El atún, el pez espada o el emperador son el principal foco de contaminación, según un estudio presentado hoy en Valencia
SEH-LELHA/DICYT España destaca por ser uno de los principales países en consumo de pescado, cuyos beneficios para la salud, ampliamente reconocidos por contribuir a prevenir las enfermedades cardiovasculares, podrían no ser tales tras encontrarse niveles altos de metilmercurio (MeHg) en sangre en las personas que comen habitualmente grandes peces predadores. La exposición a esta sustancia altamente tóxica podría aumentar el riesgo de enfermedad cardiovascular y ser causa de afectación del sistema nervioso en desarrollo tanto en el feto como en niños.
Así se desprende de un reciente estudio sobre “Elementos traza esenciales y tóxicos en pacientes con riesgo cardiovascular”, elaborado por la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española de Hipertensión Arterial (SEH-LELHA), cuyas principales conclusiones se presentan hoy en el marco de su 18ª Reunión Nacional que estos días se celebra en el Palacio de Congresos de Valencia.
El atún, el emperador o el pez espada son las principales fuentes de concentración de metilmercurio, razón por la que se desaconseja su consumo a menores y embarazadas su consumo y, en su lugar, se recomienda ingerir caballa, con contenidos de mercurio muy inferiores al atún. Esta advertencia se basa en las conclusiones de un subanálisis sobre un total de 36 latas de atún de las principales marcas, que revela niveles altos de mercurio sin diferencias relevantes en cuanto al precio, marca o lote. A este respecto, sugiere la doctora Nieves Martell, presidenta de la SEH-LELHA, “lo ideal sería mezclar el contenido de las latas, ya que no en todos los envases se ha encontrado mercurio, al menos en la misma proporción, a fin de que la concentración de metilmercurio no llegue tan pura al consumidor y no represente un peligro tan directo para su salud”. También recomiendan acompañar la guarnición de pescado con verduras y fibra, ya que reduce hasta en un 70% la absorción en sangre de este metal pesado.
Factor de Riesgo Cardiovascular
El mercurio es un elemento natural de la tierra y a su propagación han contribuido negativamente las actividades del hombre, siendo en la actualidad un problema de salud pública de primer orden, tal y como alerta la doctora Montserrat González-Estecha, responsable de la Unidad de Elementos Traza del Servicio de Análisis Clínicos del Hospital Clínico San Carlos de Madrid.
La explicación por la que se encuentra en peces predadores de gran dimensión y no en los pequeños se debe a la acción de los microorganismos acuáticos, encargados de transformar el mercurio que llega al mar en metilmercurio. “Los peces de menor tamaño se alimentan de estos microorganismos, que sirven a su vez de comida para los peces grandes, capturados después e ingeridos por el hombre, incorporándose así a la cadena alimentaria”, explica esta experta.
Una vez en el organismo y tras varios años de consumo, se ha observado que la concentración de esta sustancia contaminante (MeHg) está relacionada con la enfermedad cardiovascular. En concreto, explica el doctor José Antonio García Donaire, de la Unidad de Hipertensión del Hospital Clínico San Carlos de Madrid, “se relaciona con infarto de miocardio, estrés oxidativo, arritmias, hipertensión arterial, descenso de la variabilidad de la frecuencia cardiaca y desarrollo de la placa de ateroma”. El hallazgo supone un importante avance ya que, tal y como aclara este experto, hasta ahora sólo contemplábamos los factores de riesgo clásicos en la enfermedad cardiovascular y este nuevo indicador (MeHg) podría explicar en algunos casos la aparición de hipertensión arterial en una población más joven y sana.
Contaminación ambiental
El metilmercurio no es el único contaminante al que estamos expuestos, ni el único que representa un problema de salud pública. La exposición al plomo (Pb), presente durante años en las gasolinas y que aún persiste en algunas antiguas tuberías de agua, afecta tanto a niños como a jóvenes y adultos, a pesar del descenso en los últimos años de las concentraciones de este químico en sangre de la población española
En los menores, la presencia de este elemento se relaciona con déficit intelectual y de atención, trastornos en la audición y el lenguaje y comportamiento antisocial. En la población adulta, prosigue el doctor García Donaire, “existe una asociación entre concentraciones de plomo en sangre e hipertensión. De hecho, el aumento estimado en la presión arterial sistólica cada vez que se doblaban los niveles de plomo en la sangre oscilaba entre 0,6 y 1,25 mmHg”.
El cadmio (Cd), procedente del humo del tabaco, podría estar implicado en el inicio de la aterosclerosis subclínica, asociado a su vez con morbimortalidad cardiovascular. “También se ha evaluado el riesgo medioambiental y sobre la salud de la exposición al cerio (Ce), otro elemento traza altamente contaminante usado como componente de los catalizadores y como aditivo del diésel”, concluye este nefrólogo, experto en hipertensión arterial.
FOTO: Pescado de Galicia