A finales de los años ’80, las poblaciones de conejo (Oryctolagus cuniculus), presa clave en los ecosistemas mediterráneos, sufrieron el colapso con la llegada de la enfermedad hemorrágica vírica (EHV).
Para comprobar el impacto de su desplome en sus depredadores, los investigadores analizaron la alimentación del tejón (Meles meles), el zorro (Vulpes vulpes), el meloncillo (Herpestes ichneumon), la gineta (Genetta genetta) y el lince ibérico (Lynx pardinus).
“Todos los carnívoros redujeron el consumo de conejo después de la llegada de la EHV, aunque esta reducción varió de unas especies a otras”, asegura a SINC Pablo Ferreras, autor principal e investigador en el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC), centro mixto de la Universidad de Castilla-La Mancha, el CSIC y la Junta de Comunidades de Castila-La Mancha.
Según el estudio, que se ha publicado en Basic and Applied Ecology, la mayor reducción en el consumo de conejos se observó en el tejón (un descenso del 71,8 al 26,2%) y el zorro (del 20,2 al 9,8%).
El zorro fue el carnívoro que más cambió su dieta por la disminución de conejos, y sustituyó sobre todo su consumo por ungulados (en forma de carroña), aves y pequeños mamíferos.
“El zorro mostró una respuesta numérica ante el descenso de los conejos, y se redujo su abundancia durante los cinco años posteriores a la llegada de la EHV”, recalca Ferreras. Sin embargo, el meloncillo y la gineta no redujeron tanto su consumo y sus poblaciones no disminuyeron.
El lince ibérico, incapaz de cambiar de presa
A pesar de que la densidad de conejos fue la más baja registrada en esta zona hasta esa fecha, el lince ibérico “apenas redujo el consumo de conejos, que siguieron siendo la base de su alimentación en un 75%”, concreta Ferreras, quien añade que el lince se confirma como “un especialista obligado de conejos”.
El sistema social del lince se vio alterado tras la llegada de la enfermedad del conejo: se relajó la territorialidad, aumentó el tamaño de las áreas de campeo de las hembras y los subadultos permanecieron en sus áreas natales.
La crítica situación del lince ibérico, considerado uno de los felinos en mayor peligro de extinción del mundo, “se agrava si cabe por su incapacidad para cazar otras presas que no sean conejos”. Los investigadores también señalan que el sistema social del lince se perturbó durante el primer año del colapso de estos animales, pues no hubo dispersión de juveniles y aumentó la densidad local.
La mayoría de las poblaciones de conejos de la Península Ibérica no se ha recuperado del colapso provocado por la enfermedad. La depredación podría influir en la falta de recuperación, y los lagomorfos podrían haber entrado en un equilibro de baja densidad, regulado por la depredación. Para los científicos, la escasez de conejos podría amenazar “seriamente” a los depredadores especialistas como el lince.
Los investigadores proponen medidas de gestión que aumenten la densidad de conejos a través de repoblaciones o de mejora de los hábitats, por ejemplo.
FOTO:JJ Harrison (http://www.noodlesnacks.com