En septiembre de 1859, en vísperas de un ciclo solar, se desató en el sol una de las tormentas más poderosas que se había producido en siglos. La llamarada subyacente era tan inusual que los investigadores todavía no están seguros de cómo clasificarlo. La explosión alcanzó la Tierra con una poderosísima emisión de energía y corrientes eléctricas inducidas que 'abrasaron' las oficinas de telégrafos, mientras se producía una aurora boreal en Cuba y Hawai.
Esta semana, los funcionarios se han reunido en el National Press Club en Washington DC para plantearse una pregunta simple: ¿Qué pasa si sucede otra vez?
"Una tormenta similar hoy en día nos puede alcanzar con un bucle", dice Lika Guhathakurta, un físico solar en la sede de la NASA. "La sociedad moderna depende de sistemas de alta tecnología, tales como redes eléctricas inteligentes, GPS, y comunicaciones por satélite - todos los cuales son vulnerables a las tormentas solares."
El "evento Carrington" de 1859 (llamado así por el astrónomo Richard Carrington, quien fue testigo de la llamarada instigar) nos recuerda que las tormentas fuertes pueden ocurrir aún cuando el ciclo de fondo sea teóricamente débil.
En 1859, el peor de los efectos fue un día o dos sin mensajes telegráficos y una gran cantidad de extraños fenómenos en el cielo sobre las islas tropicales.
En 2011 la situación sería más grave. Un alud de apagones, causado en todos los continentes por las líneas de energía de larga distancia, podría durar de semanas a meses, mientras los técnicos luchan para reparar transformadores dañados. Aviones y barcos no podrían confiar en las unidades de GPS para la navegación. La banca y las redes financieras verían rotas sus líneas de comunicación, afectando al comercio de una manera desconocida en la era de la información. De acuerdo con un informe de 2008 de la Academia Nacional de Ciencias, una tormenta solar en este siglo podría tener el impacto económico de 20 huracanes Katrina.
"Esto sienta las bases para acciones concretas alertas del clima espacial que podría preservar las redes de energía y otros bienes de alta tecnología durante los períodos de actividad solar extrema."
Por eso ahora, los expertos de la NASa trabajan para "sentar las bases para acciones concretas que se traduzcan en alertas del clima espacial que podrían preservar las redes de energía y otros bienes de alta tecnología durante los períodos de actividad solar extrema."
FOTO: NASA/Martin Stojanovski