Ayer, domingo, cuando iba camino de cumplir los 107 años, falleció en su domicilio de Oviedo Luis Alvarez Fueyo, el ingeniero de minas más longevo de Europa y toda una leyenda de la minería asturiana.
Gracias a quien fue su secretario durante años en el pozo Montsacro, que diseñó y dirigió durante varias décadas, el ex alcalde de Morcín José Antonio Martínez Allende, y a uno de sus hijos, Luis, también ingeniero, hoy jubilado de ENSIDESA, con los que mantengo una gran amistad, traté a Luis Alvarez Fueyo en los últimos diez años y ni que decir tiene que fue uno de los personajes asturianos que más me impactaron a lo largo de ya mi dilatada carrera periodística.
Con una vitalidad envidiable, digna de su magnífica salud, Alvarez Fueyo, ya viudo, era la cabeza de una familia compuesta por sus dos hijos, Josefina y Luis, nueve nietos y diez bisnietos. Hasta no hace mucho todos los jueves subía al Centro Asturiano en el monte Naranco para comer en compañía de familiares y amigos y era raro el día que no daba su paseo matinal por la zona de la avenida de Galícia mantiéndose al tanto de la actualidad leyendo a primera hora “La Nueva España” y el “ABC”.
En la familia varios han seguido su estela como ingenieros de minas. Natural de Mieres, a Luis Alvarez del Fueyo la afición le vino de pequeño por el ambiente minero que se respiraba en su casa. Su padre Arturo Alvarez Artime fue facultativo de minas y trabajó en Tudela Veguín. Tras estudiar en Pravia el centenario ingeniero se trasladó a Madrid para estudiar en la Escuela Superior. Siendo ya ingeniero en ejercicio la revolución del 34 le sorprendió como director en la empresa Hulleras de Riosa.
Excepcional conocedor de la minería asturiana estuvo en activo hasta los 70 años jubilándose como ingeniero en la HUNOSA, recién constituida en 1967, tras haber dedicado prácticamente toda su vida profesional al pozo Montsacro en cuyos concejos de Riosa y Morcín ha dejado un gran recuerdo.
En enero pasado había manifestado que su ilusión era cumplir los 107 años. Estuvo cerca. Con él se va un trozo importante de la historia minera de Asturias. Su espíritu seguirá presente. Hace unos años su compañero de profesión, el entonces alcalde de Oviedo Gabino de Lorenzo, le dedicó una calle con su nombre en la capital lo que el centenario ingeniero agradeció muy emocionado en el curso de un acto en el salón de plenos con toda su familia presente. Su cadaver será trasladado a la localidad de Priesca, en Villaviciosa, donde está enterrada su esposa, y mañana, martes, en la iglesia del Corazón de María se celebrará el funeral.
Descanse en paz.