Por Hassan Abbas.-Entre el amor y la revolución hay algunos denominadores comunes, como que ambos se levantan con el deseo de superar la situación actual y llegar a otra que se desea. El amor, sea cual sea su naturaleza, es una energía intrínseca que se irradia desde el ser humano y se vierte hasta identificarse con el otro, o bien una necesidad imperiosa que no desaparece hasta saciarse con el otro. La revolución, sea cual sea su naturaleza, es un movimiento en contra de una situación que ya no es aceptable, y un acto que busca crear una nueva situación.
También entre sus denominadores comunes está que ambas precisan de valentía, osadía y riesgo. El amor comienza con un movimiento primario, una expresión que necesita deshacerse del miedo: “No te apesadumbres… pues no eres el primer enamorado” (“El agradable joven”, pseudónimo). Si el enamorado supera el abatimiento inicial, sigue en en su empeño aunque le lleve a enfermar - “Te sorprende mi enfermedad y, en cambio, estar sano sería la sorpresa” (Abu Nuwas)-, al dolor –“Mi corazón me dice que padeces” (Ibn Farid)-, o al suicidio –“Escuchamos la puñalada, morimos y luego informaron…” (Al-Asma’i). También en la revolución quien participa duda antes de levantar su puño o gritar sus lemas: “Libertad”, “Dios es grande”… Pero en cuanto lo hace, se siente seguro y derriba los muros del miedo, lanzándose a una mayor implicación revolucionaria que puede hacer de él víctima de lo que empieza siendo violencia verbal para transformarse rápidamente en violencia corporal y que termina dando con él en la cárcel, donde quizá le espere la muerte.
La similitud entre el amor y la revolución hace del primero una revolución en el individuo que se enamora, y hace de la segunda un amor que siente el grupo que se implica en ella. Aún más, nada impide hacer una digresión que diga que el amor no es real si no es una revolución, y que la revolución tampoco es real si no es amor.
En el levantamiento sirio, cuando la revolución aún se encontraba en su etapa pacífica, brotaron varias historias de amor. La osadía de la situación abrazaba la osadía de los enamorados. Una joven en un texto que escribió como testimonio de su participación en la revolución decía: “Las fuerzas de seguridad y los antidisturbios nos atacaron, algunas jóvenes se colaron por las puertas abiertas más cercanas. Pero la energía interna me empujó a correr hacia los callejones secundarios. Los chicos eran más rápidos que nosotras y llegaron antes. Y solo me sentí segura en ese instante, ese instante en concreto en que tu mano me agarró como una mano divina que salva a quien se ahoga. El calor de tu mano entonces fue el primer sentimiento real de que la libertad por la que me manifestaba estaba cerca”. Otra dice: “Me quejaba de cuánto echaba de menos a mi familia e iba a mi ciudad cada jueves. Pero mi objetivo era participar en las manifestaciones del viernes, no solo porque estuviera con la revolución completamente, sino porque él me estaba esperando, caminando con el grupo que protegía a las mujeres que participan en las manifestaciones. Sin embargo, yo sabía que él estaba allí para protegerme. Lo amé dos veces: porque estaba allí, y porque estaba allí para protegerme”.
Con los cambios en la naturaleza de la revolución, el ambiente que abrazaba a las historias de amor se transformó: la libertad ya no estaba en el mismo nivel que antes. En Dariya, esencia de la revolución pacífica y su flor abierta, un grupo salafista emitió un comunicado que llamaba a “las libres” a abstenerse de participar en las manifestaciones porque al haber hombres, estaban invocando al diablo. Una activista de uno de los municipios de Al-Ghouta decía en su página de Facebook: “Tu transformación me sorprende: ¿no me miras cuando me pides que me quede en casa, y hace un año ahuecabas los brazos para rozar mi mano en la manifestación?”
Algunas historias huyeron con sus héroes, héroes que huyeron de la creciente violencia y la muerte que les rodeaba. Algunas otras murieron con alguno de sus héroes y solo quedaron testimonios en Facebook que encogen el alma. Otras nacieron a escondidas y aún siguen vivas en el mundo de la comunicación virtual.
Con los intentos de desviar la revolución de los objetivos por los que se hizo, fuerzas ocultas intentaron privarla de su ética y publican una grabación de luchadoras de la guerra de Chechenia diciendo que son tunecinas que han ido a Siria en respuesta a la yihad de la cópula a la que llamó la fetua de un ignorante de Arabia Saudí, que bien podría ser una legalización de un tipo de prostitución [1].
La revolución se ha visto sometida a profundas transformaciones debido a serios peligros que la amenazan a ella y a Siria. Pero, incluso en dicha transformación, la revolución sigue pareciéndose al amor, pues también “comienza riendo y termina con seriedad” (Ibn Hazm).
[1] Básicamente, aunque no se sabe la fuente concreta, autorizaba a las tunecinas a ir a aliviar las circunstancias de los luchadores en Siria.
Publicado por Traducción por Siria