Un estudio liderado por el CSIC evalúa la robustez de las cadenastróficaspolaresfrente aposiblesimpactos climáticos
El ecosistema ártico es más vulnerable a los cambios que afectan a los predadores, mientras la Antártida es más sensible a las perturbaciones en el nivel de las presas
Un estudio liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha analizado las relaciones internas de las dos mayores redes tróficas registradas hasta el momento en los polos, la ártica con 145 especies y la antártica con 586. Los resultados, publicados en la revista Marine Ecology Progress Series, ponen de manifiesto que los efectos del calentamiento global en la biodiversidad podrán sentirse de manera muy distinta en estos ecosistemas aunque posean características similares.
Esta investigación constata que el ecosistema ártico, que cuenta con mayor número de
especies depredadoras, es más susceptible a las perturbaciones que afectan a estos
niveles superiores de la cadena trófica, como las ballenas y los osos polares. Según los
investigadores este fenómeno, denominado cascada trófica, supone una amenaza
importante para el ecosistema, ya que los cambios que afecten a los depredadores
afectarán también a las presas.
Por el contrario, la red trófica antártica muestra el efecto inverso: presenta un mayor
número de especies presa por cada especie predadora y es más sensible a los cambios
que se producen en los niveles inferiores, como la disminución del krill antártico por la
pesca y el cambio climático.
Además, el estudio señala que la red trófica ártica está más conectada y tiene más
especies omnívoras que la antártica (80,71% frente al 41,13%), lo que hace que sea
más persistente ante las perturbaciones tales como la extinción y la invasión de
especies. “La distribución del número de presas y predadores por especie en la red
trófica antártica hace que sea muy vulnerable a perturbaciones en especies
particulares, como las que tienen más presas y predadores”, explica el investigador del
CSIC Charles Santana, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados, centro mixto
del CSIC y la Universidad de Baleares.
El Océano Ártico y la Península Antártica son dos de las regiones planetarias donde se
están sintiendo con mayor intensidad los efectos del cambio climático. Mientras en el
resto del mundo se ha registrado un aumento promedio de temperatura de 0,5 °C
desde 1950, en estas dos regiones polares se ha registrado un incremento de 1,5 °C.
Este aumento de temperatura tiene serios efectos en el derretimiento de la cubierta
de hielo marino, un hábitat crítico para la mayoría de las especies polares, que son
particularmente vulnerables a estos cambios. Uno de los ejemplos más representativos
es el krill, un crustáceo estratégico en la biología antártica y que constituye uno de los
eslabones más importantes de la red trófica. Este organismo disminuyó 60 veces su
abundancia en el Océano del Sur entre 1970 y 2003, mientras la radiación UVB
aumentó considerablemente en el Océano Austral durante el mismo intervalo de
tiempo.
"La respuesta de las especies al cambio climático no sólo depende de sus necesidades
térmicas, sino también de las necesidades de sus presas y depredadores. Existe, por lo
tanto, una necesidad de ampliar el enfoque actual de las investigaciones, que se
centran en las respuestas de especies individuales, para pasar a observar también las
interacciones entre especies de un mismo nivel trófico y de niveles tróficos distintos",
concluye Santana.
Este trabajo es el resultado de la interacción entre investigadores latinoamericanos y
españoles en el ámbito del cambio global y se enmarca dentro los objetivos trazados
por el Laboratorio Internacional en Cambio Global, promovido por el CSIC y la
Pontificia Universidad Católica de Chile.
FOTO: Grupo Navega