La Pola.- Luis Alonso Lobato, presidente de la Hermandad de Donantes de Sangre del Principado de Asturias, fue el glosador este jueves de las tradiciones y costumbres en la Cuaresma asturiana, como pregón o preludio a la jornada gastronómica que al efecto se celebró en el Hotel Lóriga, en Siero, dentro del ciclo anual que organiza y promueve Gustavo Izquierdo. El pregón, tan jugoso como el menú de la jornada, hizo las delicias de los comensales.
Algunas tradiciones y costumbres en la Cuaresma Asturiana
Luis Alfonso Alonso Lobato
Queridos amigos y amigas, buenos días. Muchas gracias Gustavo, por haberme propuesto glosar este pregón de algunas tradiciones y costumbres de la Cuaresma Asturiana. Conocí a Gustavo por motivos de sangre, pero no se crean ustedes que compartimos lazos familiares, no. Tuve el honor y el placer de hacerle entrega como Presidente de la Hermandad de Donantes de Sangre Principado de Asturias, de un galardón a la solidaridad cuando superó las cincuenta donaciones. No se llega así como así a esta cifra, hacen falta al menos 13 años de anónima constancia, donando como mínimo cuatro veces al año, para llegar a esta cifra. Muchas gracias Gustavo en nombre de los enfermos a los que ayudaste, de sus familiares y de la sociedad asturiana.
Nos dicen que vivimos tiempos descreídos, tiempos en la que la espiritualidad es escasa. Quizás sea debido a que hasta no hace mucho, vivíamos de conformidad con un calendario, podríamos decir, eclesiástico. La Iglesia influía en nuestra vida diaria consignando los días laborales, los días de fiesta, cómo y cuándo debían celebrarse los acontecimientos familiares, e incluso, la Iglesia fue más allá en su influencia social llegando a imponer vestimenta, costumbres y regímenes de comidas.
Ese mismo calendario imponía, en un principio, que en el tiempo de duración de la cuaresma, desde el miércoles de ceniza al domingo de ramos, y durante la semana santa, la obligatoriedad de ayuno y abstinencia. Posteriormente, y teniendo en cuenta que quien comía carne eran las clases pudientes, se fijó ese tiempo como de abstinencia y se dejó el ayuno, para el miércoles de ceniza y el viernes santo. Porque como señalan los autores que a partir del siglo XVII comienzan a Historiar los hechos que acontecían al pueblo (p.e. el Dr. Casal, el Padre Feijoo, Jovellanos, el Marqués de Camposagrado, etc.), Asturias fue lugar de hambres endémicas, de dietas monótonas en las que la carne era una desconocida, el pan un privilegio, y el vino un castigo divino.
Pero además de abstinencia, la Cuaresma y la Semana Santa fueron tiempos de rezos y ritos perfectamente señalados. Recuerdo acudir a la Iglesia el Domingo de Ramos estrenando ropa y llevando un ramo de laurel y romero, con el que competían los mozos a ver quién era capaz de portarlo más grande y hermoso; si el tiempo lo permitía, se salía en procesión alrededor de la iglesia. Hoy día los ramos son de palma, pero los mayores continuamos llevando el laurel que a lo largo del año, y debido a estar bendito, condimentará algunos de los platos del día a día: cocidos de lentejas, fabes pintes o carnes asaes.
El ramo se llevaba para casa y los ahijados lo entregaban a sus padrinos y madrinas, a la espera del domingo de pascua en el que recibían el bollu. Este consistía generalmente en la pegarata, o especie de empanada rellena de chorizo, huevos, llacón, … Con el tiempo se transformó en un bizcocho relleno de chocolate, nata, …, o en una tarta de almendra, o en una figura de chocolate, o en una cierta cantidad de dinero para que los padres compren al guaje aquello que le haga falta.
El Sábado Santo, según la tradición del lugar, se bendecía el agua y el fuego, el fueu. Con el agua bendita y con el laurel, a modo de aspersorio, se bendecía la casa, las cuadras, los animales con el fin de protegerlos de bruxes y bruxos, y las tierras de pan. En Asturias se iba a las tierras donde la escanda, el trigo, el centeno, cereales de invierno comenzaban a crecer o el maíz recién plantado, y se bendecía la tierra para que con el poder de las palabras, del laurel y el agua bendita quedaran libre de ratones o cualquier mal que hiciera peligrar la cosecha:
A fuyir mures y comición
Que ahí os va el agua bendita
De la sagrada pasión.
Fórmula con variantes propias de cada concejo o incluso de cada valle o casa, que se repetía año tras año.
