-¿Cómo explicaría su novela sin desvelar su contenido?
-"El hombre inaudible" es la historia de un hombre en torno a los cincuenta años, periodista en un diario de Burdeos, que no está muy satisfecho con su vida porque siente que hay algo de sí mismo que no se deja oir en el exterior, que no sale en las noticias de su periódico, hasta que un día decide él mismo escribir la crónica de su vida en un diario. Ese diario va a cambiar su vida en muchos sentidos.
-Usted es profesor de Literatura. ¿Qué influencias ha podido rastrear en su propio libro?
-(Largo silencio)... Hombre... 'Mutatis mutandis' a mí me ha pasado con "El hombre inaudible" lo que a Cervantes con el Quijote: yo he querido satirizar un género, el de los diarios, y al final la novela se ha salido de madre. ¿Dónde está la sátira? Yo quería ridiculizar esa tendencia a la autobiografía que hay en la literatura posmoderna, sobre todo la francesa, que a mí me parece una mala comprensión del hecho literario. Hay autores, como Sartre o Amiel, que han ido escribiendo un minucioso registro de su vida, que les ha llevado a perder la esencia de la ficción: yo, como lector, quiero que me mientan.
-¿Por qué decidió presentarse al Premio Ateneo Jovellanos de Novela Corta?
-Por dos razones. La primera es que en España no hay muchos premios de novela corta, y el del Ateneo Jovellanos tiene dotación económica y publicación de la obra. Y la segunda es que mi experiencia anterior con la institución fue muy satisfactoria. Pensaba que este iba a ser un premio limpio, como así ha sido, donde ni yo conocía al jurado ni éste a mí.
-Precisamente usted ganó hace veinte años el Premio Ateneo Jovellanos de Poesía. ¿Qué recuerdos tiene de aquel momento?
-Ganar el Premio Ateneo Jovellanos de Poesía fue una ocasión estupenda para conocer a personas de un gran interés, como el presidente del Ateneo Jovellanos, José Luis Martínez, o el poeta Aurelio González Ovies, que era miembro del jurado, y para reencontrarme con viejos amigos de Pamplona, como Javier Vidal o César González Cajete. Recuerdo que fue a finales de enero o principios de febrero, y me emocioné cuando el autobús en el que venía cruzó los Picos de Europa nevados.
-¿Qué vincula a un escritor vasco, profesor en Navarra, con Asturias?
-El amor al paisaje y al paisanaje. Soy un enamorado y un habitual de esta tierra en la que siempre me encuentro muy bien tratado, en la que me he encontrado una forma de ser y de hacer que me va. Lo cual no me quita de hacer algunas críticas a 'lo asturiano', que a su vez no me impiden amar a Asturias.
-¿Como cuáles?
-En Asturias se pierden oportunidades de hacer muchas cosas, tal vez por falta de constancia o por intereses creados. Tengo la sensación de que el asturiano que quiere hacer algo tiene que irse de Asturias. Por todo el mundo hay grandes emprendedores asturianos y ese es un capital humano que se pierde la región, y es una pena.
-Por último, ¿Cuáles son sus próximos proyectos?
-Tengo dos ensayos que verán la luz el próximo mes: uno sobre Miguel Hernández y otro sobre Cernuda. Además, el año que viene espero que me publiquen un libro de poemas y otro de aforismos. Y tengo terminado ya, aunque sin mandar al editor, un libro de viajes sobre los cementerios de París.