La OCU ha analizado la calidad de varias marcas de hamburguesas: solo 5 han conseguido aprobar y 2 de ellas contienen carne de caballo. La OCU exige una investigación urgente al Ministerio de Agricultura, las Comunidades Autónomas y la Agencia Española de Seguridad Alimentaria.
La OCU ha realizado un análisis de 20 hamburguesas frescas envasadas, de venta en supermercados, con el objetivo de averiguar cuál es la calidad de la carne (cantidad de aditivos, higiene, aspectos nutricionales...).
Tras la alerta que se produjo en Irlanda, la OCU decidió realizar también pruebas de ADN para ver si en España las hamburguesas contenían carne de caballo: ha ocurrido en 2 de las 20 muestras analizadas. Las pruebas certifican la presencia de carne de caballo sin que sea indicado en el etiquetado.
El estudio íntegro sobre la calidad se publica en la revista OCU-Compra Maestra del mes de febrero.
Aquí puedes ver los resultados de las 20 marcas analizadas.
Este estudio ha sido posible gracias a la colaboración y contribución de nuestros socios. Gracias a ellos, la OCU se puede mantener como una organización independiente, ofreciendo información trasparente a todos los consumidores y evitando engaños de este tipo. Sin el importante compromiso de los 300.000 socios de la OCU, millones de consumidores seguirían engañados.
Carne de caballo: engaño al consumidor
Aunque en el análisis inicial no se contempló realizar pruebas de ADN, la alarma surgida en Irlanda por la presencia de carne de caballo en algunas hamburguesas hizo necesario comprobar e informar a los consumidores sobre las hamburguesas que se estaban vendiendo en España.
En dos de los casos se está cometiendo un claro fraude al consumidor y se están vendiendo hamburguesas en cuyas etiquetas no se indican sus ingredientes reales. La carne de caballo no es un problema de seguridad alimentaria, sino un engaño al consumidor, que cree comprar carne de vacuno y solo de vacuno.
Conservantes, colorantes... y sulfitos
Respecto a la calidad general, la OCU aclara que la carne picada, componente de las hamburguesas, es un producto muy perecedero que, aun estando refrigerado, debe consumirse en un solo día. Por eso la gran mayoría de las hamburguesas frescas envasadas llevan conservantes que alargan su vida.
Además, la norma permite que los preparados de carne, otra versión de hamburguesa, lleven aditivos como antioxidantes, colorantes o potenciadores del sabor. Estos últimos, pese a ser inocuos, pueden enmascarar la falta de calidad de la carne.
La OCU ha detectado que 16 de las 20 hamburguesas analizadas también llevan sulfitos, un aditivo cuya utilidad es inhibir el crecimiento de bacterias y mantener el color original de la carne. Para añadir los sulfitos, los fabricantes utilizan un truco legal: llamar burguer meat a su hamburguesa.
Esto no tendría importancia si no fuera porque los sulfitos no son inocuos en cantidades altas. Pueden ocasionar vómitos, dolores abdominales y, en personas con alergia, dolores de cabeza y náuseas. Alguna de las hamburguesas analizada lleva el 90% de la Ingesta Diaria Admisible (IDA) de sulfitos para un niño. Esto significa que no se deberían tomar más sulfitos a lo largo de ese día (ni tan siquiera añadir kétchup o mostaza a esa hamburguesa).
Otros parámetros analizados son la grasa, el aporte calórico y la sal. La mayoría de hamburguesas supera con creces el contenido de grasa de una pieza de carne vacuno. Algunos productos llegan a un 23% y un 25%, porcentajes claramente excesivos, puesto que a mayor contenido graso, menor contenido proteínico.
Imagen: Joey.
Baja calidad, alto precio
La media de aporte calórico encontrado es de 200 kilocalorías por cada 100 gramos de preparado de carne. Obviamente, a mayor contenido de grasa y mayor tamaño de la hamburguesa, mayor aporte calórico. Respecto a la sal, la gran mayoría supera con creces el 1%, un porcentaje excesivo y nada recomendable.
Las hamburguesas son, en general, de poca calidad, pero tienen un precio elevado. A juicio de la OCU solo aprueban 5 de las marcas analizadas: dos con excelente calidad y otras tres con una calidad aceptable. El problema es la elevada presencia de tendones y cartílagos, que se usan para sustituir la carne de calidad.
Un último elemento que preocupa a la OCU es la falta de transparencia en el etiquetado. La normativa exige que se indique el porcentaje de carne. Sin embargo, 6 de las hamburguesas analizadas incumplen este requisito, confundiendo al consumidor, que puede adquirir un producto creyendo que es 100% carne e ignorando que su porcentaje es mucho menor.
La OCU exige una investigación
Los comentarios del panel de cocineros que examinó las hamburguesas no han sido muy positivos: hamburguesas con trozos duros de tendones, con huesos, secas, que se curvan y por tanto se queman por un lado y quedan crudas por el otro…
Con estos datos de calidad, y en especial con los resultados que han arrojado las pruebas de ADN, la OCU se ha dirigido a la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), al Ministerio de Agricultura y a las Comunidades Autónomas exigiendo una explicación y una investigación urgente que aclare cómo ha llegado la carne de caballo a unas hamburguesas que no lo mencionan en su etiquetado.
La OCU pide además que se depuren responsabilidades y, en su caso, se impongan las sanciones correspondientes a los infractores.
La OCU denuncia que los controles son inexistentes o, en muchos casos, insuficientes, y que el consumidor necesita estar informado por otros canales para estar seguro de que lo que está comprando es realmente lo que desea comprar.