Juan Cruz edita ‘Yo nací con la infamia’, una recopilación de artículos de Juan Cueto

Juan Cruz edita ‘Yo nací con la infamia’, una recopilación de artículos de Juan Cueto

Por Luis Mugueta/Oviedo.-Juan Cruz ha sacado de su cueva al dinosaurio Juan Cueto para recordarnos que el dios catódico tuvo un profeta en España. ‘Yo nací en la infamia’ (Anagrama, 2012) repasa en 51 artículos la singular biblia del comunicólogo de cabecera de la generación de la modernidad. Los juanes, como los denomina la moderadora del foro de la célebre librería ovetense Cervantes, juegan con este libro un juego que conocen muy bien: la reivindicación de las esencias culturales de finales del siglo pasado en medio de la vorágine de la dictadura del animal tecnológico que amenaza hoy a todo tipo de referencias y mitos de la comunicación. Como explica Cruz, “Cueto utiliza los resplandores de la tele para hablar o reír de otros asuntos, con la idea de que la televisión resume las características de la cultura contemporánea”.

 

En su juego, Cruz y Cueto se interrumpen con fluidez e interpretan una partitura repleta de nombres propios, estéticas y marcas. Básicamente los elementos de los que Cueto nutre su pensamiento y sus teorías catódicas en torno a la realidad con “la mirada distraída” que le atribuye Cruz. En una nada disimulada pasión por el gurú de la cultura pop, Juan Cruz, culé insobornable, no se corta a la hora de mezclar a Messi con Azorín para certificar que Cueto “hace que lo difícil parezca muy fácil”, o a Gil de Biedma con Cortázar para argumentar su “velocidad de pensamiento”.

 

En su apología del escritor asturiano, Juan Cruz teje símiles populares. Comenta que, en su día, el quehacer de Cueto fue como el momento en que los Beatles echan al abuelo de McCartney del tren en la película ‘Qué noche la de aquel día’, y aprovecha la anécdota de que la idea del libro pasó a ser compromiso en el restaurante gijonés La Pondala, el mismo en el que comieron los Rolling Stones tras su concierto asturiano: “Algo de esa música irreverente e invencible hay en Cueto, en sus artículos y en su mirada”.

El hombre que cambió la forma de escribir de televisión abomina del periodismo de internet, “es aberrante”, y se declara “hermano del telefilme, hijo del cine y nieto de la novela realista”. Cueto dice que se hizo el remolón a la hora de aceptar el trabajo de este libro “solo por vergüenza”, Cruz vende la recopilación “como una obra de mañana, pese a que los artículos están escritos para la ocasión: la columna semanal o quincenal obligatoria”.

 

Metidos en un bucle de figuras retóricas, el diálogo sincopado podría transcurrir en una terminal de aeropuerto fuera de tiempo y lugar. Cueto hace referencia a Juan Cruz y los aviones: “Sean de ida o de vuelta, siempre te lo encuentras ahí”. Los mismos aviones que castigaron con dureza a Juan Cueto en su etapa europea hasta el punto de reconocer que en ocasiones no sabía si estaba en Milán, camino de París o de vuelta a Gijón vía Madrid.  Como ante las puertas de embarque, la voracidad verbal de Juan Cruz se va comiendo la educada reticencia de Cueto, “que siempre te escucha y te dice que sí, como Borges”. La sesión se ha ido a un tiempo en que la tecnología aún no se le había escapado de las manos al pensamiento transgresor de los jóvenes profesionales que escribían los periódicos de la modernidad y enaltecían sin rubor La Bola de Cristal.

 

FOTO: Cristóbal Rovés

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