cada vez con más urgencia, revertir la situación de estancamiento que vive Europa y debemos hacer todo lo posible para ello, con todos los instrumentos a nuestro alcance".
El presidente ha expuesto las dos ideas fuerza en que se asienta la visión del Gobierno español para resolver la crisis en Europa: responsabilidad y cohesión. Considera que los miembros de la eurozona "debemos acreditar que somos socios creíbles y cumplimos con nuestros compromisos, que hemos identificado las medidas cuya adopción resulta insoslayable y que vamos a llevarlas a cabo con determinación".
A cambio, los miembros embarcados en una dinámica de reformas estructurales y ajustes de gran calado "esperamos contar con el apoyo del resto de socios y de las instituciones, para que el esfuerzo y los sacrificios que estamos realizando no se hagan a costa de la cohesión, que es un valor fundacional de la Unión".
El presidente ha reconocido las dificultades que esto implica, entre otras cosas porque "las sensibilidades sobre algunas materias son muy distintas en unos países y en otros". Además todo avance en Europa necesita unanimidad y cualquier país puede ralentizar determinados cambios. Como consecuencia, "hay que negociar hasta la extenuación para que el principio de cohesión este siempre presente".
Crisis de Chipre
En este sentido, Mariano Rajoy ha afirmado que la crisis chipriota, ya encauzada, deja un mensaje claro: "La necesidad de imprimir una mayor velocidad a la unión bancaria". Para él, de haber estado operativa "hoy no estaríamos hablando de una crisis financiera en Chipre".
Este asunto no se trató en el Consejo Europeo porque se produjo días después, pero en opinión del presidente resulta muy significativo. Considera que con unión bancaria "el sector financiero chipriota hubiera estado supervisado externamente y el Mecanismo de Resolución sería predecible y homogéneo con el resto de los países de la Unión".
Respecto a la forma en que se ha resuelto la crisis, Rajoy ha dicho que, "tras las vacilaciones iniciales, me parece aceptable la solución finalmente adoptada en la reunión extraordinaria del 25 de marzo entre el Eurogrupo y el Gobierno chipriota: aceptable para los intereses de Chipre, para el conjunto de la Unión Monetaria y, por qué no decirlo, para los intereses concretos de España".
Para el presidente es positivo que las pérdidas se hayan concentrado en los inversores de mayor tamaño. Además, se ha garantizado la viabilidad de Chipre dentro de la moneda única y, sobre todo, se ha remarcado que la situación que ha vivido este país no es extrapolable al resto y por eso la solución adoptada "es extraordinaria, y única, y se aplica, por tanto, con carácter excepcional en Chipre".
Prioridades claras
En cuanto a los resultados concretos del Consejo Europeo, Mariano Rajoy ha asegurado sentirse satisfecho, aunque "me hubiera gustado ver un ritmo superior en los trabajos y una mayor intensidad en la puesta en práctica de los planes aprobados". Según ha explicado, las prioridades marcadas coinciden básicamente con las del Gobierno: "Consolidación fiscal diferenciada y compatible con el crecimiento; restauración del crédito a la economía; promoción del crecimiento y la competitividad; atención al desempleo y a las consecuencias sociales de la crisis y, por último, modernización de las Administraciones Públicas".
El presidente está de acuerdo con el diagnóstico que ha llevado a establecer estas prioridades: "La falta de crecimiento en Europa y los inaceptables niveles de desempleo hablan por sí solos de lo crucial que es aumentar los esfuerzos para darle la vuelta a la situación".
Para concretar todo esto, el próximo Consejo Europeo de junio "debe tomar decisiones importantes". Además, "los presidentes del Consejo y la Comisión deberán presentar un programa concreto sobre coordinación de políticas económicas, dimensión social de la UE, posibilidad de introducir convenios para fomentar la competitividad y el crecimiento, y mecanismos de financiación de apoyo a las reformas estructurales".
Rajoy ha asegurado no tener la menor duda "de que afrontamos la crisis más profunda en la construcción europea", pero que ésta "no afecta a sus fundamentos, principios y valores, que son los cimientos sobre los que se levantó el edificio europeo y que siguen, en mi opinión, plenamente vigentes". Una mayor integración política y económica constituye, desde su punto de vista, la clave para afrontar el futuro.
Para ello, el presidente ha abogado también por "recuperar el apoyo y la participación de los ciudadanos en el proyecto europeo. Los ciudadanos deben tener la convicción de que son los protagonistas de ese proyecto y de que Europa atiende sus necesidades". Además, ha pedido a los grupos su colaboración con "reflexiones, iniciativas y propuestas" para obtener el máximo consenso posible.