La libertad está en peligro. Los silencios cómodos, cómplices o cobardes han de acabar

La libertad está en peligro. Los silencios cómodos, cómplices o cobardes han de acabar

Cada día, una insidiosa campaña de desprestigio de las instituciones democráticas, del valor y el sentido de la soberanía popular confluye con el cercenamiento o la supresión de los derechos ciudadanos arrancados con sangre física y enormes sacrificios colectivos e individuales a lo largo del pasado siglo. La parte más conservadora de la comunidad española, también asturiana, claro, que tras 1978 se refugió en sus cuarteles ideológicos y de clase, coincidiendo ahora con el nuevo nihilismo del más antihumano liberalismo económico y con la locura destructora de los grupos antisistema, parece haber encontrado con éxito en la crisis económica y los desmanes de cuatro políticos de medio pelo durante la década del todo vale inbomiliario, las palancas para volver a sojuzgar al pueblo y condenarlo a otra edad oscura de palo, humillación, ausencia de derechos y esclavismo laboral a beneficio de cuatro. Y, lo peor, una parte del Gobierno parece que secunda tamaño ataque con una política de austericidio en la que introduce el desmantelamiento progresivo de la Sanidad pública --ahora prepara otra tanda de copagos-- que ya no es universal en España, la supresión de la cobertura mínima de amparo social --acaba de expulsar del sistema a decenas, cientos de miles de españoles mayores de 55 años--, de cercenamiento del derecho a la educación --muchos jóvenes españoles ya no pueden pagar las elevadísimas tasas universitarias y la reforma wert se llevará el dinero público a los colegios privados--.

 

Mentiras mil veces repetidas, como que en este país hay 400.000 políticos, cuando sólo hay 68 mil cargos electos. Como que todos los concejales cobran miles de euros, cuando el 90% de ellos no cobran un euro. Como que las autonomías despilfarran el dinero de los españoles en caprichos, cuando el 80% de su presupuesto lo llevan sólo la educación y la sanidad que gestionan por ser ellas el estado. Incluso exageraciones chuscas, como que en Andalucía se gastaron 1.000 millones de euros en putas y cocaina, cuando la mayor parte de ese dinero fue a pagar los ERES legales y legítimos de miles de trabajadores. Mentiras mil veces repetidas, insistimos, han acabando calando en un pueblo desmoralizado por la miseria creciente, harto de no encontrar trabajo, pero al que no se le explica que es la propia y retorcida estructura del ajuste bancario-financiero la que impide la recuperación de un país lleno de fuerza de trabajo competitiva y formada, de empresas con futuro obligadas a cerrar porque los bancos les cortan la liquidez, y de materias primas que no tienen salida porque la brutal subida de impuestos --sí, don Mariano, sí, que no sólo ha subido los chuches que le reprochaba a Zapatero, ha subido hasta los entierros, que ahora son de lujo, según Montoro-- hace caer el consumo hasta niveles de los años 80. Como nadie explica a los asturianos que si cierra Fundición Nodular, o Fuensanta, con cartera de pedidos, con mercado, con futuro, es porque sendos bancos prefieren realizar sus créditos aunque Asturias se vaya a pique.

 

Y en esa ceremonia de la confusión tiene culpa el partido del Gobierno, al menos por silencio cómplice. Hay dos cadenas televisivas especialmente tóxicas, una que se proclama custodia de España --es fácil adivinar de qué España-- y otra la de los obispos --que ya les vale-- en las que a diario se practica la demolición sistemática de la democracia y de las instituciones del Estado, incluyendo la Jefatura, a la que desde hace unos días acusan veladamente, con insinuaciones a medias, citas incompletas, preguntas en el aire..., en fin, toda la basura de la peor ingeniería de la intoxicación, de cobrar comisiones por los grandes contratos en el extranjero. Y lo hacen con la presencia diaria de diputados y cargos politicos del partido del Gobierno que con su silencio se vuelven cómplices de la canallada.

 

No se engañe el lector. La destrucción de la clase media, la única garantía de pervivencia de la Democracia y de un mínimo freno al poder omnímodo, ya se ha ensayado antes, y siempre con el mismo resultado: la vuelta a una época de opresión, de tristeza social, de pobreza, de sojuzgamiento y, en definitiva, de humillación de todo un pueblo.

 

Por eso es preciso que la sociedad bien pensante, la que tiene corazón, la solidaria con sus prójimos, ya sea azúl, amarilla o colorada, por su bandería política, con los representantes electos, depositarios del voto popular, con los medios de comunicación que aún conservan un mínimo compromiso con la sociedad a la que deben servir, con los profesionales de todo tipo, los empresarios, protagonistas del progreso, y con los españoles todos, los asturianos en nuestro caso, ponga pie en pared para defender esta democracia que tanto costó conseguir y, a lo que se ve, cuesta mantener. La democracia es mejorable, pero su recambio es, siempre, una dictadura.

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