La lactosa y la pez de Castilla, "que arden de maravilla", se unirán al clorato de potasio para producir el humo blanco de la fumata que anunciará al mundo el habemus papam. Solo hace falta que una mayoría de 2/3 de los cardenales electores vote al mismo candidato en alguna de las cuatro votaciones diarias. Mientras tanto una mezcla de azufre, antraceno y perclorato de potasio seguirá generando fumatas negras.
El humo negro que ha salido ayer y esta mañana del tejado de la Capilla Sixtina se produce con tres compuestos fumígenos: azufre, perclorato de potasio y antraceno. Es la mezcla preparada para generar las fumatas negras durante el conclave que se desarrolla actualmente en Roma.
Así lo confirma un comunicado del Vaticano, donde también se informa de que para producir la fumata blanca que anunciará al nuevo pontífice se usará lactosa, clorato de potasio y colofonia. Esta última, conocida como ‘pez de Castilla’, es la resina ámbar de los pinos y otras coníferas
“La lactosa es un azúcar que se quema muy bien, y la colofonia, una resina, también arde de maravilla”, explica a SINC Maribel Beltrán, ingeniera química de la Universidad de Alicante. Ambas sustancias favorecen la combustión completa de la materia orgánica “dando solo CO2 y vapor de agua, que es el que hace que el humo se vea blanco”.
Sin embargo, en las fumatas negras se produce una combustión incompleta donde, aunque también se genera vapor de agua, aparece el monóxido de carbono (CO) y las cenizas. “Si estas son finas, el humo las arrastra y se ve negro”, dice Beltrán.
La investigadora también explica que el antraceno es un polvo negro muy fino, muy aromático, “de modo que casi no tiene hidrogeno, así que se quema mal y da poco vapor de agua”.
El azúcar lactosa y la resina colofonia queman muy bien, pero no el negro antraceno
“Por su parte, el azufre es reductor y un agente ‘entrecruzante’ de la materia carbonosa –prosigue–, así que probablemente lo usen porque ayuda a que la mezcla se queme peor”.
“Y respecto al clorato y el perclorato, son muy parecidos: los dos son oxidantes, ayudan a que no se detenga la combustión y aportan oxígeno extra. En la fumata negra supongo que deberán utilizar una proporción baja de perclorato, lo suficiente para asegurarse que no se detenga la combustión y no se acabe antes de tiempo”.
Antiguamente, para producir el color oscuro de la fumata se usaba brea o ‘negro de humo’ –un compuesto similar a un aditivo de los neumáticos– mientras se quemaban las papeletas en una estufa. Y para el color blanco se utilizaba paja, aunque hay versiones contradictorias sobre si estaba seca o húmeda.
Pero debido a varias ocasiones donde la fumata salió gris y confundió a los espectadores, como ocurrió en 1978 durante el cónclave en el que se eligió a Juan Pablo I, los responsables del Vaticano decidieron pedir ayuda a la química y a la tecnología.
El aparato auxiliar a la estufa se colocó para evitar el humo gris
Para distinguir bien el color de las fumatas, a partir del cónclave de 2005 un aparato auxiliar con compuestos fumígenos acompaña a la estufa tradicional donde se queman las papeletas de las votaciones. Esta es de 1938 y tiene grabadas las fechas de los cinco cónclaves en los que ha servido: desde el que eligió a Pío XII hasta el de Benedicto XVI.
Respecto al aparato auxiliar, tiene un compartimento donde se colocan cajetines con los dos tipos de compuestos, el trío blanco o el negro, según el resultado de las votaciones. El encendido se realiza mediante una centralita electrónica, y dura varios minutos, a la vez que en la estufa se queman las papeletas.
Los tubos de la estufa y del aparato auxiliar se unen en un único conducto que sale a la chimenea de la Capilla Sixtina. Para mejorar el tiro, el dispositivo se calienta con una resistencia eléctrica y, además, tiene un ventilador de reserva.
Excepto la jornada del inicio del conclave, que hubo un escrutinio, el resto de los días se organizan cuatro votaciones: dos por la mañana y dos por la tarde, aunque solo hay una fumata tras cada par de escrutinios. A no ser que el resultado sea positivo y se finalice el proceso con la fumata blanca.
La regla de los 2/3
Para que esto ocurra es necesario que una mayoría de 2/3 de las papeletas emitidas por los electores confirme la elección del nuevo papa. Como hay 115 cardenales con derecho a voto, la operación 115 x 2/3 ofrece un resultado de 76,666, es decir, que será suficiente con que 77 purpurados se pongan de acuerdo en el mismo candidato.
Respecto a la procedencia los cardenales electores, los europeos son más de la mitad, 60 en concreto: 28 de Italia, seis de Alemania, cinco de España, cuatro de Polonia, otros tantos de Francia, dos de Portugal y uno de cada uno de estos países: Austria, Bélgica, Suiza, Países Bajos, Irlanda, República Checa, Bosnia-Herzegovina, Hungría, Lituania, Croacia y Eslovenia.
Los cardenales europeos suman más de la mitad
Desde el otro lado del Atlántico han llegado 14 electores de Norteamérica –11 de Estados Unidos y tres de Canadá–, y 19 de América Latina: cinco de Brasil, tres de México, dos de Argentina y un representante nacional de Colombia, Chile, Venezuela, República Dominicana, Cuba, Honduras, Perú, Bolivia y Ecuador.
Por su parte, África aporta 11 electores: dos de Nigeria y el resto de Tanzania, Sudáfrica, Ghana, Sudan, Kenya, Senegal, Egipto, Guinea y República Democrática del Congo. Los 10 cardenales de Asia proceden de la India –cuatro–, Filipinas, Vietnam, Indonesia, Líbano, China y Sri Lanka. Y el único representante de Oceanía llega desde Australia.
El avance de las votaciones y las sucesivas combinaciones matemáticas que vayan surgiendo en el interior de la Capilla Sixtina son secretas. Al final solo se conocerá que se ha alcanzado un acuerdo cuando la lactosa, el clorato de potasio y la ‘pez de Castilla’ cumplan con su labor.