La Dirección de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género del gobierno Vasco ha puesto en marcha una campaña de sensibilización ciudadana para sacar a la luz el grave problema de las y los menores que conviven en entornos familiares afectados por la violencia de género. La campaña forma parte de la iniciativa de la Dirección para abordar esta problemática, que afecta a un gran porcentaje de las mujeres víctimas acentuando la gravedad de su situación personal e hipotecando el propio desarrollo emocional y vital de sus hijas e hijos.
La lucha contra la violencia de género es un eje básico de la actuación en materia social del Gobierno Vasco. La creación de la Dirección de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género, al comienzo de la Legislatura, evidencia la preocupación del Ejecutivo por abordar de una forma eficaz y decidida dicha problemática en todas sus vertientes.
Durante los últimos meses la Dirección ha extendido su campo de trabajo inicial para cubrir aspectos de la violencia de género que hasta ahora no habían sido abordados o lo habían sido de manera parcial. Frutos de esta política han sido, por ejemplo, la puesta en marcha de la ventanilla única para atender a las víctimas, la extensión de la asistencia de la Dirección a las víctimas de acoso por razón de sexo en el trabajo o la implementación de la lucha contra la violencia de género a través del primer Plan de Actuación del Gobierno Vasco en la materia.
Ahora la Dirección de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género pretende dar un paso más al incluir como víctimas de esa violencia a las y los menores que se encuentran en entornos familiares afectados por la misma.
Un problema invisible para la sociedad
La existencia de menores que se ven afectados en su desarrollo emocional y vital por tener que convivir con situaciones de violencia de género en su ámbito familiar es una cuestión apenas percibida por nuestra sociedad. La ausencia de datos estadísticos oficiales sobre cuántos menores pueden encontrarse en dicha situación contribuye a esta invisibilidad, por lo que una de las primeras tareas de las Administraciones Públicas para abordar el problema es subsanar esa falta de datos, algo a lo que contribuirá el futuro Observatorio Vasco de la Violencia Machista contra las Mujeres.
A día de hoy, los únicos datos existentes hacen referencia a extrapolaciones sobre el número de menores deducidas a partir de la cifra de mujeres víctimas que han obtenido órdenes de protección. Algunos datos pueden ser los siguientes:
- En 2006 UNICEF estimó que en España había 188.000 menores expuestos y expuestas a violencia en el hogar.
- En 2009, la ONG Save the Children y la Fundación Instituto de Reinserción Social-Ires estiman que en España hay 800.000 niñas y niños que sufren en sus hogares situaciones de malos tratos o de violencia de género.
- El informe de enero de 2010 de la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género concluye que de las 24.817 mujeres afectadas el 91,9% tenían hijas o hijos.
- José Sanmartín en el "III Informe Internacional Violencia contra la Mujer en las relaciones de pareja en España" de 2010, recoge que, en relación con las hijas e hijos de mujeres maltratadas, en el 40,24% de los casos habían observado directamente la violencia contra sus madres, en el 21,34% habían sido víctimas de maltrato infantil y en el 29,27% habían sido víctimas y observadores directos. Tan sólo en el 9,15% de los casos no habían sido ni víctimas ni testigos. Este Informe concluye, además, que en el 11,84% de los feminicidios ocurridos en España durante 2008 los hijas o las hijas estaban presentes.
El problema en Euskadi
Centrándonos en esta Comunidad Autónoma, de acuerdo a los datos recogidos por el Servicio de Atención Telefónica 24 horas de la Dirección de Atención a las Víctimas de la Violencia de Género (900 840 111), de las 1.604 usuarias de este servicio durante el pasado año, 625 (el 39%) declararon no tener ningún hijo o hija, 707 (44%) manifestaron que tenían uno o más hijos e hijas menores de edad, y 122 (7,6%) confirmaron que tenía hijos e hijas mayores de edad, destacando que este dato no consta por lo que respecta a un total de 150 mujeres (el 9,4%).
De entre las 707 mujeres que declararon tener hijos e hijas menores de edad, 434 tenían una hija o hijo, 217 tenían dos hijas e hijos y 56 tenían tres o más hijas e hijos.
Distintos estudios científicos corroboran que la exposición de las y los menores a actos violentos contra su madre impacta directamente en ellas y ellos, con altas probabilidades de causarles daños severos en su desarrollo a corto y largo plazo, y perpetuándose así un ciclo de comportamientos destructivos y modelos de conductas negativas que crece en presencia de estos episodios.
Es indiscutible pues, que aunque la mayor dimensión de la violencia ejercida en el ámbito familiar se concreta en la violencia de género infligida a las mujeres, también otras y otros miembros del grupo familiar en situación de debilidad, como las y los menores, son víctimas de la misma. En algunos casos, víctimas directas de la violencia física o psicológica y en otros receptores de la violencia contra sus madres. Así, vivir estas situaciones les coloca en riesgo de padecer problemas físicos, psicológicos, sociales, y académicos, así como de participar en actos violentos.
Campaña de sensibilización ciudadana
Por ello, la campaña de sensibilización que hoy se pone en marcha responde a la necesidad de llamar la atención respecto a quienes durante tanto tiempo han sido considerados y consideradas como meros espectadores y espectadoras de la violencia que se ejercía contra sus madres, de modo que la sociedad pueda ir concienciándose de que estas y estos menores no son sino víctimas directas de esa violencia, ya que la exposición a la misma les daña con consecuencias tanto a corto plazo (alteraciones físicas, procesos psicotraumáticos, o trastornos de la autoorganización) como a largo plazo (trastornos del vínculo, trastornos psicopatológicos, o transmisión intergeneracional de la violencia).
Esta campaña pretende de algún modo romper con el "mito" de que, dentro de la violencia contra la mujer, la conducta del agresor a la mujer no es un riesgo para las hijas e hijos, y resaltar que las y los menores, sean víctimas directas o indirectas, pueden padecer consecuencias negativas, tanto para su desarrollo físico como psicológico, con efectos tanto a corto como a largo plazo, afectando a sus pensamientos, valores, comportamiento, rendimiento escolar, adaptación social y, también a sus emociones, dado que en muchas ocasiones experimentan sentimientos de inseguridad y baja autoestima, interiorizan la idea de que no valen nada, y se sienten culpables de causar la violencia que sufren sus madres o no poder hacer nada por evitarla.
Queremos recordar, como reza la campaña, que muchas niñas y niños se convierten en víctimas cuando son espectadores de la violencia que sufren sus madres.