Por Ignacio Sánchez
Las sirerías Tierrastur presentaron el viernes, ante un grupo de informadores, expertos sidreros y escanciadores, su nuevo programa de incentivación de la calidad tanto en el tratamiento y cuidado de la sidra como en su servicio, programa que incluye formación continuada, dignificación del trabajo del echador y estímulos e incentivos tanto laborales como económicos. Todo ello en beneficio de los clientes, "de los que hay que conseguir también una percepción clara de esa calidad y de la diferencia o el valor añadido que aporta al consumo de la sidra", como señaló el director gastronómico del Grupo, Lluis Nel.
Desde luego, experiencia no le falta al primero de los empleados de Tierrastur que alcanza la máxima categoría en el ranking de los escanciadores, el Escanciador de Oro, y que el viernes demostró sus habilidades, junto con los escanciadores de plata y bronce, con unánime aplauso de los presentes, entre los que se encontraba, cómo no, el empresario, César Junco, arropado por llagareros de fuste y prestigio como Samuel Trabanco o Riestra, de Muñiz y la empresa licorera Casería San Juan del Obispo. El Escanciador de Oro, Sabino Përez Presa, que sirve con indiscutible maestría en Tierrastur de Gascona, empezó a echar sidre con 23 años, hace ya 22, tuvo sidrerías en Pola de siero (Los Portales) y en Oviedo (Cantábrico), y es un convencido de que un culín bien tirado es un universo de placeres sensoriales.
Claro que, como en toda buena cuadrilla sidrerra, no podía faltar el discutiniu, que esta vez provocó Samuel al defender el estilo tradicional de escanciar, ligeramente ladeado el echador, frente al que impone el reglamento actual, más encorsetado, a su juicio. Los presentes acordaron, entre culín y culín, que ambos estilos son igualmente eficaces, aunque distintas razones hayan aconsejado imponer el segundo en los concursos oficiales de escanciado.
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