La guerra contra los Hermanos divide al Golfo

La guerra contra los Hermanos divide al Golfo
Por Abdel Bari Atwan.-Quien sigue los medios del Golfo, especialmente los saudíes, se da cuenta de la existencia de una campaña feroz contra el movimiento de los Hermanos Musulmanes y las corrientes islamistas en general, además de los grandes predicadores del Golfo cuya influencia ha aumentado en los últimos tiempos gracias a los medios de comunicación social como Facebook o Twitter, que hacen difícil a los estados y sus aparatos de seguridad especializados controlarlos y censurarlos como pueden hacer con los periódicos y sitios de internet. Si el teniente Dahi JalfanTamim, director de la policía de Dubai, es la vanguardia en esta campaña contra los Hermanos Musulmanes y ha sido de los primeros  en advertir seriamente de sus peligros, muchos artículos han comenzado a mostrar en la prensa saudí y emiratí ese mismo patrón, de una forma que sugiere que hay personas de alto nivel en el Estado que quieren abrir un frente contra ellos, ya sea en Egipto donde tienen ahora las riendas del poder, o en el Golfo mismo.
Esta campaña contra los Hermanos, y tal vez las corrientes salafistas después, supone una contradicción en relación con una alianza histórica entre los regímenes conservadores del Golfo y aquellos, una alianza que ha mantenido la estabilidad de estos regímenes y ha luchado contra todas las ideas de izquierdas y nacionalistas que suponían una amenaza para esta estabilidad a ojos de los gobernantes.
La pregunta que surge con fuerza estos días gira en torno a esta sorprendente rebelión del Golfo contra el pensamiento de los Hermanos, que había gozado de su apoyo, por no decir del control de la juventud de la zona durante los pasados ochenta años al permitírsele  a los pensadores y profesores de los Hermanos dominar el sector educativo y escoger los métodos de enseñanza, además de establecer asociaciones de prédica y beneficencia, no solo en los estados del Golfo, sino en todo el mundo. ¿Cómo se ha dado la vuelta a esta relación para pasar de ser una de amistad íntima y estratégica a una guerra abierta, por una de las partes al menos hasta ahora, es decir, entre los regímenes del Golfo y la organización de los Hermanos?
La respuesta a estos interrogantes y otros puede resumirse en los siguientes puntos:
Primero: Los gobiernos del Golfo se han dado cuenta de que los Hermanos Musulmanes son un movimiento “mundial” dirigido por una organización internacional, que exige fidelidad organizativa al Guía General en Egipto, y no a las autoridades locales, ni siquiera al líder de la organización en esos países.
Segundo: El dominio del movimiento islámico de los Hermanos del proceso de formación de las nuevas generaciones utilizándolo medios locales que han llevado a su dominio sobre el ejército y los servicios de seguridad, lo que les ha cualificado más que nunca para derrocar a los regímenes y acceder al poder, clave del miedo de los regímenes del Golfo.
Tercero: Debido a la debilidad de las corrientes liberales y de izquierdas en los países del Golfo, resultado de décadas de represión y persecución, las corrientes de los Hermanos, bien organizadas, se han convertido en la fuerza candidata para dirigir las revoluciones de la primavera árabe que piden un cambio político en los países del Golfo.
Cuarto: Las corrientes religiosas y de los Hermanos destacan especialmente por la independencia económica que las diferencia del resto de corrientes, debido a sus complejas redes organizativas y su acceso a importantes ingresos, pues dominan empresas y organizaciones financieras en los países del Golfo en concreto, lo que les ha hecho aunar las fuerzas política y económica.
Quinto: Los movimientos islámicos gozan de un gran apoyo en los centros populares porque su ideología se centra en la doctrina islámica y su dominio de las mezquitas, de forma directa o indirecta, lo que supone cinco pequeñas reuniones diarias y una gran reunión semanal cada viernes.
Sexto: Los movimientos islámicos no yihadistas y los Hermanos Musulmanes en concreto siguen una política de autocontrol y de evitar todo enfrentamiento con el Estado, lo que explica el silencio del movimiento de los Hermanos en Egipto de cara a los ataques en su contra y su insistencia en guardar la calma. También enviaron delegaciones a los Emiratos para solucionar la crisis de los detenidos por métodos pacíficos. No sorprende que los escritores saudíes acusen a los Hermanos de seguir el “principio del disimulo (taqiyya)” en sus prácticas organizativas.
Los Estados del Golfo, resumiendo mucho, están nerviosos por el dominio de los Hermanos en Egipto, Túnez y Sudán y sus intentos de dominar Jordania, Yemen y Siria, pues se sienten cercados y amenazados de caer en manos del nuevo eje de los Hermanos, según la teoría del efecto dominó político.