El fuego, variaba de un lugar a otro de Asturias en como se realizaba, pero no en cuanto a su interpretación. Así en algunos pueblos de Aller, el cura preparaba una hoguera a la puerta de la iglesia con leña que llevaban los vecinos. Una vez quemada bendecía los restos y la gente se los llevaba para casa para cuando tronaba; se arrojaban entonces en el llar, o se tiraban por la ventana para espantar la truena. Aquí, en Siero, los vecinos llevaban una vela con su nombre escrito que permanecía estaba encendida durante la eucaristía. Una vez acabada la misa y ya bendecidas por el cura, llevaban para casa el resto de la vela que se encendía cuando había tormenta, para espantar truenos y rayos.
Tengo un recuerdo muy vivo de otra tradición llena de simbolismo, hoy lamentablemente perdida: el matar judíos. Acudíamos el Jueves Santo a la iglesia, niños y mayores, llevando bastones, carraques y matraques, y cuando el cura decía que los judíos habían matado a Cristo, se armaba en el templo un alboroto tremendo: los hombres y las mujeres golpeaban el suelo con los bastones o palos, los nenos hacían sonar les carraques y matraques. La algarabía era total.
Pero ya que estamos en Siero, y más concretamente en La Pola, quiero recordarles de donde vienen dos de las fiestas de más raigambre en el concejo: les Comadres y los Huevos Pintos, pues ambas están relacionadas con la cuaresma.
Las Comadres se celebran el jueves antes del miércoles de ceniza, y marcan junto con el martes de carnaval el inicio de la Cuaresma y la prohibición de comer carne. Así que en las comadres lo normal y típico es el bollu preñau. La fiesta tuvo su origen en reuniones de grupos de mujeres para, además de merendar, bailar, divertirse y pasarlo bien. Hoy día, la fiesta no solo es el jueves, también el viernes, sábado y domingo. El jueves de comadres es fiesta para forasteros, el viernes (comadrines) es más familiar, más íntima y se celebra con familiares y amigos; sábado y domingo, después de dos días previos de jarana, reciben el nombre de migayes y migayines, pero aun está el cuerpo pa lo que le pidan, faltaría más.
En Cuaresma, la abstinencia no solo era de la carne y derivados, también estaban prohibidos los huevos. Esto hizo que se fueran almacenando, pues las gallinas una vez se acostumbran a poner un güevu diario no hay manera de pararlas; así que se cocían y se regalaban a parientes y amigos metidos en cestillos de mimbre a los que se añadían algunas castañas, fueyes de castañu o yerba. Para darles un mejor color, un toque distinto, se pintaban con sarrio. Este es el hollín que quedaba adherido a las paredes de la cocina cercanas al llar, consecuencia de quemar la leña con la que calentar la casa y preparar la comida diaria. Los huevos quedaban tiznados de negros; era los huevos prietos. Con el tiempo, los huevos se pintaron de forma artesanal, con diversos tipos de pintura y anilinas. Hoy día se añaden dibujos y escenas tradicionales o de la vida cotidiana, acompañando símbolos y/o frases alusivas a diversos temas: Los huevos pintos.
Pero como ustedes están esperando comer, y de comida de cuaresma se trata, mencionar que la obligatoriedad de la abstinencia dio origen a varios platos y recetas culinarias que, podríamos decir, cumplen con el precepto eclesiástico.
Si estaban prohibidas las carnes de tierra, no lo estaban las carnes de mar, pues no estaban contaminadas por la sangre. Los pescados a lo largo de los cuarenta días constituían la dieta principal junto con las legumbres y verduras. Se consumía chicharro, sardinas, bacalao, etc.; conservas de pescado como bonito en escabeche o sardines salones, que de niño recuerdo ver en las tiendas de alimentación y el día de mercado dentro de pequeños toneles de madera. Les sardines salones te las daban envueltas en papel de periódico y aplastadas, de tal manera que las espinas se desprendían fácilmente.
Platos típicos de estas fechas son les fabes, que gracias a la capacidad que tienen de quedar bien con casi todo, constituían un plato diario imprescindible. Otro plato frecuente es el bacalao cocinado de mil formas: al horno con patatas panadera, al pil-pil, al ajo arriero, etc. No podemos olvidarnos de los pescados de río: truchas y salmones tan frecuentes en otras épocas en nuestros ríos.
También mencionar los socorridos arroces que tanto juego han dado y dan en la cocina de cada día. Aquí en Siero, y gracias al río Nora, era frecuente degustar el arroz con anguilas, o con cangrejos, de los que ya no queda nada salvo el recuerdo.
Y para finalizar señores, os quiero recordar que hemos venido aquí con un propósito: disfrutar en compañía de amigos de las excelencias del mar y de la tierra que nos van a ofrecer cumpliendo lo preceptivo en estas fechas: la abstinencia.
Buen provecho y muchas gracias.