Ofrecen evidencias históricas del “golpe de Estado” liberal de Maximiliano

Ofrecen evidencias históricas del “golpe de Estado” liberal de Maximiliano
  • México D.F.-Konrad Ratz y Amparo Gómez Tepexicuapan son los autores del libro Los viajes de Maximiliano en México (1864-1867), recién editado por la Dirección General de Publicaciones del Conaculta 
  • Se exponen por primera vez sus actividades, ideas y decretos, con la descripción de encuentros del emperador con personajes políticos, los programas de visitas a escuelas y otras instituciones públicas
  • Será presentado el martes 12 de febrero a las 19:00 horas, en el Alcázar del Castillo de Chapultepec

Para hacer a un lado la especulación acerca de los viajes en nuestro país del emperador Maximiliano de Habsburgo, Konrad Ratz y Amparo Gómez Tepexicuapan efectuaron una investigación minuciosa para intentar llenar este vacío histórico y suministrar evidencias del “golpe de Estado” liberal que el emperador realizó durante los casi tres meses que duró su primera gira de gobierno.

El resultado es el libro Los viajes de Maximiliano en México (1864-1867), editado por la Dirección General de Publicaciones (DGP) del Conaculta, en el que los historiadores estudian también las actividades de sus demás viajes mediante un análisis pormenorizado.

A través de esta obra Ratz y Gómez Tepexicuapan se proponen analizar cómo los largos periplos de Maximiliano se inscribieron en su proyecto político de la “regeneración” de México; es decir, la creación de “instituciones sabiamente liberales” tal y como el archiduque lo había anunciado en su discurso de aceptación del trono el 10 de abril de 1864.

En su breve reinado, poco más de tres años, Maximiliano estuvo de viaje más de 200 días. Esta investigación responde con amplitud a la pregunta de qué sucedió durante esos viajes y con qué fines los emprendió. Para ello, los coautores han examinado la prensa del segundo Imperio, así como la Correspondencia inédita entre Maximiliano y Carlota, publicada en México en 2003.

Así, en el primero de tres capítulos que comprende la primera parte del libro, se abordan las tendencias monarquizantes que perduraron desde el virreinato y el Primer Imperio de Agustín de Iturbide, así como la lucha por el poder de los liberales mexicanos contra la Iglesia, conflicto en el cual Maximiliano tomó clara posición en favor de las reformas decretadas por Benito Juárez en 1859.

En el segundo capítulo se constata que el nuevo Imperio, en vista de sus anomalías de origen, necesitaba ser “legitimado” por el nuevo soberano, por lo que los investigadores adoptaron la acertada idea de Robert H. Duncan (1996), en el sentido de que cuando menos los tres primeros viajes realizados por el emperador tuvieron un carácter legitimizante; es decir, formaron parte de una política sistemática y activa, cuyo éxito o fracaso puede ser evaluado al compararla con los fines políticos de justificación del régimen que se querían alcanzar.

 

En el tercer apartado se demuestra que sus dos más importantes modelos humanos, su tío bisabuelo, el emperador austriaco José II, y su tío, el archiduque Juan de Austria, tan populares en su patria, habían hecho antes intensos viajes. Teniendo esos ejemplos, a Maximiliano le pareció conveniente y acertado suplir su falta de experiencia sobre el país y sus habitantes con extensos periplos informativos, presentándose al mismo tiempo a sus nuevos súbditos como soberano, lo que desde la antigüedad era una forma usual de buscar la legitimidad de un nuevo régimen.

Por último, en la segunda parte de la investigación se describen los trasfondos políticos presentes en cada viaje, así como las rutas, estancias y agendas diarias.  

De esta manera se destaca que, “a diferencia de los tres primeros viajes que tuvieron claros objetivos políticos, las estancias en Cuernavaca y sobre todo el viaje a Orizaba hacia fines de 1866, durante la crisis de abdicación, fueron motivados principalmente por la idea de escapar. En cambio, su último viaje, rumbo a Querétaro, cuando el soberano intentó provocar un desenlace, ya fuera bélico o pacífico del destino del Imperio, tuvo un carácter políticamente activo, aunque podría interpretarse como una ‘huida hacia adelante’.

“El emperador había propuesto por escrito al presidente Juárez que enviara una comisión a Querétaro a fin de organizar junto con sus propios enviados un Congreso Nacional, el cual debería deliberar sobre el futuro sistema de gobierno de México. Aunque sus esperanzas de llegar a un acuerdo con Juárez sobre este plan no se cumplieron, tal intención fue el motivo secreto de Maximiliano para realizar el último viaje”, refieren los autores en la introducción del libro.

“No obstante, dicho propósito no se desprende ni de la correspondencia entre Maximiliano y Carlota – la cual terminó el 8 de enero de 1967 – ni de los reportes de la prensa, que en esta fase precaria escasearon cada vez más. Así, el origen de tal aseveración se finca en el borrador de la carta a Juárez que se encuentra en el Archivo del Estado de Viena  (HHS-tA, AMM, K42, 14-15v), y que en la presente obra se publica por vez primera en forma completa, en el cual se especifica claramente que ese fue el principal motivo de Maximiliano para emprender el último viaje que, como sabemos, tuvo un desenlace trágico”, afirman Konrad Ratz y Amparo Gómez.

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