Esta campaña feroz saudí y del Golfo contra los Hermanos tiene ventajas y desventajas en lo que se refiere a los regímenes en la península Arábiga. Las ventajas se resumen en el intento de fortalecer el frente interior y reducir la influencia de los Hermanos Musulmanes, pero parece una solución tardía en nuestra opinión, por la falta de un aliado alternativo en que apoyarse, dada la ausencia de la izquierda y los liberales, y dada la debilidad de su arraigo en las sociedades conservadoras del Golfo. Todos los nuevos intentos de fortalecer a esta corriente liberal siguen teniendo una influencia limitada como demuestra el decreto emitido por el monarca saudí, el rey Abdalá ben Abdel Aziz, para introducir a treinta mujeres en el Consejo Consultivo, un paso que le va a crear más problemas que soluciones, especialmente en la institución wahabí que apoya al régimen y que se opone a cualquier papel de la mujer, en calidad de igualdad al hombre, en la sociedad.
El peligro de este ataque contra los Hermanos es el tener que enfrentarse a la institución religiosa y a un gran número de predicadores críticos, como los sheijs Salman Awda, Muhammad al-Arifi, Safar al-Hawali, Muhsin al-Awayi, A’id al-Qarani y algunos seguidores suyos en Twitter, que superan el millón y siguen creciendo.
El sheij Salman al-Awda, el destacado predicador saudí, se unió recientemente a la campaña que exige un que se establezca un Consejo Consultivo elegido, mientras que otros exigen que se rindan cuentas precisas de cómo se gasta el dinero público y que se controle el nuevo presupuesto del Estado, que es el más voluminoso (llega a 223.000 millones de dólares). Hay también una feroz campaña para apartar a los príncipes, que se han apoderado de millones de hectáreas de tierra sin derecho.
Los grandes responsables del Golfo creen que hay una alianza egipcio-turco-catarí tras esta oleada de los Hermanos que quiere dominar la zona y que ha de ser combatida. Ello explica la creciente brecha saudí-turca y la guerra que han declarado los Emiratos al régimen del presidente Mursi en Egipto apoyando al opositor Frente de Salvación Egipcio.
Debemos reconocer que el miedo de los estados del Golfo es legítimo, pues este nuevo triángulo es muy peligroso si se fortalece, se cohesiona y continúa, porque goza de las fuerzas militar (Turquía), financiera (Catar) y humana-estratégica (Egipto), y está ocupando poco a poco el lugar del histórico triángulo egipcio-saudí-sirio que ha dominado la zona durante los últimos cuarenta años, habiendo sacado a Iraq de la ecuación y habiendo preparado el camino para la paz con Israel.
Si el primer triángulo se basaba en la estrecha relación con Occidente y EEU, el nuevo triángulo camina en la misma dirección, y tal vez su relación con EEUU sea aún más estrecha, aunque sea temporalmente, mientras dure la presidencia de Barack Obama.
El régimen sirio será el más beneficiado de esta lucha explosiva en el seno del frente que se opone a que se mantenga en el poder y que apoya a la oposición armada que quiere derrocarlo. Los Hermanos Musulmanes son la espina dorsal de esta oposición (oficial) y el Frente yihadista de al-Nusra es el elemento con mayor presencia sobre el terreno, cuya independencia supone un gran peligro para el régimen sirio y los países del Golfo.
Ojalá los pasos que han dado las autoridades saudíes últimamente, como la decisión de prohibir los canales sectarios salafistas, o las palabras de su ministro de Exteriores Saúd al-Faisal sobre su apoyo a la solución pacífica y sobre que la cuestión de la salida de Asad deberían decidirla los sirios -él que era un halcón pidiendo que se armase a la oposición-, son todo indicios de que la postura saudí está cambiando y confirma los informes de que se han retomado los contactos secretos entre Damasco y Riad.
El flujo de predicadores saudíes y del Golfo hacia El Cairo, el último de los cuales ha sido el doctor Muhammad al-Arifi, que dio un discurso en la mezquita de Amr ben al-As en el corazón de la capital y en el que pidió que los empresarios del Golfo invirtieran en Egipto y no en Occidente, es uno de los más destacados aspectos de la nueva escena del Golfo: gobiernos que se oponen al régimen egipcio de los Hermanos con fuerza y predicadores críticos que están en su interior.
No podemos olvidar en este contexto el nuevo peregrinaje iraní a El Cairo, la visita de Ali Akbar Salehi, el ministro de Exteriores, la ovación que lo recibió, la invitación que traía para el presidente Muhammad Mursi de visitar Teherán, y el momento en que se produjo. El olfato iraní tiene una fuerte sensibilidad para oler los cambios que suceden en la región para ponerlo al servicio de sus intereses. Los próximos meses y semanas estarán cargados de sorpresas y no podemos hacer otra cosa que esperar y estar vigilantes, intentando entender las nuevas interacciones y alianzas que acechan, y los rápidos cambios, cambios que reconfigurarán la región radicalmente.

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