Un año después de que arrancara el proyecto HAproWINE (Gestión integral de residuos y análisis del ciclo de vida del sector vinícola), lo integrantes del consorcio, formado por la Fundación Patrimonio Natural, la Fundación Centro Tecnológico de Miranda de Ebro (CTME), la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y la alemana PE International GmbH, han dado a conocer a los 22 integrantes del grupo de consulta el desarrollo de los trabajos relacionados con el proyecto.
Así, durante el último año se han obtenido compuestos de alto valor añadido que se pueden generar a partir de los residuos de la industria vitivinícola. En esta línea, ya se tienen los primeros resultados de las pruebas de laboratorio utilizando las muestras aportadas por las bodegas.
Del mismo modo, se ha realizado un análisis de las características técnicas, económicas, sociales y ambientales del ciclo de vida del vino y se han cuantificado los distintos efluentes residuales del sector vitivinícola en Castilla y León. Además, se han realizado visitas y se han completado cuestionarios relativos a las 15 bodegas que participan en el proyecto.
Por otro lado, se ha trabajado en la identificación y descripción de las mejores técnicas disponibles y las mejores prácticas ambientales para el sector vitivinícola y para la gestión de sus residuos. En este sentido, se está avanzando “a buen paso” en la recogida de información y elaboración de fichas cuyo objetivo final es la elaboración de una guía de buenas prácticas y mejores técnicas disponibles. Finalmente, en este primer año de trabajo se ha diseñado un sello ambiental que recoge los requisitos ambientales que ha de cumplir el vino para ser considerado ambientalmente responsable.
Bioplásticos a partir de los residuos
Jesús Díez, director de Programas de la Fundación Patrimonio Natural, entidad perteneciente a la Consejería de Medio Ambiente que se encarga de coordinar los trabajos, detalla que el objetivo es “conseguir que los residuos dejen de suponer un coste de gestión de las bodegueras y se transformen en una oportunidad de negocio”. Así, en vez de digestionar estos desechos, se busca que sirvan como “materia prima” para desarrollar nuevos productos e incluso generar una actividad económica diferente.
El trabajo se centrará en un campo “muy importante”, como es la obtención de bioplásticos a partir de estos residuos. “Hoy está de moda la sustitución de las bolsas de plástico procedentes del petróleo y nosotros queremos que las bolsas biodegradables procedan además de residuos como los del vino”, recuerda Díez.
El proyecto, que cuenta con un presupuesto de más de 1’5 millones de euros, ha celebrado su segunda reunión el pasado 8 de junio en el edificio PRAE de Valladolid. El objeto principal de la reunión fue mostrar los primeros resultados de los estudios, encuestas y análisis de laboratorio realizado en las principales bodegas para determinar los impactos ambientales de su ciclo de vida y analizar los posibles usos alternativos de sus residuos para generar con ellos productos de alto valor añadido.
En concreto, se realizaron dos sesiones de trabajo para determinar cuestiones importantes para el avance del proyecto, como el análisis de las ventajas e inconvenientes de las diferentes vías de valorización de residuos del sector vitivinícola o la presentación a las bodegas de Castilla y León de las acciones previstas para desarrollar una ecoetiqueta para el vino.
El grupo de consulta multidisciplinar estuvo constituido por distintos agentes de la cadena de valor del vino y otros organismos interesados, que de forma voluntaria participan en el proyecto de dos formas posibles: como miembros del grupo de consulta asesorando a los socios para el correcto desarrollo del proyecto o como colaboradores proporcionando valiosa información para las fases de estudio e investigación del proyecto.