Alonso y Vettel se sacuden la presión a miles de kilómetros, mientras sus equipos buscan soluciones a los problemas técnicos ante la última cita de Brasil
MIGUEL MARTÍNEZ
AUSTIN
Nada más salir del circuito de las Américas, Fernando Alonso y su entorno más cercano, su representante, y su fisio, tomaron un avión para Nueva York. Es su forma de limpiar la cabeza y evairse por dos días de la presión de jugarse el título a una carta. Sebastian Vettel optó por celebrar en el Hotel W de Austin el título de constructores con todo el equipo. “Tú en Nueva York y yo en Texas”, podría ser la película de la preparación al asalto final en la que a Ferrari le preocupa la clasificación, y a Red Bull la fiabilidad, el último capítulo de una historia que no ha cambiado en todo el año. “Tenemos que mejorar nuestro ritmo a una vuelta, ver cómo podemos dar temperatura a los neumáticos antes”, avanza Stefano Domenicali; “Estamos preocupados con la fiabilidad del alternador y tenemos que encontrar una solución”, reflexiona Christian Horner. Y por si fuera poco, las previsiones meteorológicas no descartan ni mucho menos, la lluvia este fin de semana en Interlagos.
Mal, muy mal hicieron las cosas en Austin los hombres de Ferrari, pero su mayor virtud, la de Fernando Alonso y el equipo rojo, es que mantienen su moral intacta. “En 2010, llegamos a Abuda Dhabi con una ventaja de 15 puntos sobre Vettel. Vamos a ver si se repite la historia en Brasil a nuestro favor”, desea Domenicali.
"Pragmáticamente hablando, sabemos que tenemos que estar por delante de Sebastian y poner algunos coches por el medio”. Ese escenario pinta difícil, porque Alonso debería ganar la carrera y Vettel finalizar en quinta posición o peor. Difícil, muy difícil, para un piloto que no se ha bajado del podio desde su abandono en Italia, seis podios consecutivos, de los que cuatro han sido victorias.
Puede que el escenario sea de lluvia, y los antecedentes hay que buscarlos en Malasia y Alemania, dos victorias de Alonso, y un décimo y quinto puesto de Vettel. Sin embargo, el pálpito, la mayor esperanza roja se centra en la fiabilidad del Red Bull. “Webber tuvo de nuevo un problema en Austin y eso puede pasar a Vettel en Brasil, pero eso no debe desviarnos de hacer lo mejor posible nuestro trabajo”, afirma Domenicali. Y el problema son las nuevas piezas puestas un poco al “tuntún” en el coche de Alonso, mientras que las versión antigua se mostró mucho más eficaz en el coche de Massa. “En Brasil no tomaremos riesgos”, advierte el jefe de Ferrari, para decir de una forma suave que se acabaron los experimentos, el moldeado de las piezas con una sierra radial en el box, y cosas por el estilo.
El problema de Ferrari es hacer el coche rápido a una vuelta, calentar las gomas desde el primer momento en calificación y carrera. El de Red Bull es asegurarse que el alternador, la avería que supuso los dos abandonos de Vettel en Valencia e Italia, y el de Webber en EEUU, no se rompe. “Estamos realmente preocupados con este asunto”, asume Christian Horner. Los alternadores de origen Renault averiados por Vettel (también Grosejan con Lotus) correspondían a la especificación 2012, con lo que Red Bull pidió a Renault volver a los de 2011, mientras la firma fabricaba otras piezas más fiables.
Creían que sería más fiable, pero el problema se ha reproducido, probablemente por falta de refrigeración. Renault se lava las manos. “En otros equipos está funcionando bien, no tienen por qué fallar”, asegura Remmy Taffin, responsable de motores Renault F-1. Red Bull ya no puede cambiar diseños para una un GP en cuatro días. Así que el peligro de rotura de alternador se mantendrá en el coche de Vettel hasta la última vuelta.